120 REPERTORIO AMERICANO Leopoldo Lugones No es posible, en estas líneas que su prestigio pudo haberlo improvisadas bajo el choque de envuelto y ahogado. Hasta es dila noticia, analizar la trascendenPor ALFONSO REYES fícil fuera de su país, encontrar cia de la obra de Lugones en las sus libros. Se reía de las estrate De El Nacional. México, 27 de febrero de 1938 letras americanas y en las letras gias del éxito. Escribía para sacastellanas en general, trascenciarse solo, encerrado en su casa dencia que por lo demás todos coo en su Biblioteca de Maestros.
nocen.
Caprichosas fobias lo alejaban Se adueña del cetro con Los de los lugares y ocasiones donde crepúsculos del jardín. no lo la gente se reune, sobre todo si suelta más. Aún entre los jóvees a perder el tiempo, pero allá nes argentinos, que se vieron en en la pequeña tertulia de amigos el doloroso trance de separarse de dejaba fluir el manantial de reél por motivos no literarios, eru cuerdos, de meditaciones, y la voz común que en el Lunario ternura disimulada bajo aquel sentimental estaba el semillero aire algo nervioso y bronco.
de toda la nueva poesía argentiSu solidez física era extraordina.
naria. Todos los días tiraba el sa, Este altivo criollo, que no deble y andaba buenos trechos a piejaba de contemplar a España con llevando consigo a su compañera, recelo de caudillo insurgente, inque lo era de todas las horas. En corpora con nuevo acento, por su aquella terca juve tud, aún se emisma robustez verbal, las tradiechaba de menos la miel de años, ciones clásicas peninsulares, en la dulce tolerancia propia de los El libro fiel y en otros libros.
poetas viejos y a la que nunca Nacido en el llamado Moderquiso plegarse, siempre verde y nismo americano, se ensancha acre, combativo hasta el fin. como gradualmente hasta salirse de las si acabara de saltar a la palestra.
escuelas, se desclasifica en un aUn día cambió de odre su vino, tletismo característico de su fuerpero su vino se resentirá siempre te personalidad, acoge toda la del dejo del odre primitivo. Sin sustancia desde la mortecina sesaberlo acaso, traía los pulmones da hasta el bronce implacablehenchidos con el viento de la liy todavía en los últimos años lo bertad, a pesar del cambio de encontramos en plena evolución, atmósferas. Lo arrolló la ola del en vida constante, inclinado amodesconcierto social y, como nunrosamente sobre los asuntos po ca era pasivo, él quiso hacer de pulares y escribiendo sencillos nadador. Desde la orilla, vieron poemas del tipo de nuestros corridos mexicanos, poemas imLeopoldo Lugones alejarse con tristeza al que años Por Amiguelli antes (y ya no recuerdo si fué en pregnados de intenso aroma folBuenos Aires, 1932 La voz contra la roca o fue en klórico que saben a yerba sanjua Las montañas del oro. había nera y a recién ordeñada leche.
Su prosa tenía a un tiempo contrasta entre el tono medio de desde su terruño cierto empuje denunciado a los pueblos, con mismo las elegancias de la geo nuestra época, toda ella tan ceñi de conquistador de capitales, re indice severo, lo que en aquel momento estigmatizó bajo el nietría francesa, el latigazo eléc da en técnicas y especialidades, acio y díscolo por veces. imtrico americano al modo de Mar y parece entonces que quisiera pregnado de historia patria, su nombre de la hora de la espatí, y el rumor de órgano secular por su propia cuenta reconstruir conversación era archivo abierto da. Ni sinceridad ni valor ha de las catedrales españolas. Tales el mundo: la Iliada. la Grecia para recorrer los pasos de la vi podido nadie escatimarle. yo espero que lo respeten páginas sobre el imperio jesuíti clásica, la Métrica antigua y mo da argentina. Feliz memoria donco del Paraguay o sobre los ofi derna, las Etimologías, la Mate. de los datos se organizan pronta las hienas, y yo pido empeñosamente a los míos que hagamos cios en Grecia, tal cuento como mática, la Economía, la Botáni mente hacia la interpretación naaquél sobre la lluvia del fuego en ca. Caudaloso derrame impe cional, que era su constante tor para esta tumba el mismo esfuerGomorra son inmortales.
rial, nunca resignado a sufrir cedor.
zo de reivindicación que la noble Maestro impaciente, más de márgenes; algo de atropellamien Su existencia honrada se es República Española ha sabido ha.
una vez se nos desborda, con un to magnífico; insaciable sed. condía en el trabajo, y huía de cer para Unamuno, otra grande anacronismo de renacentista que Hombre de la provincia, trae los relumbrones y vaciedades en encina herida del rayo.
Leopoldo Lugones dejó de existir ayer De La Nación. Buenos Aires, 20 de febrero de 1938 El más grande de los poetas de nuestra lengua acaba de entornar su vida, y todos, admiradores o adversarios suyos, en la doctrina estética o en la actitud pública, se sienten. pe.
netrados de tristeza, agobiados por el estupor de esa inesperada realidad. No podíamos ima.
ginarlo tan cerca de su fin, acostumbrados como estábamos a la presencia de su personalidad poderosa y a la certidumbre de su fuerza vital. Su movilidad dinámica, su agilidad atlética, su entusiasmo combativo, denunciador de su generosidad juvenil, parecían destinados a mantenerlo en una larga existencia sin de clinación y sin amargura. Leopoldo Lugones asombraba por la continuidad de su energía, una energia invasora, siempre renovada y siempre fecunda, que daba a su espíritu el empuje de su adolescencia gloriosa, cuando apareció en Buenos Aires, profeta andiente de ideas nuevas y de formas desconocidas. ya no está entre nosotros este hombre portentoso; ya no oiremos más su acento tronador y no sentire.
mos el calor de su mano, ruda de lealtad. Se ha ido. Salió al encuentro de la tiniebla perpetua y sólo cabe evocar su figura, con el cariño y con el dolor, en este último tributo que ie debe el país, cuya civilización representó con su genio y cuyo tesoro psicológico aumentó con la belleza de su vertiginosa y delicada palabra. Cada uno sabe que el tumulto de la metrópoli se empequeñecerá un poco con la ausencia de su voz.
tentativa de un esquema de la evolución de la literatura argentina, pues Lugones participó en el movimiento iniciado aquí por Rubén Darío y en el cual tuvo una actuación tan definitiva.
Lugones venía entonces de Córdoba y traía de la tierra natal el impetu de creación y el don afirmativo que lo imponían en cualquiera em.
presa con rasgo despótico. Gustaba en esa mocedad llameante de la poesía mesiánica que convirtió a Víctor Hugo, su primer maestro, en una señal de esperanza humana, y su epifania poética reflejó, efectivamente, aquella elocuencia majestuosa que debía persistir en su cuerda épica. Conoció en su juventud la influencia de los escritores de vaticinio social, y al radi.
carse en la ciudad sorprendió a los círculos literarios por su audacia de demoledor y por la potencia inusitada de su expresión. Vestigios de Hugo, como decimos, y matices de los dialéc. Posa a la página 162)
En su verbo múltiple se mezclaban con pre.
fusión igual lo gigantesco y lo exquisito, y esa dualidad, contradictoria en apariencia, revela ba su temperamento y lo situaba a la vez en la época en que se formó su mentalidad. Un esbozo de ese proceso, que se remonta a las postrimerias del siglo xix, equivale acaso, a la Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica