REPERTORIO AMERICANO 73 El ramo de Guido Spano (Parábola)
Por AZORIN De La Prensa. Bs. Aires, 24 de octubre de 1937 Caminante, detén tus atentados o desatentados pasos. Caminante, detén tus pasos contados o sin contar. Ante las ruinas de esta ermita, al pie de un almez majestuoso, encontró por vez primera el poeta a Blanca.
El almez es ahora para el poeta, al cabo de cuarenta años, cual un melancólico tejo. Tejo y ciprés allá se van en longevidad y tristura. Después de tanto tiempo, un admirador del poeta se encuentra sentado, aquí en París, en el zaguán del Hotel del Plata, sito en la avenida de Montaigne.
El admirador es quien esto escribe. No soy argentino; pero mi abuela materna, Clotilde García Sarmiento, era parienta del autor de Facundo.
Había yo dado un largo paseo después del trabajo mental. Sin llegar a la fatiga, me encontraba cansado. Este cansancio, especie de sopor, era dulce. Comenzaba a.
caer la tarde y las sombras invadían vagamente el atrio del hotel. Apareció en la puerta un caballero. Le acompañaba, sosteniéndole, otro. El caballero avanzaba por el zaguán lenta y fatigosamente. Se apoyaba, por una parte, en un bastón con contera de goma, y por otra, en el brazo de su compaña. En la luz declinante de la tarde, Carlos Guido Spano descollaba su cabeza nimbada de blanca cabellera. Blanco y esponjoso era el pelo, y rado, fuera tratado de modo tan feliz. En blanca la crecida barba. Diríase un patriar pocas lenguas hay un monumento que se le ca antiguo con ojos de niño. Porque en los iguale. Note usted que el poema es local y claros ojos del caballero lo observaba yo universal a la vez. Dos palabras, nada más bien había un fulgor de candidez infantil. que dos palabras, le bastan al poeta para Avanzaba penosamente el anciano, y de situar su poesía. Esas dos palabras surten cuando en cuando, jadeante, se detenía. Al un efecto prodigioso. Esas dos palabras pasar frente a mí, me puse respetuosamente son turpial y abenuz. El poeta nos en pie. en pie, tras una reverente incli habla del canto melodioso del turpial y del nación de cabeza, continué hasta que, a lo fuerte tronco de abenuz. ya sabemos lejos, caballero y acompañante desaparecie dónde estamos. Ya respiramos ampliamenron en el ascensor.
te con voluptuosidad el ambiente de Diez minutos después el acompañante del América. en ese ambiente de América anciano bajaba al zaguán y se sentaba. que en este caso es la tierra argentinaAcerquéme rápidamente a él y sin preám experimentamos una sensación que es de bulos inútiles le dije: todos los tiempos y de todos los lugares. Soy un admirador de Carlos Guido Nuestra sensibilidad se conmueve profunSpano. Tiene usted la bondad de decirme damente con el recuerdo del bien perdido.
lo que le pasa al poeta. Por qué el poeta ahora voy a decirle a usted en qué estriestá en París?
ba la superioridad del poema Al pasar La acogida por parte del interrogado fué sobre sus congéneres. En la literatura espacordial. Nos sentamos y departimos mano ñola, la Epístola a Fabio nos deja el a mano. El caballero me dijo: alma infiltrada de melancolía. El poeta ha El poeta está muy enfermo. Ha trabagozado del mundo y se retira del mundo.
jado mucho. lo que más quebranta: ha No podrá nunca decir que no ha gustado sentido intensamente. Conoce usted, sin de aquello que ahora le sabe a ceniza. En el duda, su poema Al pasar.
poema de Guido Spano la tragedia es más No pude contenerme al escuchar el títuhonda. El poeta español va al último suspiro de la vida como los ríos son llevados a lo de tal poesía de Guido Spano e interrumpí: la mar. El poeta argentino camina también a su acabamien con una amargura más Esa poesía me la sé de memoria. Creo honda en el alma. El poeta argentino ha sinceramente que el poema Al pasar de podido gozar del bien y no lo ha gozado.
Carlos Guido Spano es una de las cúspides de la lírica americana. Lo que se diga del El poeta español ha gozado y actualmente no goza. El poeta argentino ha podido ser poeta no importa. Toda obra bella está sufeliz y no ha cogido entre sus brazos la dijeta al flujo y reflujo de la loanza y de la cha que se le ofrecía. ahora, en su vejez, detracción. Para desbrozar el camino y vuelve la vista atrás y contempla su sino usted perdone el que le haya interrumpi infausto. qué versos tan sencillos y límdo le diré que siempre que se toca el tema pidos en su poema. qué versos de una de la añoranza, la tierna añoranza del bien tenuidad tan etérea!
perdido, se citan El lago. de Lamartine, y La tristeza de Olimpio. de Víctor el céfiro fugaz Hugo, y que este poema de Guido Spamurmuraba en los sauces; blandamente no sobresale por encima de esos poemas geinía en la hojarasca la torcaz.
de Hugo y Lamartine. Pocas veces el tema Precisamente ha replicado mi interdel recuerdo inefable, suavemente desespe locutor esa dicha que ha podido gozar el poeta y que no ha gozado es lo que ahora le abruma. En el poema Al pasar. usted lo sabe, el poeta encuentra, ante las ruinas de una ermita, al pie de un almez, a Blanca.
acía luengos años que no la veía. Acarició sus cabellos de oro siendo niña. Al presente es una moza garrida y candida. Vestida con un traje de anafaya listada, resalta su silueta en el verdor del paisaje. Conversan el poeta y Blanca. El poeta se encuentra allí de paso. Blanca, en recuerdo de esta visita inesperada, regala al poeta un ramo de violetas silvestres, de arrayán y de jazmines. No se verán ya más. Un ambiente de melancolía parece que emana de este sombroso almez, testigo mudo del encuentro, y lo envuelve. Al marcharse el poeta, opreso el corazón, vuelve la vista y atisba a Blanca que habíale seguido un corto trecho. La visión es bellísima.
Su vestido de listas ondulante a través del follaje distingui.
El poeta, al llegar a la senectud, ha sentido revivir las sensaciones de su mocedad.
El fenómeno es conocido. El encuentro de Blanca dicha casta de que pudo gozar y y no gozó acibara su vivir. De América, para huír de sí mismo, ha venido a Europa.
No puede olvidar, y no quiere olvidar. Le acompaño yo a todas partes. Estemos donde estemos, Carlos se hace colocar sobre la mesa un ramo. Si encontramos flores iguales a las que le regaló Blanca, el pomo es de esas flores. lo terrible es que, de tarde en tarde, el poeta se siente oprimido por una congoja y ve a Blanca sentada ante el ramo y teniéndolo luego en sus manos.
Cuatro días más tarde, me hallaba yo con Guido Spano en su cuarto del hotel. La conversación era grata porque hablábamos de cosas concretas. El poeta estaba sentado en un silloncito de cuero labrado. Nos dió esto pie para hablar del arte de la correjería. Recordé yo los antiguos curtidores de Toledo y Segovia. Habló el poeta de los hábiles talabarteros de la tierra argentina de Córdoba. Por vías misteriosas, sin quererlo nosotros, nos íbamos en caminando al trance fatal. Lo tendrían así dispuesto los hados. Porque el arte de los curtidores nos hizo mentar el quebracho colorado, tan rico en tanino. La selva procera se abría ante nosotros. con la selva, naturalmente, los varios árboles. Al mentar el quebracho, Guido Spano callo, como en recogida meditación, y a seguida. como si hubiera columbrado en la lejanía el árbol memorable, el almez inclinó la cabeza sobre el pecho y dió un hondo suspiro. Fué en este momento cuando Blanca se sentó ante la mesita en que estaba posado el ramo y con sus manos delicadas acarició las gualdas rosas. si no cultivamos el recuerdo. para qué queremos la vida? si no tenemos el culto de los seres queridos que nos precedieran en el viaje eterno. para qué queremos vivir? Vivir es recordar. Per non dormire. es la divisa del egregio poeta. Per non dimenticare podríamos decir nosotros. Nada espiritualiza más y más consuela que la piedad por los seres que nos han amado y que ya no están junto a nosotros ni en el mundo.
Paris, 1997 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica