Extremist

REPERTORIO AMERICANO 135 Lo que entonces pedían los trabajadores andaluces a ¿Qué piden los trabajadores? Piden tierra a una sola voz; piden la transformación del régimen de los latifundios; el remedio de ese largo error secular que destruyó las propiedades comunales. Verdad es que un propietario les contestó que tenia su disposición unas doscientas hectáreas; pero ellos le retrucaron: nosotros tenemos un buen azadón a la disposición del señor terrateniente, para que viva también de su trabajo. a esto ¿qué contestaron los propietarios?
Algunos son conservadores extremistas. Estos dicen que tranquilidad viene de tranca. En Sevilla llegaron a ofrecer diez céntimos diarios al bracero (desprendimiento notable, que sin duda pasará a la historia) a condición de que no hubiera huelgas ni sindicaciones. Estos fían en la tercerola del guardia, y en esa cosa mitológica que llaman la fuerza del Estado. Otros son técnicos o científicos: éstos quisieran expulsar al obrero, mandarlo a Francia, man darlo a América, y sustituirlo por máquinas que no se agremian ni hacen huelgas. La sembradora, la trilladora y la aventadora, según éstos, lo resuelven todo. Finalmente, hay, entre los propietarios, algunos reformadores tinidos. Estos están por ceder en algo, y aconsejan al Estado la reconstrucción de la propiedad comunal, el bien del pobre; y ofrecen, por su parte, dar ciertas participaciones al trabaio.
La extrema opinión de izquierda que es la que aqui importa recoger, por ser índice de la situación. cuando es relativamente mesurada, se conforma con pedir al Estado una reforma semejante a la de Rumania e Irlan Si arasen las palabras. ila. El Estado, dicen, puede desprenderse de bus bienes procedentes de embargos, de esos eciales que se han convertido en guarida de mai hechores. Pero hay otra opinión: segün ella, los malhechores no son los que enda2 emboscados por los eriales sin valla, sino los otros, los que están, con asentimiento del mundo, detrás de las vallas, en los terrenos acotados, desfrutando en ocio y en paz de sus sementeras, o dejando que se enmohezca el suelo, bárbaramente, falto del alivio de las rejas. De Alfonso Reyes, en abri de 1919.
Tomadas de su libro Aquellos días. Ediciones Ercilla. 1938. Hombre honrado.
Ante todo, almas libres y viriles Que sin honradez privada no cabe hontadez pública, lo sabe todo el mundo. Mas, de que un hombre figure como tipo de honradez privada, no se deduce que ese hombre merezca citarse como un modelo de buen político.
Supongamos un vecino honrado, tan honrado que administre religiosamente la dote, no sólo de una mujer sino de dos mujeres (si tuvo la suerte de casarse dos veces y con dos ricas herederas. pues bien, ese caballero intachable, ese bonus vir, ese candidato a la canonización, puede convertirse en una calamidad pública si logra coger en sus manos las tiendas de un estado. La dosis máxima de honradez contenida en la naturaleza humana no impide llevar en el cráneo la masa encefálica de un antropopiteco. Al presentar la honradez como titulo suficiente para ejercer el Mando Supremo, se manifiesta que en el Perú los hombres honrados ofrecen la rareza de los mirlos blancos. Nuestros conciudadanos ¿llevan tan desarrollada la bosse de la adquisibilidad y manejan tanto los órganos de aprehensión, que no desnudar al vecino se considera ya como un acto desconocido y milagroso? Al hombre honrado, nombresele Comendador de la Orden de San Gregorio Magno, póngasele en el mismo retablo que a la Madre Monteagudo; mas ro se le nombre maestro de escuela si no sabe la cartilla, ni se le lleve a cantar si no conoce la música y nació con mal oído. En tiempos de la esclavitud, no faltaron mandinyas de honradez a toda prueba: ascendieron a caporales y mayordomos; y se quedaron ahi, porque a nadie se le ocurrió que un pobre negro, incapaz de leer y escribir, poseyera en la sola honradez mérito suficiente para ser Oidor, Virrey o Arzobispo. ¡vaya con la manera como practica ia honradez el mirlo blanco de nuestra fauna política! Hombre honrado, consiente que para verificar su elección se conculque las leyes y se viole las garantías individuales; hombre honrado, falta diariamente a la verdad, asegurando que debe su puesto al voto libre de sesenta mil electores; hombre honrado, favorece las ambiciones bastardas de un círculo, en lugar de servir a los intereses de la Nación: hombrie honrado, tiende un velo sobre las iniquidades y gatuperios cometidos en el régimen democrata civilista: hombre honrado, elige de consejeros y amigos a los concusionarios y rapaces detentadores de la hacienda nacional: hombre honrado, conserva en sus puestos o deja impunes a los monstruos que hicieron de las pro vincias un teatro de crímenes y abominaciones; hombre honrado, en fin, llena de inocentes las cárceles públicas, eterniza los supuestos juicios de conspiración, hace perseguir a muerte a los revolucionarios y no encuentra una sola palabra de horror para condenar las depredaciones, los incendios, las flagelaciones ni los asesinatos alevosos y cobardes.
La pequeñez y miseria del alma alemana no fue ni es de ninguna manera una consecuencia del sistema de los pequeños Estados. Como sabemos, se ha sido orgulloso y lleno de dignidad en Estados mucho más pequeños aún. El sistema de los grandes Estados no hace el alma más libre y más viril. En el alma del que acepta el imperativo servil, itú debes y tienes que arrodillarte. ordenando una inclinación involuntaria de la cabeza ante titulos de honor, condecoraciones, miradas benignas desde arriba hacia abajo, este mismo individuo se inclinará en un Imperio mucho más aún y lamerá el polvo ante el gran soberano con mayor frecuencia de la que empleo ante el pequeño: de esto no hemos de dudar.
Aun hoy encontramos en los italianos de las clases bajas que la sobriedad aristocrática, la disciplina viril y la conciencia de sí mismos, pertenecen a la historia más antigua de su ciudad y que les han sido enseñadas de la mejor manera. Un gondolero veneciano pobre sigue siendo una figura mejor que un Verdadero Consejero Secreto de Berlín y últimamente, es también mejor persona. Esto se palpa con los dedos. Preguntemos sobre esto a las mujeres. Palabras de Manuel Prada en 1900; de su libro Figuras y Figurones. París.
1938. Palabras de Nietzche, citadas por Francisco Curt Lange en su excelente librito: La posición de Nietzche frente a la guema, el Estado y la raza. Edicns. Ercilla Santiago de Chile. 1938. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica