Bourgeoisie

REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXV San José, Costa Rica 1938 Sábado 19 de Marzo Núm. 11 Año XIX No. 843 SUMARIO Leopoldo Lugones Fernando León de Vivero Arte y cultura México y el petróleo Leopoldo Lugones.
La guerra del 56 y su importancia para la juventud Evocación aniversario Seis cartas de Lugones al Sr. García Monge.
Con México.
Carlos Monge Gregorio Marañón Romance.
Leopoldo Lugones.
Consejo.
La obra del prócer Caños.
Mercaderes con infulas de señores feudales.
José Simeón Cañas.
La muerte del prócer.
Miguel de Unamuno Jorge Luis Borges Azorín Antonio Bafres Jáuregui Manuel González Prada Napoleon Viera Altamirano Garcia Monge Arte y cultura Por LEOPOLDO LUGONES De La Nación, Buenos Aires, 20 de marzo de 1938 des artistas. Felices aquellos que no ignoran que la desaparición del hombre que escribió la Oda a los ganados y las mieses merece un acto de contrición nacional.
Poco importan o imporian secundariamente las ideas políticas expresadas por un artista al margen de su creación pura. Lo que nacionalmente importa de Leopoldo Lugones es lo que en su obra queda de construcción, su inspiración sillar: su obra poética, y también, en modo muy esencial, su actitud ante el problema de la cultura. Ambos rasgos fueron en él de una potencia extraordinaria, de una movilidad titánica, y en lo que se refiere a su esencia poética nunca fueron minados pese al equivoco mismo por el equívoco de tal o cual teoria social. La parte de grandeza que hay en una obra de arte consiste precisamente en aquello que se ha librado de lo particular de quien la creó y se ha hecho todo general y común. En aquello que se ha hecho eminentemente compartible.
No es posible separar, pues, a este gran poeta de la naturaleza misma de que estamos los argentinos intrinsecamente constituídos.
No sólo popular, sino nacionalmente, se le debe honrar en consecuencia. Había algo en el que era lo mejor de nuestra complexión, como había algo en Horacio que era lo mejor de la complexión latina, en Hugo lo mejor de la francesa, en Byron lo mejor de la británica y en Garcilaso lo mejor de la española. Cómo dividirlo en nuestra esencia. Cómo distraer a este escritor de lo que entrañaba para nosotros de esencial. Cómo escatimarle trascendencia, no de mera antologia, trascendencia civil, trascendencia nacional?
SANDRO Leopoldo Lugones La Nación tiene el dolor de publicar hoy el último artículo escrito por Leopoldo Lugones. Este dolor implica, aunque luctuosa, una fortuna, que consiste en poder conferir a esta publicación el carácter de un homenaje y dignificarnos así nosotros mismos por la calidad de lo que honramos. En un país culto un gran escritor muerto es como un gran pedazo muerto del país. La relación entre el volumen del escritor muerto y ei sentimiento civil de su pérdid, ha de ser siempre una relación exacta. Existen paises donde, por hallarse todos los valores alterados, reina permanente confusión con respecto a los valores espirituales y, por consiguiente, al propio destino de la nación; en esos países, el extremo más alto de la jerarquía se confiere al tipo social menos genuinamente trascendente, o sea al politico, al negociante y al alto burgués. La muerte de un considerable escritor adquiere en tules naciones el carácter de un accidente desprovisto de importancia pública. Celebremos, pues, antes que todo, a quien merezca una justa celebración; resistámonos a declinar espiritualmente como país.
La Nación honra hoy con esta publicación póstuma tras la cual vendrán oportunamente aquellas que estudien al autor en su perspectiva histórica. a uno de esos grandes escritores cuya fama se confunde en la memoria de los estados con la de los constructores de la nacionalidad. Constructores de una nacionalidad son aquellos que han exaltado el espíritu de un pueblo hasta llevarlo a cristalizar en una empresa épica, ya sea por medio de una acción heroica, ya sea por medio de una insigne acción civil, ya sea por medio de una acción artística.
Constructores de la nacionalidad no son todos los jefes de Estado, gobernantes o administradores de orden común: éstos son los constructores meramente físicos de una nación, son los que levantan el andamio. Pero, deleznable el cdificio que no se construya sin el fundamento operante del espíritu. Los constructores de nacionalidad se definen esencialmente por estar toda su acción, o expresión, condicionada a un pensamiento de indole profética. Tolstoi y Hugo, Dostoiewskt Dibujo de Alejandro Sirio e Ibsen, Puchkin y Nietzche, Mazzini y Alfieri son constructores de nacionalidad en la misma medida moral en que lo son un Alejandro o un César. La materia es diferente y por lo tanto la especie de construcción que resulta. pero el origen de la acción creadora uno solo y lo que consiguen es el fin idéntico de fertilizar y consolidar el sentimiento épico, el sentimiento metafísico de la nación, la idea de su unidad y el sentimiento de la grandeza activa de esa unidad.
Por los relatos de La guerra gaucha, por las Odas seculares, por el espíritu que informa muchas páginas de El imperio jesuítico, por muchos otros de sus fragmentos puros, Leopoldo Lugones ha sido un constructor de nuestra nacionalidad. Nuestra expresión nacional ha alcanzado, gracias a esa obra poética, mucho más universalidade que la que conseguiría por años y años de actos comanes de nuestra vida pública. Felices los gobernantes que no olvidan nunca la medida en que un país se dignifica y universaliza por la expresión de sus granLeopoldo Lugones suspendió la última parte del artículo que hoy publicamos, para morir. Sus últimas lineas datan del día mismo en que desapareció.
Pero este artículo no es un artículo cualquiera de los que había escrito a lo largo de su vida: éste entraña dos aspectos, cuyo sentido va más allá de lo fortuito o circunstancial y asume la importancia de un último mensaje. Este artículo propone a la conciencia nacional dos acti. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica