REPERTORIO AMERICANO 91 zagala, diríamos, pletórica de juventud, y un Rey antiguo, que la zagala imaginara pimpollo azul. Entre contraste y repique de pies coquetos, la frase del Rey, tajante: Todas las glorias de España son viejas, pipiola.
Aquí los espíritus del análisis. Es preciso que esas palabras de Valle Inclán sean exprimidas, hasta que suelten todos sus jugos marqueses. Pueden interpretarse a gusto y regusto: estarán bien si indican, como brújulas, que en lo viejo del castellanismo está la virtud más vi.
nosa; y bien, a todas luces, estarán, si, haciendo caso omiso de lo viejo del castellanismo, se refieren a la clasicidad de las glorias castellanas, que son corrientes, como el agua, y naturales, como el diamante de su habla quemadora. Glo.
rias que son desde el día que España abriera los ojos y que a medida que el tiempo transcurre, adquieren un valor insospechable, porque se funden, entrelazan y robustecen, lo mismo que las raíces de un árbol, hasta poseer los mis.
mos huesos y la carne misma de Dios.
marse: Todas las glorias de España son nuevas, pipiola. y mucho más hoy, que España se redescubre a tiro limpio, concretando lo que en el Canto a la Lengua Castellana palpita. Don Quijote pelea con la sombra de sus propios dolores, y toca lo infinito, montado en Rocinante.
Virtud de presente nutrido de melodía pasada. Virtud de la España que redescubre sus ansias quijotescas, mientras América sabe a conciencia que no se ha descubierto todavía.
Hombres del mundo. cantemos al Descubrimiento de América!
En ese sentido pleno, también podría afirCanto a la Lengua Castellana Por GRACIANY MIRANDA ARCHILLA De Alma Latina. San Juan de Puerto Rico, enero de 1937: Obfuvo premio de honor en el Certamen Literario del Ateneo Ibero Americano de Buenos Aires, Argentina Lengua dura del Cid: oro, sangre, armadura: oro junto a la espada que sangre azul evoca y al pecho la armadura, como el Amor de pura, tan virginal y recia como el cristal de roca.
Lengua de Alfonso el Sabio, curvado, en la cantiga, restaurador, poeta de matinales dejos, empuñando las bridas del alba, como auriga, bautizado en la jarra de los vinos añejos.
Lengua de don Quijote de la Mancha de amores, desfacedor de entuertos, victoria galopante, que pelea con la sombra de sus propios dolores y toca lo Infinito, montado en Rocinante.
Fablar de la Teresa que hablaba con los lirios, de la Santa Teresa que con Cristo en los ojos y con Cristo en los labios, devanaba delirios, descosida en milagros y celestes antojos.
Fablar de maritornes y sanchos y toreros, gitanos y pastores: fablar de las supremas tentaciones que funden, chocando en los aceros, avispas de epigramas y abejas de poemas.
Hablar de aquellos Reyes Católicos que un dia para Colón pidieron la llave de los mares, y Dios, desde la prora de la Santa María, volcó sobre las aguas un cesto de azahares.
Después, la noche espesa, soledades amargas, sargazo en las tres quillas, eternidad hirsuta, cabrillas en el cielo y abajo manos largas, ordeñando cabrillas para alumbrar la ruta.
Dolor de lo Infinito que calla inmensamente, que calla ante los malos y calla ante los buenos, pero goce del hombre que no tumba la frente y escucha en las estrellas un galope de truenos.
El galope de truenos de la Lengua que encierra no tan sólo a la España profética y bravia, sino el grito de tierra! cuando Dios grito ¡tierra!
desde el palo mayor de la Santa María. Tierra! Cantar soberbio tronado por España. Tierra. rugió la Historia. Tierra. retumbó el estro y ¡tierra. tierra. tierra. repitió la montaña.
Con la primera espada descendió el Padrenuestro.
Fué la primera misa: voz de Cristo en España, voz de España en América: fué la misa primera, más que llanto y locura, toda beso y entraña, redimiendo a los hombres con palabra severa.
Fablar del Padrenuestro que a los hombres redime, acercando a los labios la piedad y el consuelo; fablar del Padrenuestro, que es pan nuestro sublime, repartido en la tierra y amasado en el cielo.
Hablar que sobre el pecho del indio visionario se durmió como niño, soñó su catarata, y clavando una espada y azotando un rosario, se metió hueso adentro, desde el Bravo hasta el Plata.
Se coló por los huesos de la América buena la rapsodia española, remedando un abrazo: la guitarra sangrante suspiró con la quena y en incásico Sol brotó de un aletazo.
No fué el Descubrimiento de la América fuerte lo que trajo más gloria, señores capitanes; ni el combatir a diente cerrado con la Muerte, ni el haber encendido con oro los volcanes; Detrás de los corceles que mascan epopeyas, detrás del monumento de los Andes altivos, fulguran de la Lengua las rútilas estrellas, como una caravana de puntos suspensivos.
La Lengua de la Raza, volando de Castilla, tendió su arco de triunfo de España al Nuevo Mundo, y América, desnuda, doblando la rodilla, sembró en sus cordilleras el canto más profundo.
Pasión del Romancero, puñal y pandereta; pecados capitales: don Juan con golas finas, Calderón de la Barca tras la Vida coqueta, y Bécquer, un puñado de oscuras golondrinas.
Todos resucitaron, todos resucitaron bajo la respirable suavidad de lo Eterno: Mio Cid con los más áureos guerreros que pelearon, Don Quijote, una mancha de Amor en el Infierno.
Se rasgó todo el igneo cascarón del idioma y el milagro florido propagó luces grandes: Santa Rosa de Lima trasmutóse en paloma y al rumor de su arrullo blanquecieron los Andes.
Los hispánicos leones afilaron sus garras de Argentina hasta Méjico: reverberó el abismo; en una encrucijada de aceros y guitarras, el idioma peleando contra el idioma mismo. Bolivar. Don Quijote Bolivar galo pando!
San Martín con el puño de sol en una fragua; las Españas ardiendo y a gloria repicando; Rubén, con la garganta de Dios en Nicaragua. el Verbo a sacudidas, sin freno y sin espuela, tronando entre relámpagos, amando entre luceros, y madrigalizando, como beso a la vela, tras plantas de mujeres y ojal de caballeros.
Divino Verbo hispano, sagrado Verbo hispano que, uniendo veinte pueblos en sarta de canciones, perduras en la pampa, te bruñes en el llano, y réstante en la sangre semillas de leones.
Sagrada Lengua hispana, Lengua de Dios, ungida por la Cruz y los Clavos y el Cristo que se inflama; madre nuestra que estás. Se arrodilla la Vida y con salto de tigre saluda el Tequendama. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica