88 REPERTORIO AMERICANO Palabras de Manuel Ugarte sobre la tumba de Alfonsina Storni, en Buenos Aires, el 26 de octubre de 1938.
Envio del autor Alfonsina Storni Responso por Alfonsina Storni Por AUGUSTO ARIAS Colaboración. Quinto, Ecuador, octubre de 1938 En pocas veces se ha escrito un cable más en poesía, tocado de términos élegos y extendido como en un viento marino de tragedia, que no es el alción, sino lese aire cortante del mar que se ha tragado el cuer.
po de los que mueren lejos de las costas, para ser fondeados, o el que unta el yodo, a golpe de ola, sobre el naufragio flotante: Mar de Plata, octubre 25 (A. El cadáver de la bien conocida poetisa argentina Alfonsina Storni, fue encontrado flotando cerca de la playa Las Perlas.
Alfonsina Storni estaba, en los últimos años, cultivando la hurañez que la distinguiera. Desabrida de la existencia, sus pasos se pare.
cían mucho a los de la huída. más bien a los que se dan, en apretado regreso sobre el mismo plano, en la voluntad del encerramiento. es que la poetisa, cifra de alto sueño, buscaba la existencia que fuese hecha a imagen y semejanza de aquél. dolorida de no encontrarla, pasaba por etapas de hipocondría y de angustia. Carente de la serenidad que buscara el térmi.
no medio sobre la resignación de la tande mediocre, el ala de que careció se agitaba con un nervosismo imposible, hasta que se distendiera, con empeño de extenderse contra un horizonte sin límites, en esa playa de las perlas, que sugiere la impresión de orientes condensados y de finas caracolas, como el de los oídos que fueran a escuchar los ritmos de los cauces más profundos. Allí se dio Alfonsina, quizá, a la tentación sin encuentro de los últimos buzos.
Tendríamos que figurársenos a esa irremisible desengañada, por los fugaces retratos literarios que de ella conocemos y por la fotografia imperfecta que llegó, algún día, en la página inicial de sus libros o en las revistas de Buenos Aires. Pequeña y gordezuela en la época de La Inquietud del Rosal, su primer libro de 1916, cuando la poetisa ha.
bía pasado del puerto deslumbrador de los veinte años. Demacrada ya hacia el final, como si se le hu.
biese secado la carnal presencia, en ese fuego de mustiarse mientras se da el canto. Fea, más bien, sobre la belleza perenne del espíritu. De una blancura casi transparente el rostro pálido y en él sus ojos de azu.
losidad remota, de ese azul de tono diluído hasta desvanecerse emblanquecer. unos cabellos de un rubio, asimismo, blanquecino. Sin atractivo que venciera por la seduc.
ción o la simpatía próximas, Alfonsina, pulidora del verso, se dio en una de las obras poéticas más per.
fectas. si los libros de sus etapas del comienzo, como si El Dulce Daño, Irremediablemente, Languidez, Ocre, conciertan el apunte simbo. Pasa la página 93)
Nunca he sentido una emoción tan honda como al coordinar estas palabras, que no podrán traducir, sin embargo, lo que verdaderamente sentimos todos; pero que deben dar la despedida en nombre de la Sociedad Argentina de Escritores a la poetisa insigne que acaba de desaparecec, en una brusca resolución silenciosa, dentro de la trágica soledad de las grandes almas.
Alfonsina Storni formaba parte de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Escritores, y es en representación de sus compañeros de comisión y de todos los miembros de la entidad, que traigo aquí la contenida lágrima de los momentos solemnes, y la palabra de admiración de cariño que sólo puede reflejar la consternación en que vimos desaparecer a una de las figuras más originales, más queridas y más gioriosas de nuestro mundo intelectual.
La poesía de Alfonsina Storni, toda en fibra y en tensión de alma exaltada, tiene líneas tan netas y excluyentes, que no puede ser confundida ni comparada con ninguna voz conocidi.
Hirsuta en la acometividad, tajante en el vuelo, esa poesía no deriva de la búsqueda artificiosa o de la novedad calculada, sino del abandono 10tal de una personalidad auténtica, que tuvo resonancias de cacacol marino y recogió y amplificó las vibraciones del corazón como las del mismo mar, su amigo, cuyas olas recuperaron aunque fuera por un momento lo que, por ser tan grande, creyeron que les pertenecía.
Fue Alfonsina Storni el maravilloso puente sentimental entre la vida terrestre y esa vida sideral, a menudo mal descifcada, que todos llevamos en el fondo de nuestras vidas y que sólo despierta al conjuro de la fórmula milagrosa, hallada en una iluminación, por el verdadero poeta, fórmula que después repiten y agradecen las generaciones.
Alma de luz, alma de cerezo florecido, Alfonsina fue buena, fundamentalmente buena.
Tuvo la ingenua y libre sinceridad de la saturaleza y de los niños. era tan limpia la inspiración inicial, que, hasta en el trato corriente, que ella matizaba de paradojas desconcertantes, aparecía en todo momento el ser superior, el espíritu refinado y supremo que pronunció las palabras más sencillas y a la vez más recias y perdurables que hemos oído en América.
Hay en estos momentos algo intimo que sangra dentro de nosotros en forma de dolor huy personal frente a la irremediable partida que nos separa para siempre; y esto, señores, corta la voz y escapa a la expresión verbal. No lo podemos traducir. Está dentro de nosotros.
Nos encontramos frente a la muerte. Sólo podemos decir que hemos perdido la mejor amiga, la más comprensiva, la más cordial. Se ha hundido una cúspide, la voz más alta y más pura de la poesía castellana contemporánea. Si queremos mitigar nuestra pena sólo nos queda la convicción de que para recibir a Alfonsina hay un temblor de hojas primaverales en los bosques de la eternidad. וח MANUEL UGARTE Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica