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REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXV San José, Costa Rica 1938 Sábado 19 de Febrero Núm. Año XIX No. 839 Hokusai.
La vida de Emilio Zola en la pantalla.
Ante el clamor de las mujeres venezolanas.
Dover Beach.
Poesias nuevas Correspondencio.
Alrededor de Charles Louis Philippe.
SUMARIO Francisco Las Euménides de Sandino.
Emilia Prielo Dios profege ol desvalido.
Juan del Camino La rebelión de la moderna juventud.
Mathew Arnold Apuntes sobre la pseudovolentio.
Vital Noriongue La democracia fica o prueba en los elecciones del 13 de febrero.
Eduardo Avilés Ramirez Un simbolo de la incultura fascista Aura Rosland Rivera Reyes Fernando Corvajal Horacio Bernaldez Barahona Streber Ildefonso Pereda Valdes Hokusai Por FRANCISCO AMIGHETTI Colaboración. Costa Rica y marzo del 38 no Al pensar en Hokusai me imagino la figu.
ra del artista ya viejo, como el retrato que conozco pintado por su hija. Pero no es esto solamente lo que me hace interesarme por los últimos años de su vida que marcan en la generalidad un descenso de las facultades un disfrutar de lo conseguido en años anteriores. Este hombre parece que se hubiera burlado con su ironía habitual de las leyes biológicas. los setenta y cinco años escribe en su libro de las Cien vistas del Fusi yama: la edad de ochenta habré progresado mucho más, a los noventa penetraré el misterio de las cosas, a los cien haré maravillas y a los ciento diez, en mis dibujos, no habrá un punto ni una línea que no sean vivientes. este hu.
mor en que disfraza su fe lo conserva Hokusái a través de sus más duros reveses, manifestándolo tanto en lo que escribe como en lo que dibuja.
Nació en 1760. Muy temprano graba en la madera, ilustrando cuentos para niños y relatos fantásticos que él mismo componía, los cuales firma con nombre diferente al que usaba como pintor.
Sobresalió también en el género breve y popular del Hai kai. Antes de dibujar las cascadas y los puentes de madera, en cuyo fondo parpadean las ventanas de oro de las casas verdes, su poesía sutilmente se anticipa a lo que será luego su pintura. cuando dibuja los bambúes entre la niebla o bajo el claro de luna, no hace sino volver a la poesía sirviéndose de un medio de expresión más obediente.
En 1804 se decide por la pintura abandonando las letras. Es entonces cuando ilustra libros escritos por los demás, especialmente los del novelista Bakin, y como éstos llegan a alcanzar un éxito que mucho atribuyen, a las ilustraciones de Hokusái, se origina el romDimiento entre estos dos artistas. Este éxito hace nacer en el pintor la idea de publicar li.
bros. conteniendo solamente dibujos (mangwa, o sea dibujo espontáneo) páginas donde su fecundidad, su imaginación y su capacidad técnica alcanzan su mayor intensidad.
Alli todo se mezcla en una prolífica variedad, como en esos bazares donde se acumulan las cosas más diversas y exóticas y donde el pa.
sado y el presente se entremezclan. Alternan los cálices de las flores visitados por insectos con las cabezas atroces de los ciegos, los guerreros de la historia japonesa con los sacerdotes sintoistas, los paisajes velados por la nieHokusái, oclogenario Retrato de su hijabOyei de sus miles de dibujos y de sus centenares de libros ilustrados, no pudo escapar de la miseria que lo atormentó en los últimos años de su existencia. Es muy fácil para un artista ganars: la vida pero después de muerto decía Degas, y en Hokusai se repite esta sangrienta paradoja.
Hokusai como gran artista era en primer lugar un gran asimilador siendo esto precisamente el secreto de su originalidad. Estudio profundamente a los chinos, sus austeros maestros, logrando rematar el esfuerzo hecho por sus predecesores nacionalizando la pintura y creando un paisaje y un hombre que corres.
pondieron al Japón que antes era interpretado a través de la estética de las gloriosas dinastías chinas.
No sé cual sería la actitud con que este artista, si viviera, observaría la guerra que hoy se desarrolla, en la cual se destruye la tradición acumulada por el esfuerzo de millares de años y se extermina al pueblo que en épocas muy lejanas mandó al Japón, no guerreros, sino civilizadores que llevaron las filosofías, las religiones y también los artistas que les enseñaron a dibujar con una técnica rigurosa y con un sentimiento claramente oriental.
Hokusai no sólo se enriqueció utilizando la tradición de su país alimentada por los chinos sino que su curiosidad hacia lo occidental lo hizo en cierto momento por el con tacto con los holandeses profundizar la perspectiva, insinuar el claroscuro y hasta firmar horizontalmente, pero sin dejar de ser japonés, al contrario, transformando en cosa propia la influencia extraña, En su método de dibujo, escrito en la ve.
jez, acepta como buenas cualquiera de las dos técnicas, la oriental o la occidental, dice. En la pintura japonesa, damos la forma y el color sin buscar el relieve, pero con el procedimiento curopeo, se busca el relieve y la ilusión del espacio y Hokusai por fidelidad al temperamento de su raza continúa siendo siempre un oriental en su pintura, Antes de él otros artistas habían hecho la síntesis en sus dibujos del impresionismo y el realismo. La poderosa objetividad de este pueblo, consideraba estas maneras de interpreta.
ción como estados de la naturaleza, puesto que en ella todos los encuentran. esta unidad está conseguida en la pin.
tura con la ausencia del claroscuro y dándole toda su importancia al blanco y negro pues.
to que son sobre todo pintores en tinta china bla con los monstruos en que abunda la leyenda. Toda la humanidad, borrachos, prestidigitadores y mercaderes, toda la naturaleza con sus pájaros y sus peces y toda la animalidad, hierven en esas páginas que son trasunto de la vida observada. Hokusai no vivía generalmente sino pocos meses en cada casa y en cada barrio, deseoso de descubrir las gentes que irían luego a poblar sus álbumes de dibu.
jos. Son estos libros los que en el siglo pasado comparaban los escritores con la obra de Balzac y de Goya.
Hokusai se independizó de la escuela de Tosa, escuela aristocrática, refinada y convencional, para crear un arte donde la vida que fluía a sus ojos tuviera cabida y resonancia.
Ukiyoye se llamó esa tendencia naturalista que lo precedió y que puede traducirse por Escuela vulgar, en contraposición con la pintun de la corte. Por esta manera natural, hu.
morística y apasionada de expresarse, fué considerado como un bufón que se contentaba con divertir al bajo pueblo; sin embargo tenían que aceptarlo porque su capacidad como dibujante estaba fuera de discusión. a pesar estilos se Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional,