Democracy

EDITOR: GARCIA MONGE CORREOS: LETRA TELEFONO 3754 REPERTORIO AMERICANO EXTERIOR: EL SEMESTRE: 00 EL ANO: 00 o. am.
En Costa Rica: Suscrición mensual: 00 SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA El suelo es la única propiedad plena del hombre y tesoro común que a todos iguala, por lo que para la dicha de la persona y la calmo pública, no se ha de ceder, ni fior a otro, ni hipotecar jamás. José Marti.
Giro bancario sobre Nueva York José Simeón Cañas En los caminos de la eternidad Por NAPOLEON VIERA ALTAMIRANO Envío del autor. San Salvador, de marzo de 1938 Dr. José Simeón Cañas ¿Lo habéis comprendido? así como fue ayer, así será hoy, y así será mañana. Es esa la constante espiritual, más que humana. Los millones de un magnate del petróleo o del algodón o del acero no podrán sacudir la historia como la sacudieron aquellas pequeñas hojas de laurel de la Atenas de Pericles, ni como la sacuYa lo veis. La vida siempre tiene, aunque la incredulidad y la timidez se empeñen en no verlo, un fresco testimonio a favor del ideal. Muy bien está el realismo certero e infalible, que no pierde blanco y que sabe regresar a sus bases, tras cortas correrías, con las alforjas llenas. Nada tan fácil en la tierra como colmar el apetito. Pensad que la vida, antes que la más pequeña y diminuta fibra cerebral tuvo su gran cavidad, su vientre. Es así como han podido predominar, como número, aquellos que heredaran la máxima capacidad para el despojo, para el atropello, para la garra, Pero en los caminos de la eternidad, en los senderos de la inmortalidad que vale iguallas cosas pasan de manera distinta; y alli se imponen, a la luz cegadora de los cielos, figu.
ras delicadas y pueriles caras llenas de ingenuidad, almas cándidas de niños que fueron el hazmerreír de los realistas. Allí la figura mínima que pudo apenas ofrecer la resistencia de una sombra a la dentellada de la fiera, se vuelve magnificencia y poder. Los soñadores actúan como emperadores. Los santos son figuras temibles. Están en su plano, en las dominaciones de las cosas impalpables para las dimensiones terrenales.
Este José Simeón Cañas es un testimonio llega hoy, advertid bien, como si se le hubiese llamado. Siempre el invitado invisible e inesperado. Todo se puede urdir con maravillosas artes y el pecado está ya para consumarse; cuando algo falla, y la ganzúa se cae de las manos del ladrón, y la ropa robada se queda flotante en las zarzas del camino, y el puñal homicida se deja ver, al fondo, en el torrente que baña el sendero; y el niño que había quedado por allí dormido, y que no dejó verse, sale y dice lo que ha visto; y el sordumudo se hace entender con señales, y hay algo que baja de los cielos para dar testimonio.
Así viene este buen Padre Cañas, que no se quedó atrás de toda la falange de santos sacerdotes que en la hora matinal diáfana de la América, supieron ver más allá de sus parroquias y se sumaron en un esfuerzo titánico para crear porque la crearon desde entonces una gran Patria continental. Nada les fue necesario, sino acogerse a la Cruz, es decir, a Cristo, es decir, al Evangelio, y a la Biblia, y a Moisés, y a los Profetas. No os amendrentéis, no temais, no vaciléis. Hombres de poca fe! a No veis como la zarza se incendia en Horeb. No ois el trueno del Sinaí. Habéis olvidado que un día de tantos se abren las aguas del mar, para dar paso a una multitud que tenía fe, y que cae alimento del cielo para que no falte vigor a quienes debían cumplir un destino. No habéis advertido que todo, en la historia, se vuelve milagro ¿Qué valen los corceles y los relámpagos y los aceros y las naves heroicas y las cosas resplandecientes del Paganismo, frente a esta fe sencilla, que nos habla de un Padre celestial, que vienė a hermanar a los hombres de todas las razas y todas las latitudes. Qué vale el mismo Prometeo, ante esta figura mínima del predicador de Galilea. La muerte del prócer Necrológica. El Dr. Presbítero José Simeón Cañas, murió en Zacatecoluca, pueblo de El Salvador, el del presente mes (marzo. Fue un venerable y caritativo sacerdote, puro en sus creencias y en su ejemplar conducta sin que jamás la manchara la falta más pequeña.
Este sabio honro siempre, sin desmayo, la causa de la Independencia y la Libertad, sin pretensión alguna y hasta con sacrificios que lo redujeron a la pobreza.
Siendo diputado a nuestra Asambiea General Constituyente, en ocasión en que se discutía acerca de la libertad de los esclavos, se hizo conducir a ella enfermo, defendió con entusiasmo los derechos de la humanidad y concluyó ofreciendo todos los bienes, que entonces poseía, para ayudar al rescate de las irfelices víctimas de la esclavitud. Esta escena hizo verter lágrimas a muchos de los circunstantes, porque la virtud sincera, que alarga una mano compasiva a los desgraciados, conmueve con ternura el corazón.
Amante decidido de las letras, protegió cuanto pudo a nuestra antigua Universidad con un celo patriótico. Enseñó Filosofia a muchos jóvenes, con discernimiento y esmero, y se hizo amar de cuantos tuvieron la honra de tratarle. Que la posteridad venere sus cenizas y que el Sér Supremo haya premiado sus virtudes. Del número 28. página 107 del Semidiario de los Libres, periódico centroamericano de importancia que se publicaba en 1838. IMPRENTA BORRASE HERMANOS dieron, desde el rico romano, las túnicas desgarradas de los que morían por la verdad. aquí tenéis a este hombre pequeño y humilde. Como Delgado, como Morelos, como los Aguilar, como todos los buenos sacerdotes que viercin hacia el porvenir y que quisieron cumpiir con su deber hacia Dios y los hombres, que es cumplirlo hacia la fraternidad y la justicia, se aprestó a poner su grano de arena. sucedió que, como andaba perdido frente a las aguas desoladas que angustiaban el corazón de Juan en Patmos, como había vagado frente a la inmensidad de los principios, su grano de arena resultó un diamante fabuloso que pasaría a ser scl en la corona de inmortalidad de una nación naciente.
Eso fue todo el milagro. no hizo más: sino acercarse a Dios. nuevamente se confir la tesis, de que basta acogerse a una bandera de santidad, a un gran principio, a una gran fe, para que todos vayamos, desde los más grandes hasta los más pequeños, entrando al reino de Dios, al sendero de la inmortalidad. Originador de la idea. Para qué esa prelación? Acordaos de Eclesiastés y ved que todo es vanidad. Tomad en cuenta también que nada hay de nuevo bajo el sol. Nada de nuevo, excepto esto.
Que la verdad olvidada se ha llenado de resplandor en boca del apóstol, y parece que acaba de caer desde las estrellas. El vidente vuelve, como Zarathustra, con la llama del Paraíso en las manos. José Simeón Cañas no había inventado el concepto de la Emancipación, como no inventaron ni Delgado, ni los Aguilar, ni Morelos, ni Bolívar, ni San Martín, ni nadie, el concepto de libertad e independencia, bien conocido desde que Leonidas se volviera acantilado en las Termopilas o Sagunto se envolviera en lenguas de fuego. Pero este hombre sencillo se siente animado de una inmensa piedad, de una sublime comprensión, y asi hubiese estado muriendo, y así hubiese estado agonizando, arrastrándose, agonizante, claudicante, habría llegadci allí a pedir que la República naciese impoluta, sin una sola mancha, y que las instituciones proclamadas no contuviesen la más leve traición a la libertad.
Eso fue todo. La voz del deber escuchada, el mandamiento de Dios bien cumplido. ahora resulta que este hombre se ha convertido en montaña y en fuerza de la nacionalidad y de la Patria, y en los instantes en que el mundo parece volver los ojos a las perspectivas tenebrosas de un nuevo Medioevo en instantes en que el mundo oye gritar cosas incoherentes contra la democracia, el testimonic del Padre Canas viene a nosotros, a recordarnos la fe de nuestros padres, los principios que supieron dar consistencia y vida a una gran familia de pueblos.
Obra bien cumplida, y ya habemos la cosa que no desaparece. Ladrillo bien cocido y dejado allí en los cimientos de Tebas o Babilonia, nadie sabe ya el nombre del obrero, pero la obra está allí, y la arcilla modelada parece encendida con (Pasa a la página anterior. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica