REPERTORIO AMERICANO 73 Aquileo Echeverría, poeta popular Colaboración. México. 1938 Al maestro Raul Cordero Amador, quien en sus clares de Dialectología en la de México ha dado o conocer a nuestro gran poelo populor.
ill Winn MAX Aquileo Echeverria Madera de Mox Jiménez Del paisaje costarricense van desapareciendo las cercas de piedra y de musgo, donde al sol, el arco iris de las lagartijas, suele esparcer sus colores sobre la alfombra de lianas; la tapia de adobes cubierta de guarias moradas y de enredaderas silvestres; la casa campesina que pareciera pintada por el sol, de un colorido vivo y alegre, con sus corredores amplios, su tranquera que da paso del jardín al potrero, en donde los bueyes perezosos rumian su tristeza bajo la sombra de un árbol.
El paisaje se llena de caminos asfaltados, la carreta gemidora, que se balanceaba sobre los montículos y se enlodaba en las charcas de lluvia, va dejando lugar a los potentes camiones; el brioso caballo con el jinete ágil y floreador, picándole los ijares con las espuelas para plumiarlo frente a la ventana de la novia, es casi una visión esfumada en el tiempo y el automóvil de líneas aerodinámicas lo ha desplazado del paisaje. La veredita romántica (como el cauce azul del río. cada vez se hace más difícil de encontrar. El concho de camisa engomada, de chaquetón azul, la faja roja al cinto y pantalones ide pana y la conchita de blusa, rebozo y trenzas, va siendo un espectáculo singular en nuestros campos. Con el tiempo las plazas de mercado han perdido su encanto y bullicio, y en las compiñas la marimba, las notas alargadas de acordeón y los tristes acordes de la guitarra no sorprenden al caminante al recoido de un camino, cuando escapadas de la taquilla se van alegres por los prados entre las flores de santa lucía y reinas de la noche. De la pulpería salen las notas sincopadas de la última pieza del jazz que la radio lanza al viento.
Sólo queda una fuente folklórica que cada día tiene mayor afluencia de agua cristalina, cuyo surtidor, bañando el cielo, se esparce con colores de nubes y de estrellas por nuestros prados y se mete en el alma y habla con la voz de las flores y de los árboles y del pueblo.
Me refiero a las Concherías de Aquileo Echeverría. Poesía popular la de Echeverría? Aquí cabe transcribir las palabras que dijera, Pedro Salinas, el poeta español, en una confe.
rencia sobre García Lorca, refiriéndose a lo que es poesía popular. Qué es un poeta popular? Procedamos por eliminación. No es desde luego el que toma al pueblo como tema y canta o escribe sus usos y modales. Eso en todo caso sería el poeta costumbrista, pintoresquista, que se adorna con los colores que toma de lo que le rodea pero sin penetrarlo. Tampoco puede ser poeta popular, latu sensu, el tipo de poeta popular de circunstancias y de momento, que lleva a su poesía el reflejo de la hora o la visión del momento. Podría llamarse a ese poeta social, exponente de un anhelo de grupo humano, legítimo y noble pero no esencialmente popular, porque ds histórico, y lo popular es ultra histórico, se resiste a la historia. De modo que yo considero que el poeta social y el poeta costumbrista deben desligarse con cuidado del poeta popular. Cuál es el poeta popular? El que convierte el habla en fábula, eso es, el que se acerca a la vida del pueblo y transforma todos esos hechos y costumbres. Todas sus formas de vida en mitos. El poeta papular es el inventor de los mitos del pueblo, el que eleva sus actividades vitales a la categoría de mito permanente.
Por eso Aquileo es, en Costa Rica, el poeta popular, porque ha cogido las palabras campesinas y les ha dado vida. En sus cantos está el alma concha transformada en dolor y en alegría: de las acciones pasajeras en la vida diaria de nuestros campesinos, Aquileo ha hecho el mito de su poesía, que el tiempo trarssforma en un mito permanente.
El campo se hizo canto ante sus ojos de poeta, el aire se pob!
de sugerencias y de ritmos, Aquileo espigó en los jardines, voltió los árboles antiguos de nuestras montañas, lleno la cuenca de sus manos de húmeda erra, llevó a la boca la fruta ya madura, y entre veredas en la casa campesina, al caer de la tarde, oyó de los labios ancianos la cantiga, la historia, la fábula y con todos esos elementos amasó cu poesía popular. Creó el mito. El mito permanente.
El poeta le habló al campesino en lenguaje bonachón e ingenuo.
su imaginación hizo al pueblo hablar; su poética es la voz campesina que dice al pueblo lo que el pueblo no habría expresado, y que la hace suya porque es su espíritu, su vocero y su alma. Lo Poesía de Aqui.
leo Echeverría, no ha encontrado en nuestros campos la resonancia que debe tener, se le olvida, se abandona sus predios poéticos y se deja encharralarse, es necesaria la chapia, sacar sus maravillosos cantos al sol para que éstos tomen vida, y más que vida, tomen luz y se hagan habla en los labios campesinos, salte de las bocas a los caminos, recorra nuestros campos, visite las pulperías como la música de las guitarras. Que por la ventana con los rayos del sol, llegue al pupitre del maestro rural, que sea su alma una sola conchería, enseñe lo que es el pueblo y el valor que éste tiene en la expresión artística de un país. través de Aquileo llegamos a la médula de nuestro espíritu, conocemos nuestro pueblo. Porque todo lo que es pueblo, es grande.
El Poeta Echeverría es nuestro poeta popular y la expresión mát pura del alma campesina.
ARTURO ECHEVERRÍA LORÍA La sinalefa Un otrosi. Colaboración. San José de Costa Rice, novien. bre de 938 Si la dicción correcta en la expresión o lectura artísticas, comporta una serie de pausas regidas por la comprensión de la página que se dioe o que se lee, y esto trátese de prosa o de verso que para el caso es lo mismo, no deberán aparecer isinalefas nunca en atro.
pello de signos de puntuación, ni a veces entre verso y verso. la sinalefa deberemos sacaria del campo en que la han apostado, para colocarla en el único lógico, el de la fonética. Para los de la escuela de la dicción cortada de los versos, el problema, en su segunda parte, no lo es, dado que al halagarse con el sonsonete de la rima, que hacen vibrar sonorosamente, cortan el chorro del discurso. El engaste de la cláusula rítmica se rompe, o cambia de intermitencia, ante un signo de puntuación, o por efecto del enchufe de un verso con el sucediente.
Veamos el asunto, en su primera parte, con ejemplos de la casa.
Aquileo Echeverría, en Cuatro filazos, tiene cuatro versos, en cinco líneas, con el diálogo siguiente entre Juan de Dios y Secundino. Me perdonás si te mato. Está claro. bos. Lo mismo. Pues si querés empesamos. Empesemos, Secundino!
En una dicción correcta, el segundo verso, palabras de ambos interlocutores, no puede tolerar sinalefa entre claro! y ¿Y bos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica