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REPERTORIO AMERICANO 35 A Creo que la piedad, de la resignación o la belleza morbosa del dolor son nefastas, y hay complicidad de exaltarlas, porque mientras seamos dulces, resignados, piadosos y sufridos pueden dormir a pierna suelta el capital y la opresión y los explotadores tendrán aseguradas sus ganancias. No faltará quien diga que nada tiene que ver lo uno con lo otro. Pero eso revela falta de observación y un desconocimiento absoluto de las relaciones del arte con la vida social.
El arte es algo eminentemente pedagógico. Sabido es el hondo efecto psicológico que aquél determina en la voluntad y en la conciencia de los individuos, hasta el punto de que hoy los anunciantes de toda clase de productos recurren casi exclusivamente a medios plásticos con el fin de atraer compradores.
ninguno de nosotros desconoce el éxito mundial con que la casa Bayer ha impuesto sus productos, a base de anuncios gráficamente elocuentes, a tal extremo que hoy no hay quien no se aspirinice cuando le traquea un tobillo. El Capital ha entendido muy bien este aspecto didáctico del arte pero lo ha tomado sólo para dar a conocer productos, porque verdades especulativas y postulados filosóficos no son artículos que puedan ofrecer la truculencia de sus grá ficas. Por eso creo que la Revolución debería intensificar la campaña en ese campo para que esos insuperables efectos didácticos traspasen ya resueltamente las fronteras de Rusia y Méjico. El efecto del cine, por ejemplo, es de cualquier observador avisado muy bien conocido.
Ya lo que podría llamarse una mujer de película pulula por nuestras calles. Casi no nos es posible tratar muchachas auténticas, porque en la mayoría de los casos irrumpen por todas partes gretas, imperios y lupes sin dejar uno que otro Clark Gable que de cuando en cuando nos sale al paso. si aún se quiere un ejemplo más elocuente no hay más que asistir en provincias a la procesión de la Dolorosa, para darse cuenta de que todas las concurrentes van poniendo la cara como se la hizo a la virgen el santero siguiendo los moldes que aún le presta la tenebrosa realidad social de la Edad Media Empeñados en arrancar la Belleza de ese campo de las abstracciones en que lo situaron Kant y Hegel, busquemos información por lo pronto en las siguientes consideraciones que al respecto hace Castelnuovo: El sentido de la belleza reside en la conciencia que el hombre adquiere voluntaria involuntariamente de todas las leyes que rigen la formación y transformación del universo. El concepto de belleza o de fealdad, entonces fluye de la perfección o de la imperfección de lo que el artista reproduce, excluyendo de esto la perfección o imperfección de su habilidad técnica. la perfección o la imperfección se deriva del molde mismo que la naturaleza nos ofrece en todas sus cosas, molde que cambia constantemente, adaptándose y readaptándose a los cam bios que el movimiento le imprime a la materia. más adelante, refiriéndose el mismo autor al respecto que podría llamarse utilitario de la belleza dice, con gran acierto creo yo. Cuando un animal no necesita más un órgano de terminado, como la motilidad del cuero cabelludo en el hombre o la motilidad de sus orejas, esta función, si persiste, termina por ser fea en virtud de su inutilidad. El sentido de la belleza y el sentido de la utilidad se desarrollan y actúan paralelamente en el ser humano. Del mismo modo todos los elementos que contribuyen a mantener nuestro equilibrio físico, la luz solar, el agua, la atmósfera son bellos y gratos, porque satisfacen nuestras necesidades orgánicas, procurándonos un placer y una Hipersexualismo Madera de Emilia Prielo Concepto materialista del arte Conferencia leida en Juventud Democrática el 21 de noviembre de 1937 Por EMILIA PRIETO Envio de la autora. San José de Costa Rico, dicbre, de 1937 (y Viene de la entrega pasada) Y hechas ya estas aclaraciones podemos com paginar las palabras que constituyen el tema de esta disertación, Concepto materialista del Arte, tratando de atenuar el prejuicio ese por el que resulta sacrilego poner al Divino Arte tan cerca de la vil materia. Pero aún se presentaría la cuestión esa tan discutida filosóficamente de la relación que ha querido establecerse entre el Arte y la Belleza. Quizá sea antidialéctico usar eso de relación. Más parecieran acondicionarse ambas cosas intimamente como el movimiento y la materia porque cabe afirmar que también las más finas partículas de la producción artística están animadas por esa razón suprema de economía biológica y universal, que conocida como armonía y ritmo, son en síntesis belleza. Recordemos, a propósito cómo en el Anti Dühring, Engels, con esa su inimitable ironía, al analizar aquel puente de la continuidad que establece su contrincante, o por mejor decir, su criticado, entre el movimiento y la materia, le dice más o menos: Vea, señor Dühring, es puente de la continuidad no es otro a mi entender que el de los burros, y el primer burro que lo atravesó fue Ud. Por eso dentro de una posición materialista tampoco vamos a negar la belleza así como creo yo que no nos será posible negar ninguno de los postulados del idealismo sino simplemente darles otra clase de interpretación, sacando del campo de la metafísica en que hasta ahora se han movido como sombras blancas e intangibles, la Verdad, la Justicia, el Bien y la Belleza, para darles en el campo de la acción y ante el devenir mayores posibilidades de rendimiento. Por eso, lo que se ha entendido por belleza hasta hace unas décadas, adolece de los mismos errores y las mismas fallas de que están llenas las concepciones estéticas siendo así que hay una belleza de tipo burgués, de tipo individualista o por mejor decir, de tipo capitalista, como tam.
bién la puede haber de carácter místico, arqueológico y hasta prehistórico, porque las posibilidades cambiantes de la belleza son incalculables e infinitas, y no pueden estar subordinadas a la intransigencia ocasional de las clases privilegiadas.
Pero, en este momento y dado ese continuado de lo histórico hacia un reajuste total de todos los valores, quiero manifestar con todo el énfasis de que yo sea capaz, que la belleza de la ternura, de la inconsciencia, de avance Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica