REPERTORIO AMERICANO rostros de amantes pálidos con pálido fulgor.
Como apagada escoria en las nubes quedó supo ¡oh desencanto!
que no era un resplandor, sino un reflejo pálido que la mandaba el sol.
No sé por qué no muero cuando beso su frente, junto al mutismo trágico de su boca cerrada.
No sé por qué no muero si su cara adorada no es ya más que la cáscara de su espíritu au. sente.
Por no matarme, no entra la certeza en mi pecho.
Es verdad que está muerta sobre su blanco lecho, pero desde otro lado nos mira sonriendo.
Aunque la cita es incompleta, basta para formarse una idea de la fuerza emotiva del poema y de su intensidad pasional. En sut delirio, la poetisa piensa que el ser amado no se ha ido, no se ha diluído como un sueño en la oscuridad, sino que está ahí, la acompaña y le acaricia como siempre, y es ella la que está loca, ciega, insensible, se ha convertido en un bloque de piedra y no tiene facultades para palpar y gozar su presencia adorada. Pero después vuelve la dolorosa certidumbre de que los demás tienen razón, de que sus sentidos funcionan y no la engañan, de que el ser amado duerme su último sueño bajo la hierba y de que algo infranqueable los separa. El corazón y los sentidos tienen su vida propia y sus razones y se sublevan contra la conciencia que quiere imponerles sus crueles verdades. Es que yo era la luna es otra creación admirable de su amor desconsolado: Es que yo era la luna y es que tú eras el sol.
Cuando resplandecias blanca brillaba yo.
Me miraban diciendo. iqué dulce resplandor!
y bajo mis destellos de clara inspiración se amaban los amantes con más ardiente amor.
Tú eras el sol, mi vida, en aquel otro lado quiero creer ansiosa, y la luna era yo.
mientras junto a sus labios una trémula rosa que, de saberla muerta, también se está murienMaría Monvel fué siempre dueña de un do.
ritmo y una música exquisitos. Armonía del verso y armonía integral del poema, en Pasarán los años y no pasará el recuerdo que se funden las notas, a veces contra de esta mujer que supo sentir tan hondadictorias, de las sensaciones, los sentimienmente y que expresó su dolor en forma tan tos y las ideas que integran la composición. diáfana y bella. Haz de nervios sensibilizaPero ahora, el pensamiento y la proximidad dos por el martirio, alma quintaesenciada de la muerte, la pasión encendida, la ins en el crisol de un sufrimiento imaginario, y piración desconsolada, le dan la clave de por imaginario incurable. María Monvel una melodía recóndita, inaudita. Pocas ve. abandonó estas playas para ir a buscar en ces habíamos oído al contenido poético otros cielos la plenitud de un amor que no tomar forma con gracia tan espontánea, cabía en el frágil vaso de su cuerpo. Tuvo con tan fluyente naturalidad. Se diría que más fe en el Amor que en la Vida. Soño en el corazón de la poetisa nacieron sus que su alma podía cumplir su destino más dolores envueltos en música y palabras, al allá de los límites sensibles.
unísono con su orquestación maravillosa: El estado de ánimo en que se hallaba la Quiero morir, aunque se muera poetisa, la llevó a familiarizarse y traducir junto conmigo tu recuerdo.
algunas poesías de Geraldy, Shakespeare, Se morirán sobre la hierba Ackermann, Lamartine, Goethe. Estas tratus ojos verdes, tus cabellos.
ducciones de tres lenguas están hechas con Yo no más tengo la centella una fidelidad, fluidez y belleza de expresión maravillosa de tu ingenio.
que sólo consigue el poeta que logra iguaQuiero morir, aunque me lleve lar con su emoción refleja la inspiración la luz del mundo, si me muero.
original. Además, requieren un conocimiento profundo de los idiomas que se En los sonetos titulados In Memoriam el utilizan.
dolor resplandece, el sufrimiento se crista Finalizan el volumen algunas composiliza como un rubí sangriento: ciones que la poetisa destinó a sus hijos, y de los cuales destacaremos sólo este con¡Muerta! dicen los suyos, muerta dice la gente, cepto que muestra su gran corazón matery muerta digo yo, cuando la siento helada.
nal. La bondad es un talento del alma de el sol alumbra como si no pasara nada exquisita calidad y de muy superior eseny sigue el corazón marchando indiferente. cia al talento vulgar que muchos poseen. Es que yo era la luna y es que tú eras el sol.
Las gentes lo ignoraban y lo ignoraba yo. Yo creia que mio era todo el fulgor!
Pero un día en el cielo el sol apagó Dios.
No brilló más la luna ni nunca más baño Muerte del Dr. González Víquez, ex Presidente de Costa Rica De El Tiempo. Bogotá, enero 18 de 1937 סמת Fue necesario que llegara él Repertorio Americano, la excelente revista semanal de García Monge, para que supiéramos la inmensa pérdida que ha sufrido Costa Rica. Próxicumplir los ochenta años, don Cleto González Víquez, dos veces presidente de la república, cerró los ojos para siempre. Sobre su féretro han caído las lágrimas de un pueblo. El homenaje de la patria ha sido global.
De todos los partidos, de todas las clases sociales, de todas las edades brotaron, como última ofrenda, los pétalos de rosas.
Don Cleto González Víquez fue la síntesis de las más claras virtudes de su raza. Hombre sencillo, acogedor, risueño, que de nada se jaclaba, entregado al estudio y a la meditación, y a dar consejos patriarcales, lejos del poder, en el poder era el hombre tolerante y al propio tiempo enérgico, que sabía lo que quería, cómo lo quería y para que lo quería, enamorado de su pequeña y encantadora tierra, decidido campeón en ella de las libertades públicas. Era para su patria, guardadas proporciones, un estadista del tipo de Masaryck.
No que tuviera el fondo filosófico del checoeslovaco, ni que le hubiera cabido, como a éste, la gloria de ser creador, en medio de pueblos hostiles, capaces de impedir la realización de su sueño. Pero si que se afianzaba en el derecho, que tenía un corazón saturado de bondad, que amaba a los humildes, que se preocupaba por la elevación de las clases trabajadoras y por hacer cada día más cierto el imperio de la justicia.
En una república pequeña, civilizada, de gente blanca, de escritores de nervio, de mujeres lindas, don Cleto era un continuador de ia tradición libérrima y un orientador, que en medio de los nuevos problemas mostraba las nuevas sendas. Lo respetaba todo el mundo por su rectitud, por su af abilidad, por la consagración de su espíritu a todas las necesidades de lu patria. Era un jurista con sentido jurídico.
Mas que la ciencia valían en él la intuición, la inclinación generosa de su pensamiento, el gusto de dar, el gusto de obrar, la certidumbre de que las soluciones tenían que acomodarse al derecho, desde el momento en que brotaban de su anhelo de servir y de su conciencia sin mancha.
Lo conocimos hace diez años. Ya era un ancianito de frente amplísima, de cabeza calva, pintada en los lados por la nieve. Vivia modestamente, pero rodeado de libros, de reiratos. Uno vimos, de una muchacha divina, ante la cual se sentía el impulso de doblar la rodilla. Es Maria Santísima. le regunt mos sonriendo. Es una nietecita. contesto don Cleto, encantado de que nos hubiéramos dado cuenta de que había ese sol en su vida.
Hablamos largo rato, del ayer, del momento que pasaba, de las luchas durante el mal gobierno que tuvo Costa Rica, del vigor mental de los costarricenses, de la devoción del país por la libertad, del encanto de las damas.
Salimos fascinados. En términos colombianos, hablar con don Cleto, como le decían allá al viejo licenciado de tan larga travesía en la vida pública, era como hablar con el doctor Nicolás Esguerra, con el doctor Francisco Uribe Mejía, con uno cualquiera de esos grandes patricios, todo probidad, todo arrogancia y todo simpatía, que iluminan con sus ojos y con sus manos cuanto ven y cuanto tocan. Desaparecido de la agitación terrena, su tumba se convierte en un santuario, y al lado de la bandera, que sus manos sostuvieron con decoro, vigilará su sombra NIETO CABALLERO Con la CENTRAL DE PUBLICACIONES Avenida Juárez, Apartado 2430. México, México. Tels. Eric. 59 75 y 208 38 Méx. 94 30, consigue Ud. este semanario.
Con PISBA Apartado Mérida Venezuela Independencia, 126, consigue Ud. este semanario. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica