REPERTORIO AMERICANO 47 hicieron del indio, del Ande y del vocabulario quéchua una nueva confección esnobista. Entonces surgió lo que he llamado en otra cportunidad, ese cromolitografismo pictórico, literario y musical que equivale a las marinas y barcarolas del pastiche europeo. Hay, sin duda, excepciones que revelan una gran fuerza artística, pero por lo general, no se trata sino de un mero pinturerismo que no va más allá de las palabras y del colorín detonante. Don Manuel González Prada, gran figura señera, inteligencia y sensibilidad poderosas, es el único precursor de la nueva vida peruana en todos sus aspectos. Política, ética y estéticamente es el gran maestro de las últimas generaciones, y de él arranca también, en ciertos aspectos, el rico venero de nuestro americanisme.
Pero, en Vallejo, técnica, atuendo retórico, ler. guaje, estilo, imágenes, sensibilidad, dintorno emocional, intimismo lírico son ahincada y acendradamente americanos. Zahonda su realidad como una clava incisiva. En los senos de su obra, no sólo entrevemos sino que palpamos la yema naciente de una América que brota entre dos túmulos: el Coloniaje y el Incario. Rica posibilidad universal que viene con su impronta vernácula y que tiene una efigie inconfundible y contemporánea, sin el regusto arqueológico del sepulcro. El poeta ha roto el complejo de Edipo: ora el de la madre española, ora el de la madre india, y se ha hecho, todo él, porvenir y creación viviente.
Expresión nativista César Vallejo ha vivido quince años en París, y su contacto con el mundo europeo le sirvió para acendrar su propio mundo. No se diluyó en la atmósfera de los boulevares, como tanto señorito rastacuero, cuyas almas febles se oxidan a fuer de mineral muerto. El siguió viviendo con el vigor de su América y porque supo nacerlo. denodado y valeroso, es uno de nuestros muertos vivos, cuya obra trasciende su tumba. Por momentos su pensamiento alcanza tal pristinidad expresiva que su emoción parece surgir con su propia carne viva de los limbos de la rada, como la criatura que emerge del broche materno con su sangre y sus tejidos congénitos. Sus versos nacen vestidos con el paramento de su propio ser.
Su simplicidad nativista es tal, que muchos no la comprenden porque no se agarra a los oídos como las melodias viejas. Tampoco solemos comprender al niño porque es integramente nuevo para nosotros. Si se quiere comprender esta posía el lector necesita volver a nacer con ella, recrearla en sí mismo, estremecerse con su vagido y pasmarse con su sorpresa. Debéis ser como niños, dice Jesucristo, para penetrar en los mis.
terios de mi Padre. la poesía, cuando es ella en sí misma, viene envuelta en un cendal divino, que no se desvela ante los ojos cansados.
El poeta Vallejo, como realización estética, es una energia inédita de la Naturaleza, que es fuerza creativa desde su concepción hasta su alumbramiento. Ni en el pasado, ni en el presente tampoco esperamos que en el porvenirhaya nada que se le parezca. Podrán surgir fuerzas más poderosas, porque la matriz de la Vida es siempre inagotable, pero, serán distintas. Como toda gran poesía, la suya es única. En él se curple el apotegma del arte eterno: una vez y nunca más. De su obra entera brota un requerimiento urente, quemante, ardido, hacia las generaciones futuras: el de ser libre cueste lo que cueste.
Con César Vallejo muere uno de los órganos más finos y sensibles de América. Con el tiempo nuestros pueblos habrán de reconocerse en el porque fué un garfio de luz y de belleza que supo prender la fúlgida estrella en el sal y tenebroso de nuestras tierras. Por él América fué, testética, con una categoria espiritual de libertad que anuncia ya el porvenir esplendoroso.
Para apreciar la obra del poeta en su cabal valoración humana, necesitamos todavía una cierta lejanía en la perspectiva. Me tocó darle la mano en la cuna de su tarea, en plena alba de juvenil embriaguez; tócame ahora, también, entonar el De Profundis de la muerte ante el pórtico de su tumba.
magma abiSarmiento y España Por ILDEFONSO PEREDA VALDES Colaboración. Montevideo, octubre de 1998 como un afrancesado, que como hijo idiomá.
tico de la raza.
Sus ataques contra España provocaron la indignación de sus propios amigos como don Rafael de Menvielle, que se pregunta por qué Sarmiento no se llama Sarmantier.
Sarmiento no supo gustar del sabor popular Tarde. Colaboración. Montevideo, 26. julio de 1938Sarmiento es el criollo que no puede comprender a España porque la ve demasiado cerca de sí mismo, en su sangre y en su médula.
Ve los defectos, no las virtudes de la raza.
Traslada el escenario de América a España y culpa a la madre de los defectos de la hija. No la trata como madre, sino como madrastra.
España para Sarmiento es la España de los Felipes, la feudal y de los monumentos históricos, le interesa el Escorial, como símbolo de opresión y feudalismo.
Le molestan los caminos de España, la falta de unidad política, de sistemas modernos de educación. Medita como un viajero francés que recorre la barbare Espagne. Es en su pensamiento un europeo más que un americano. Pasa un poco superficialmente sobre la literatura española de la época. Le interesan los artículos de Larra, probablemente por la parte negativa de ellos en lo que demuestra su buen gusto y acierto, pero alaba a Espronceda, como el mejor de los poetas, en lo que no acierta sino a medias Sarmiento tiene la inquina contra España.
No lo puede remediar, la lleva en la sangre.
Es cierto que el resquemor está cercano, que apenas estos pueblos han salido de la cáscara colonial; que España fué egoísta y olvidó ai al criollo. Pero cuando la emprende contra la ortografía en una reforma que preconiza, en su memoria leída en la Universidad de Santiago de Chile el 17 de octubre de 1843, aprovecha la ocasión para emprenderla contra Es.
paña. La considera peor que América, literariamente pobre. Sarmiento no se detuvo a gus.
tar la pureza idiomática de Lope, de Garcilaso o de la novela picaresca, eligió probablemente para blanco de su crítica a algún escritor adocenado o algún afrancesado del siglo XVIII, sin percatarse que de esa manera pensaba más bien Llevo en los ojos, sol y campo verde, negras tierras aradas y colores de flamencos en vuelo.
Se me pierde la mirada por los alrededores.
Tengo el oido lleno de rumores marinos.
Vuela arena que muerde como miles y miles de roedores.
Gime un pinar costeño, siempre verde.
Traigo las manos dóciles al juego del médano, que sube hacia los cerros.
Ebrios van mis sentidos.
Marcho a solas.
de Lope, si no no hubiese exigido la democratización del idioma castellano. Ante el purismo clasicista de Bello se explica en parte la reacción de Sarmiento; pero en materia como ésta una y otra exageración son malas. El afán iconoclasta del hombre que se forma fuera de 12 disciplina de la cultura, lo lleva a Sarmiento a incurrir en exageraciones y pedanterías de mal gusto. Una reforma ortográfica? Pero ¿para que sirve una reforma ortográfica? Cualquier pro fesor pedante se cree con derecho a reformar la ortografía. Sarmiento invocaba las razones de orden político y educacional, la necesidad de simplificar las reglas de la ortografía para hacer más accesible el idioma para el pueblo, en países, que, como decía Sarmiento, ignoran la lectura y la escritura. Pero el caso es que nues.
tro idioma no ofrece las dificultades de pronunciación de algunos extranjeros. La inuti.
lidad de su reforma explica su propio fracaso.
Nadie ha seguido las normas americanas de la reforma de Sarmiento, a excepción de los chi.
lenos, que la adoptaron por la autoridad de Bello.
Tal vez Sarmiento tuvo la intuición de un idioma de los americanos, pero ésta es cuestión compleja de por sí como para tratarla en otro artículo.
El antiespañolismo de Sarmiento tiene su explicación en sus más hondas raíces españolas. Quién que es español no antiespañol alguna vez en su vida? Defecto de la raza y de la índole díscola del criollo, y Sarmiento, un criollo con alardes de europeo y de americano del norte, que quiere imponer de rondón la cultura europea, el uniforme europeo en un ejército de gauchos, el lujo presidencial, la distancia respetuosa de la jerarquía en un medio semi bárbaro, empieza por desconocer el origen de nuestra estirpe.
Sin mirar hacia España no podemos corregir nuestros defectos, de ella provienen, como de nuestra doble esencia española americana saldrán nuestras futuras maneras de ser, nunca de la imitación europea.
Bástame asi. Gozo mi dicha, luego, al retornar, seguido por mis perros, que ladran al embate de las olas.
JOSÉ PEREIRA RODRÍGUEZ Costas atlánticas de José Ignacio. 1938.
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