Imperialism

94 REPERTORIO AMERICANO No debemos excluir a Filipinas Por ELPIDIO VALERA. De Repertorio de Honduras. Tegucigalpo, lo. de abril de 1938 En e! Repertorio Americano, de San José de Costa Rica, número del 29 de enero recién pasado, aparece la invitación que la Universidad Nacional de México hace a su ilustre director para que asista al Primer Congreso Internacional de la Enseñanza de la Literatura Iberoamericana, que se celebrará en la capital azteca del 15 al 22 de agosto del prese año.
Loable por muchos conceptos es la referi.
da iniciativa. Una finalidad de vinculaciones hondas precede todos sus actos. El conocimiento recíproco de nuestras jóvenes repúblicas ibéricas, tratará de afirmarse, incluyendo, por supuesto, a la nación amazónica del Brasil.
Alrededor del aislamiento cultural en que vegetan estos pueblos mucho se escribe todavía. De poco nos sirve la misma lengua y religión, una idiosincrasia tan semejante y sobre todo el palabrerío de ocasión, echado a volar para convencer a los demás de esa imperiosa necesidad de vincularnos, de formar la única sociedad estable de naciones, porque nace del espíritu y de un sentido igual de la realidad pretérita y actual. Todo ello es una verdad gastada en los labios de cuantos la pronuncian. Faltan los medios de encauzarla por rumbos de positivo alcance, y nos alegra sobremanera ver que la Universidad mexicana tiende ya a collocar la primera piedra, difundiendo la enseñanza literaria del mundo español.
Lo anterior se presta a una observación, que entraña a la vez la unidad de esa cultura ibérica, esparcida no sólo en el continente americano, sino también en zonas lejanas del Paoífico. Por qué no incluir en dicho estudio a Filipinas, tierras hermanas por la misma influencia española durante más de tres siglos y donde la hermosa lengua castellana sigue el invariable curso de su historia, a pesar de las influencias imperialistas extrañas? Ellas, por su alejamiento material, nos han merecido poca atención en años transcurridos y es dable asegurar que han sido principalmente nuestra indiferencia y poca visión del porvenir, las causas de tal desvinculación, hasta rayar en los grados de la extrema ignorancia.
Más que en Puerto Rico se ha luchado allá por defender esa cultura, por rechazar la descastación que algunos países iberoamericanos no vacilan en aceptar con una marcada proclividad hacia el esclavismo africano. Por consiguiente, mayor razón de ahí se desprende para que seamos en ésta y en otras muchas oportunidades quienes ofrezcamos nuestra eficaz cooperación a la necesaria unión intelectual.
El ansia universalista que en tantos hombres nuestros ha completado la tradición española, de mente clara y voluntad mística, debe fincarse igualmente en este aspecto de la iniciativa azteca. Es hora de ver más allá de las fronteras continentales, porque los hechos pasados, y en épocas llamadas de atraso, fueron en esto de auténtico valor proselitista.
Filipinas e Iberoamérica tienen eslabones indestructibles por la historia y el vehículo admirable del espíritu que es el idioma. Pronto pozará el archipiélago de soberanía completa e ingresará al rol de las naciones independientes, la única en Asia que puede vanagloriarse de haber recibido por entero la civilización europea gracias al esfuerzo castellano de legendarias hazañas.
Tanto allá como alquí, existe una literatura, un verbo, una élite espiritual, fácil medio de acercamiento para la América española en la laudable empresa de alta pedagogía que venimos comentando.
Quiera, en verdad, esa misma pedagogia, realizar el ideal ecuménico de la cultura ibérica en las tierras de Colón y Magallanes.
hacía ya bastantes años, estuvo a punto de casarse, pero su naturaleza caprichosa extinguió las ilusiones de su noviazgo, y ella continuó con mucha calma y sin gran pesar su vida de soltera.
Acostumbraba Rosa, barrer todas las mañanas las hojas y ramas secas del pequeño jardín que daba a la calle, para amontonarlas en el caño.
El viejo policía que vigilaba el barrio, nunca le llamó la atención, pues al poco rato pasaba el barredor de calles y se llevaba toda la basura.
Cierto dia fue destituido el paciente amigo de Rosa, y ocupó su puesto un joven y exigente policía. Este la corrigió benévolamente varias veces, pero Rosa no le hizo caso, creyendo que sus palabras obedecían al deseo de parecer fastidioso. Mas un dia el joven empleado no venia muy dispuesto a aguantar bromas ni caprichos y la reprendió severamente. Rosa contestó en tono despectivo. Lo que Ud. desea es que lo crean muy activo.
El policia anterior nunca me dijo nada. Además, yo estoy simplemente cumpliendo con mi obligación No venga Ud. a decirme respondió el joven que sus patrones le ordenan que barra todas las ramas para arrojarlas a la calle. No puedo creerle eso. Ud. no está diciendo la verdad. No tengo por qué mentirle, dijo la muchacha. Soy pobre, pero tengo palabra. Bien sé que si yo fuera señorita de sociedad, Ud. no me vendría con impertinencias. Pero aunque se ahogue en cólera, no le hago caso a un majadero. continuó más aprisa barriendo la basura hacia la calle.
Entonces el policía muy enfadado dijo: Sirvase darme su nombre. Yo represento la autoridad, y su falta de respeto.
Rosa no contestó, pero con un gesto de desprecio se dirigió a la casa y cerró la puerta, dejando al policía con su discurso apenas empezado. El joven sonó el timbre y la señora Jiménez salió. Ella escuchó las quejas del policía, quien le dijo que las órdenes provenían de la Secretaría de Salubridad Pública, y por lo tanto él se veía obligado a hacerlas cumplir. Ud. tiene razón, respondió la señora. Ahora mismo le voy a ordenar a Rosa que venga a llevarse esta basura de aquí.
La doméstica fue llamada, y obedeciendo a la patrona recogió el montón de hojas y ramas. Sin embargo, al pasar frente al policía sonrió satisfactoriamente. El muchacho extrañado fijó los ojos en donde había estado la basura.
Roca había dejado un solo palo seco, en medio de la calle.
Cuentos breves de VERA YAMUNI Colaboración. Son José de Costa Rica, noviembre de 1938 La avaricia castiga Confesión de amor Antonio era un judío avariento. Poseía un moderado capital, pero a pesar de ello, no vivía de acuerdo con su situación pecuniaria. Era descuidado en el vestir, y no se daba el lujo de tener en uso dos vestidos. Despacio se va más largo. se repetía Antonio a menudo. Limpiaba su traje dos veces al año: el dia de su cumpleaños y para año nuevo, ya que el pensaba. De todas maneras se vuelve a ensuciar.
Cierta vez la casuaildad y él pensaron juntos, y como resultado efectuó un negocio estupendo, del que salió ganando más dinero del que tenía planeado. Se paseaba Antonio ese día por las calles, llena su mente de placenteros pensamientos, cuando leyó el siguiente anuncio: Limpiamos su traje mientras usted aguarda. Entonces penso: con lo que hoy he ganado, bien puedo gastarme 25 en algo superfluo. entró en el taller.
La ventana del cuarto en donde se desvestia no estaba en tan buen estado, que no permitiese ver los transeuntes que caminaban por la acera.
Distraído, entregó sus pantalones que inmediatamente fueron metidos dentro de la máquina de limpiar a vapor. En ese momento vio pasar a su amigo Juan, quien le era deudor de 100. 00 desde hacía ya algún tiempo. Después de varias semanas de andar en su búsqueda, solamente logró saber de la familia de Juan, que éste había abandonado el país, sin rumbo fijo.
Al ver Antonio que su amigo se alejaba, quizás para continuar su redorrido alrededor del mundo, se puso el saco apresuradamente, y sin detenerse a pedir sus pantalones, salió corriendo detrás de él. Pero si Antonio perseguía a Juan, la policía seguía a Antonio, quien fue detenido antes de haber logrado alcanzar a su querido amigo. Desesperado, siguió con los ojos llenos de lágrimas la escapatoria de Juan. El policia le gritó. Qué significa esto? Pero Antonio estaba angustiado a tal extremo que no pudo articular palabra.
Aquel día que comenzó tan placentero, lo terminó en la cárcel.
Ardientisimos eran los deseos de Cecilia y Eugenia de visitar Liberia, ya que habían oído hablar mucho de la belleza de las noches liberianas, y del sentimentalismo innato de todos sus pobladores. Aun los árboles había oído decir Cecilia. parecen susurrar palabras de amor. El corazón me avisa. exclamaba Eugenia, que vamos a gozar mucho, y nunca me he visto engañada por sus insinuaciones. continuacon haciendo sus valijas en silencio, sumidas en sus propios pensamientos, y quizás hasta forjando en su mente alguna aventura amorosa.
Dos días después se encontraban en Liberia.
C:mo a Eugenia nunca la engañaba el corazón, encontró todo como había pensado: agradable compañia, noches de luna, sentidas serenatas que lastimaban su corazón, pensando que aquellos deliciosos momentos pudieran tener fin. Así transcurrió una semana, y entonces llegó el dia anterior a la partida. Ella expresó sus sentimientos a su amigo. El le respondió: Esta noche te Ordenes son órdenes Rosa era la doméstica de la casa del señor liménez. Tenía quince años de trabajar en dicha casa y había adquirido cierta familiaridad que le permitía desenvolverse con libectad, considerándose como un miembro de la familia. Una vez. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica