REPERTÓRIO AMERICANO 281 Mayo, 1938 Señor don Juan Lozano y Lozano Max von lowenthal, muy agradende Director de La Razón 79344 1?
ents 1951Dibujo de Max. von Loewenthal.
En defensa del amigo ausente Dos cartas y un artículo de CORNELIO HISPANO Querido amigo: Tardiamente veo en un número de La Razón, que olvidé leer, un artículo del señor Max Grillo titulado Guillermo sueña en mármol.
Desde el título hasta el fin el escrito es digno de su autor, refleja fielmente su carácter. Para ser breve no me detengo a comentar la no disi.
mulada mala intención, ni otras cosas menos disimuladas que a mí no me sorprenden en el Sr. Grillo. Sólo me permito rectificar dos afirmaciones inexactas y malévolas de ese escrito, a saber: Cuando todos esperábamos que el ilustre poeta (Valencia) ocupase un sitio en el Senado para defender la obra realizada en Río de Janeiro, el solitario de Belalcázar prefirió quedarse a la sombra de las palmas y los tamarindos.
Se trata, como se ve, del Protocolo de Río que puso fin al conflicto con el Perú, de cuyo éxito, según declaración del Plenipotenciario peruano, Dr. Víctor Maúrtua, hecha a la prensa de Barranquilla, contribuyó decisivamente la gran inteligencia y vasta ilustración de Guillermo Valencia.
La verdad, y estoy seguro que Grillo la sabe, es que fuerza mayor de la más baja política, impidió a Valencia ocupar su puesto en el Senado de 1934, en que se discutió el Protocolo.
Cuando él llegó al Valle, el 15 de Julio de ese año, supo que por gestiones inspiradas y dirigidas por Laureano Gómez, y ejecutadas por sus abogados Juan y Hernando Uribe Cualla, el vallecaucano Absalón de Soto, efímero Mi.
nistro de Gobierno en aquellos días, fundado en un artículo o inciso, de muy dudoso sentido, alegado por los Uribes Cuallas, falló de conformidad con sus pretensiones y despojó a Valencia de su puesto en el Senado, por haber aceptado un cargo diplomático. y le privó de la ocasión que él anhelaba más que nadie de ir a defender su brillantísima y decisiva actuación en Río. Dos o tres días después de dictada esa inaudita resolución, me encontré en la calle 14, con Absalón y le censuré lo que había hecho con nuestro ilustre coterráneo Valencia, a lo cual contesto de una manera evasiva. Valencia estorbaba a Laureano, le dije, y habia que sacarlo.
Los móviles y alcances de la intriga que a partó a Valencia del Senado son claros como el agua. Los conservadores tenían mayoría en 1934. Alfonso López se posesionaría de la presidencia el de agosto, y Laureano Gómez, su intimo amigo, y sin duda de acuerdo con él, debía darle posesión, y como López no se había mostrado partidario de la aprobación del Protocolo, Laureano encabezaría, como Presidente del Senado, con la mayoría conservadora y unos pocos liberales, la oposición inmisericorde con tra el Pacto de Río que salvó a Colombia de una guerra absurda y ruinosa. tan certero fue el cálculo que Laureano fue Presidente del Senado, en lugar de Valencia, le dió posesión a López, y el Protocolo sólo pudo ser aprobado un año después cuando ya no había conservadores en el Senado y Eduardo Santos había enmudecido hasta hoy, en las Cámaras, a Laureano, del mismo modo que Olaya Herrera, años atrás, dió cuenta de él, e hizo aprobar el Tratado con los Estados Unidos, base de nuestro progreso económico y de nuestra tranlidad exterior e interior. Sin embargo, debemos ser justos con Laureano Gómez porque contra su voluntad, contra sus cálculos, su ciega pasión politica, en los dos casos, no logró causar daño irreparable a Colombia, en lo cual, con igual.
Bogota, junio de 1938.
Herrera, fechas 23 de julio de 1934, y 23 de julio de 1935, un año completo en que la opinión del Presidente no había variado respecto de mí. Dice la primera. Siguen las cartas honrosísimas para Valencia. la hora de ahora aún no he podido ver el artículo de Grillo que dejó usted chorreando de dos rudas lanzadas.
Querido García Monge: Veo en el Repertorio Americano, No 844, marzo 1938, arteramente enviado por Maximiliano Grillo, y de buena fe publicado por Ud. un artículo titulado Guillermo sueña en mármol. Para que Ud. y los lectores del Repertorio se enteren de las inexactitudes que contiene ese artículo, y de su malevolencia, le incluyo, y le suplico se sirva insertarlos, si es posible en el próximo número de su selectísima revista, dos cortos escritos míos publicados en La Razón de esta ciudad, o sea, en el mismo diario que publicó Guillermo sueña en mármol. Por rara coincidencia recibí al mismo tiempo el Nº 844 del Repertorio y una carta de Guillermo Valencia (Popayán, mayo 31, 1938)
en que me dice. Va ya para ocho días recibí en copia la generosa carta que para mi defensa usted dirigió a La Razón, a nuestro común amigo don Juan Lozano. Me he quedado, eso sí, ayuno del artículo de Max Grillo, el que por lo visto traía peor intención que una flecha de los Motilones. He encontrado para robustecer algunos conceptos de usted sobre mi no concurrencia al Congreso a defender el Tratado con e! Perú que celebramos en Río, estos apartes de dos cartas del doctor Olaya Vi también la breve respuesta que le dió a usted el ortóptero. Siento que el haber salido a quebrar lanzas por este amigo ausente, le haya granjeado injurias nuevas, aunque Usted está curado ya de espantos y podría decir con Zaratustra: Has oído tú de dragón que haya muerto de mordedura de serpiente? Para algo le creció la cola desmesuradamente al brontisauro.
Anticipándole mi sincera acción de gracias por la inserción de esos escritos, me place repetirme, una vez más, su devoto admirador y amigo de siempre, HISPANO No fue posible conseguir los dos números de La Razón en que aparecieron los escritos míos por haberse agotado.
Le envío, en cambio, dos copias exactas a las que envié a La Razón y fueron publiblicadas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica