Civil War

178 REPERTORIO AMERICANO na parte, la fama que ha llegado a coronar la obra literaria de Mariano Azuela durante los últimos años?
Carleton Beals, en el prefacio a la traducción inglesa hecha por Munguía, Jr. Nueva York, 1929) no trata de explicar por qué motivo Los de Abajo repentinamente atrajo la atención del mundo entero de habla española, diez años después de haber sido publicado. pero sí añade que, cuando esto ocurrió, los literatos mexica.
nos volvieron a verse unos a otros, sorprendidos. Si se le puede perdonar a Mr. Beals la inexactitud de sus cálculos matemáticos al decir que diez años después de haberse publicado por vez primera su afirmación de que los hombres de letras de México ignoraban completamente la existencia de Azuela y de su novela no por eso debiéramo pasarla desapercibida. Lo literatos mexicanos no sin tieron sorpresa ouando la novela escrita por Azuela ocupó su legitimo lugar entre las grandes obras escritas en prosa en la América Latina. Aproximadamente tres años antes de la fecha citada por Beals, Azuela fue reconocido por aclamación como uno de los principales novelistas de México, y Los de Abajo fue descrita como la gran sensación literaria del momento. lo que relatamos a continuación puede atribuírsele en muy gran parte la reputación bien merecida de que ahora goza Azuela.
Hacia fines del año de 1924, los literatos comenzaron a preguntarse qué era lo que se ha bía llevado a cabo en los campos de la poesía, del drama y de la novela que podría resistir los embates del tiempo. Uno de los artículos más llamativos de esa época lo encabezaba así José Corral Rigán (2) La influencia de la revolución en nuestra literatura. 3) Es lógico que el escritor conocía bien poco a Azuela y mucho nenos sus obras. Se expresa así: Los escritores de la revolución no son los que estuvieron con la revolución. para ccrroborar su tesis, anade. La revolución tiene un gran pintor: Diego Rivera. Un gran poeta: Maples Arce. Un futuro gran novelista: Mariano Azuela, ouando escriba la novela de la Revolución (4. esto ocurría unos escasos dos meses antes de que Los de Abajo fuera proclamada como la producción literaria más conspicua de la Revolución.
No fue sino hasta un mes después, sin embargo, que se lanzó el reto a la generación compuesta por escritores jóvenes, y nada menos que por uno de los más destacados y distinguidos de ese mismo grupo. Julio Jiménez Rueda no empleó eufemismos en el artículo que fue publicado en El Universal del 20 de Diciembre de 1924, titulado El afeminamiento en la literatura mexicana. Después de señalar lo (que ya todo el mundo sabía, es decir que nuestra vida intelectual ha sido siempre artificial y vana. añade que los escritores de épocas anteriores, sin embargo, y que perte.
necieron a las escuelas literarias Parnasiana, Simbolista y Naturalista, poseían por lo menos. chispazos de genio, pasiones turbulentas, aciertos indudables y frecuentes, y ponían en la obra un no se qué. gracia, comprensión de la naturaleza circundante, amor, elegancia, pensamiento original que la distinguia del modelo que imitaba. Pero hoy. hasta el tipo del hombre que piensa, ha degenerado.
Ya no somos gallardos, altivos, toscos. Es que ahora suele encontrarse el éxito más que en los puntos de la pluma, en las complicadas artes del tocador.
Se duele de que en los años venideros, los que estudien la literatura mexicana contempo ránea llegarán a sentir que se encuentran frente a un simpático bordado recocó. Y, dice al lamentarse, eso, en tiempos en que la tragedia ha soplado tan de cerca. Por qué motivo es que el México moderno no se ha expresado en la literatura de nuestros días. Por qué es que los literatos mexicanos continúan escribiendo des de la altura de sus torres de marfil. Por qué es que ellos, como los escritores de la Rusia revolucionaria, no han creado una obra de combate en la cual México aparezca agitado, revuelto, en plena locura creadora, en acción constante, pueblo de perfiles netos, colorido bri.
lante y trágico masculino en toda la acepción Ide la palabra. Bien extraño que durante catorce largos años de tremenda gitación revocionaria. no haya aparecido la obra poética, narrativa o trágica que sea compendio y cifra de las agitaciones del pueblo en todo ese período de cruenta guerra civil, de apasionada pugna de intereses. El pueblo ha arrastrado su miseria ante nosctros sin merecer siquiera un breve instante de contemplación.
No podía esperarse que un ataque tan provocador y una descripción tan pesimista, tan desconsoladora de la literatura y de los escritores contemporáneos, pudiera pasar desapercibido. pesar de su bien clara inclinación en dirección del pasado literario tanto de España como de México, Julio Jiménez Rueda no podría haberse sentido tan pesimista con respecto a la literatura de hace una década. Lo más probable es que haya pintado la situación en tonos tan negros con el expresado propósito de provocar y de estimular la sana reacción entre los literatos mismos, y para estimular el interés del público en general. Si tal fue su deseo secreto, no puede negarse que dió resultados sumamente halagadores, porque avivó el fuego de un duelo entre los literatos el cual duró por espacio de varios meses y uno de cuyos frutos fue el descubrimieneo de Azuela y de su novela más conocida. La chispa la suministró un colega joven de Jiménez Rueda, el cual, armándo.
se de paciencia con la esperanza de que alguien contestara a su desafío, no pudo por fin contenerse y aseguró con todo aplomo ante el público de México y de la América de habla española, que existe en la actualidad una literatuna mexicana viril, que sólo necesita para ser conocida por todos, de una difusión efectiva (5. Francisco Monterde, estaba de acuerdo con Jiménez Rueda en que faltan literatos de renombre. pero, aseguraba él. afirmación que provocó comentarios cáusticos, muy amargos, de la pluma de Victoriano Salado Alvarez, el cual muy ingeniosamente interpretó la frase de la falta de literatos se debe a la falta de críticos (6. Monterde probó su tesis perfectamente, sin embargo, al citar el caso de Mariano Azuela. Podría señalar entre los novelistas apenas conocidos y que merecen serlo a Mariano Azue.
la. Quien busque el reflejo fiel de la hoguera de nuestras últimas revoluciones, tiene que acudir a sus páginas. Por Los de Abajo y otras novelas, puelde figurar a la cabeza de esos escritores mal conocidols, por deficiencias editoriales él mismo edita sus obras en imprentas económicas, para obsequiarlas. que serían po.
pulares y renombrados si sus obras se hallaran, bien impresas, en ediciones modernas, en todas las librerías y convenientemente aldministradas por agentes, en los Estados. Quién conoce a Mariano Azuela, fuera de unos cuantos literatos amigos suyos? sin embargo, es el novelista mexicano de la revolución, el que echa de menos Jiménez Rueda, en la primera parte de su artículo.
Así fue como la novela Los de Abajo y como el nombre de Mariano Azuela fueron presentados por primera vez al público lector en México. la riña entre literatos, la cual atrajo bien pronto combatientes de todos los sectores, sirvió admirablemente para que convergieran todas las miradas hacia el novelista mexicano de la Revolución.
Victoriano Salado Alvarez entró entonces al ruedo en defensa de Excelsior y rompió lanzas en favor de Jiménez Rueda, afirmando que no hay literatura nueva, y la que hay no es me.
xicana. y a veces, ni siquiera es literatura (7. De mucha mayor importancia, sin embargo, es su actitud definida la cual contribuyó mucho a excitar el interés del público en Los de Abajo al declarar que aunque ha leído varios de los cuentos de Azuela jamás había leído la novela citada por Monterde, la cual, añade él. según parece, es una curiosidad bibliográfica.
Añade combustible al fuego que ya iba creciendo al desafiar a su adversario con la siguiente burla. Sostener que no hay literatos por el hecho de que no hay críticos, sería lo mismo que atribuir el que los niños nazcan sin pies a que no hay zapateros como Herman, que calcen con todo primor a los infantes. lo cual contesta Monterde que cuando se refería a la escasez de buenos críticos y a la urgente necesidad de una crítica inteligente era con referencia a los literatos de renombre los escritores cuya fama de existir entre nosotros una crítica positiva y eficiente sería La lógica del alcaide Medina Norberto Borges también engrillado arrastra difícilmente su pierna inválida metiendo un ruido terrible. Está casi sordo y enflaquecido y envejecido.
El paralítico Párraga y el cojo Borges son los dos exponentes de una sola crueldad vil con la circunstancia de que el alcaide Medina, tiene una pata de palo. ni siquiera por la solidaridad de la misma desgracia se apiada de estos dos hombres. menos que la lógica del alcaide Medina sea la de aquel oficial mejicano de Zapata, que yendo en camilla con un balazo, junto con otros tantos heridos, al voluer del síncope, echó mano al revólver y les cayó a tiros a los otros heridos. Hijos de la chingada! aqui no hay más herido que yo!
Medina se habrá dicho. Aquí no hay más cojo que yo. 2) Francisco Monterde me informa que José Corral Rigán era seudónimo empleado indistintamente por tres periodistas de esa época por Ortega, Carlos Noriega Hope y por Arqueles Vela. 3) El Universal Ilustrado, 20 de Noviembre de 1924. 4) Lo subrayado es mío. 5) Francisco Monterde, Existe una lite.
ratura mexicana viril. El Universal, 25 de Diciembre de 1924. Existe una literatura mexicana viril? EI Universal, 25 de Diciembre de 1924. Lo cuenta José Rafael Pocaterra en su libro: Memorias de un venezolano de la decadencia. Tomo II. Editorial Elite, Caracas. 1937. (7) Ibid. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica