Yolanda Oreamuno

Repertorio Americano SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1938 Sábado de Noviembre Tomo XXXVI Núm.
Año XX No. 858 SUMARIO José Marti Ilde, onso Pereda Valdés Graciany Miranda Archilla Jorge Carrera Andrade Juárez. El día de Juárez.
El monumento a Juárez en Bogotá.
Comentarios Américo: su bienesfor y destino.
Qué hora es?
Medios que Ud. sugiere para librar a la mujer costarricense de la frivolidad ambiente El busto de Jorge Isaacs.
Jorge Isaacs y la actualidad.
Poesías.
Haikais japoneses.
Tablero Nosotros no tenemos Gobierno nacional.
América Hispana Lo glorificación del indio Yolanda Oreamuno Parker Bates Alicio Garcitoral Armando Solano dad, porque Juárez Del libro Nuestra América, por José Marfi, 2do.
parfe, Vol. IX de sus Obras. Edición de Gonzalo de Quesada. Habana, 1910 Ese nombre resplandece, como si fue.
ra de acero bruñido; y así fue en verel gran indio que lo llevó era de acero, y el tiempo se lo bruñe.
Las grandes personalidades, luego que desaparecen de la vida, se van acentuando y condensando; y cuando se convoca a los escultores para alzarles estatua, se ve que no es ya esto tan preciso, porque como que se han petrificado en el aire por la virtud de su mérito, y las ve todo el mundo. Juárez, a quien odiaron tanto en vida, apenas habría ahora, si volviese a vivir, quien no le besase la mano agradecido. Otros hombres famosos, tados palabra y hoja, se evaporan. Quedan los hombres de acto; y sobre todo los de acto de amor.
El acto es la dignidad de la grandeza.
Juárez rompió con el pecho las olas Benito Juárez pujantes que echaba encima de la América todo un continente; y se rompieron las olas, y no se movió Juárez.
El día de Juárez Dos hábiles escultores mexicanos lo Por JOSE MARTI han representado tendido sobre un túmulo, envuelto en un lienzo simple, y Del libro Nuestra América, Vol. VII de sus Obras, edición de Gonzalo de Quesodo. Habano, 1909 junto a sus pies desnudos, agobiada con todo el arreo de los dolores, la México no yerra; y se afianza agrega, rebeldes que le fuesen dóciles. Juárez, el indio Patria que lo llora. Pero él no está mientras se encona y descompone el vecino del descalzo que aprendió latín de un compasivo bien asi; sino en estatua de color de Norte. Las dos magnas dificultades de la vida cura, echó el cadáver de Maximiliano sobre la americana ha tenido en la brevedad de me última conspiración clerical contra la libertad roca, y como roca sentada, con la mia dio siglo que vencer, que fueron las grandes en el nuevo continente. El, el tabaquero de rada impávida en la mar terrible, con distancias, que permitían el fomento impune de New Orlenas, el amigo pobre del fiel cubano la cabeza fuerte bien encajada entre los caudillajes ambiciosos y el poder del clero Santacilia, el padre desvalido de la familia que los hombros; y con las dos palmas a.
revolucionario, que con las masas fanáticas atendía en Oaxaca la pobre tendera; él, con pretadas sobre las rodillas como quien los privilegios señoriales. los hombre de hoy mantenía, a guerras azuzadas, el gobierno de los treinta inmaculados, sin más que comer resiste y está alli de guardián impemaíz durante tres años por los ranchos del Nortocó resolver, con los ferrocarriles que el dine te, venció, en la hora inevitable del descrédinetrable de la América.
ro inglés tendió por México, el problema de las to, al imperio que le trajeron los nobles del distancias, que traía a la zaga el de las rebelioJOSÉ MARTÍ país. Por cierto que es poco conocida una anéc.
liones, grave en tiempo y comarca en que el dota auténtica de un cacique indio por aquellos (La América. New York, mayo de 1884. clero desposeído andaba siempre a la busca de días. En México, como en Guatemala y en Chile, CAPRA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica