63 REPERTORIO AMERICANO diestra. Quiero que conste que por la causa ella me debo. era su frase reticente. Bolívar. De modo que no irás. volvió a prede Cuba me dejo clavar en la cruz. dijo pa afirmaría una férrea voluntad de dominio, aun guntar Chechevitsen. iré.
ra cerrar sus labios enfervorizadores.
cuando ya se limpiase de aquélla, para la purificación, en su atardecer de Santa Marta. Mar. Pues vistete!
Chechevitsen, para convencer a Volodia, elo.
Emeterio Santovenia, otro de los martió ti no. La empresa de Bolívar, de vastedad exlatras de América, en su Bolívar y Marti ha traordinaria, sería continuada, en palabra y en giaba a América, rugía como un tigre, imitaba a un barco, insultaba, prometía dar a Volodia todo establecido, con afectuoso conocimiento, el pa acción, por José Mártí, por más que el mismo ralelo del héroe cuya vida ocupa en estos días hombre admirable cuyo elogio ha querido trael marfil y todas las pieles de leones y tigres. aquel chico moreno y delgaducho, con sus a Emil Ldwing y el apóstol cubano. De la mis zarse en estas líneas descoloridas, hubiese excabellos cerdosos, y lleno de Tecas, les parecia a ma fortaleza de las afinidades, ha resaltado sin presado una vez, con la desolación de los granlas niñas un héroe extraordinario. Era un homembargo, el aprecio de las diferencias. Pero la des, algo que puede cobrar actualidad en las bre decidido y valiente, y rugía de tal manera pura misión de su bra les identifica y hasta les mismas horas a las cuales asistimos: El Lique, estando detrás de la puerta, se podía penune. Martí se declaraba, como Bolívar, profun bertador hace falta en América, porque lo que sar que era realmente un león o un tigre.
damente americano. De América soy hijo, a él no realizó, todavía está por hacerse.
Cuando las niñas regresaron a su cuarto y empezaron a vestirse, Katia, con los ojos llenos de lágrimas, dijo: Juan Montalvo Ah, qué miedo tengo. Viene de la página 56)
Hasta las dos de la tarda, cuando se sentaron a comer, todo estaba tranquilo; pero duvolencia de nuestros semejantes, por importante de la vida. Diga usrante la comida diáronse cuenta, de pronto, de medio de la moderación y el sufri. ted a los míos, le encargó a Yerovi, que los chicos no estaban en casa.
miento. murió como lo deseaba: que en mis últimos momentos, ni Enviaron a buscarlos al cuarto de los criacon entereza, con resignación y con Dios ni los hombres me han fal.
dos, a la cuadra, al pabellón del administrador; la mente clara. No quiso dejarse tado. agregó: Que traigan flopero no los encontraron. Fueron a buscarlos a anestesiar, para la dolorosa y larga res, muchas flores; es tan triste un la aldea; pero tampoco estaban allí. El te se operación quirúrgica a que fué ne cadáver sin flores. expiró trantomó sin haberlos hallado. Pero cuando llegó la cesario someterlo.
quilamente, sin una angustia, sin hora de la cena, la madre comenzó a inquietar.
Era una mañana lluviosa y os un estertor, sin una lágrima. Era se, y hasta se echó a llorar. Por la noche vol.
cura, cuando llegó a verlo su in el 17 de enero de 1889, en París, vieron de nuevo a la aldea, anduvieron buscántimo amigo y paisano, el doctor calle Cardinet, número 26, donde dolos, con faroles, por el río. Dios mío, qué Yerovi, lo encontró sentado en un el gobierno de Francia colocó des.
alarma reinó en toda la casa!
sillón, vestido de rigurosa etique pués una placa conmemorativa del Al día siguiente llegó el uriadnik y escribieta, como para la ceremonia más infausto acontecimiento, ron en el comedor no sabemos qué raped. La madre seguía llorando.
Pero pronto se detuvo un trineo a la entrada principal y de la troika de caballos blancos Los chicos desprendíase un vapor espeso. Viene de la última página. Ha llegado Volodia. gritó alguien en el patio. El señor Chechevitsen.
duvo lúgubremente por las habitaciones y no. Volodichka ha llegado. chilló Natalia. No. Yo soy Montigomo, Uña de Buitre, el probó bocado. Hasta se detuvo una vez delante entrando como una flecha en el comedor.
jefe de los invencibles.
del icono, en la habitación de los niños, se sanY Milord comenzó a ladrar con su voz de ba.
Macha, la más pequeña, miró a Chechevitsen, tiguo y dijo: jo: iguau, guau!
luego a la ventana, detrás de la cual se veía. Señor, perdona a este pecador. Señor, llegar la noche y dijo pensativamente: Resultaba que a los chicos los habían deconserva a mi pobre y desdichada mama!
tenido en la ciudad, en un hotel (allí habían Anoche guisaban lentejas.
Hacia la noche se echó a llorar. Cuando iba llegado preguntando donde se podía comprar Las palabras, completamente incomgyensi a acostarse abrazó durante largo rato a su papólvora. Volodia, en cuanto entró en la ante.
bles, de Chechevitsen, y lo que constantemen dre, su madre y a sus hermanas. Katia y Sosaia, se echó a llorar y se arrojó al cuello de te estaba hablando en voz baja con Volodia; el nia lo comprendían todo, y la menor, Macha, su madre. Las niñas, temblando de esyanto, ver que éste no jugaba, sino que estaba cons no comprendía absolutamente nada, y única pensaban en lo que iba a ocurrir; oían que patantemente pensativo, todo eso era enigmático y mente al mirar a Chechevitsen se quedaba pen pá se llevaba a Volodia y a Chechevitsen a su extraño. Las dos niñas mayores, Katia y Sonia, sativa y decía con un suspiro: despacho, donde durante largo rato habló con comenzaron a vigilar mucho a los chicos. Por la Cuando hay ayuno, dice el ama que hay ellos; y mamá también hablaba y lloraba.
noche, cuando éstos se acostaron, las niñas se que comer guisantes y lentejas. Cómo es posible que hiciérias eso? acercaron furtivamente a la puerta y oyeron su La mañana de las vísperas, muy temprano les decía papá. No quiera Dios que se enteconversación. Oh, de lo que se enteraron! Los Katia y Sonia se levantaron sigilosamente de chicos se preparaban a huir para alguna parte ren en el Instituto, pues os echarían inmediasuis camas, y se fueron a mirar cómo se martamente. a usted le debería dar vergüenza, de América, a buscar oro; ya lo tenían todo charían los muchachos a América. Se acerca señor Chechevitsen. No está bien! Usted es el preparado para el viaje: una pistola, dos cu ron furtivamente a la puerta.
inductor, y espero que sus padres le castigarán.
chillos, gan seco, una lente de aumento para. Conque no vas. preguntaba Cheche. Acaso se puede hacer esta diablura? Dónde hacer fuego, un compás y cuatro rublos. Se en vitsen enfadado Di. no vas?
pasasteis la noche. teraron de que los chicos tenían que ir a pie. Señor! exclamaba Volodia llorando En la estación respondió orgullosamenunos cuantos miles de verstas, y luchar por el quedamente. Cómo voy a ir? Me da lástima te Chechevitsen.
camino con los tigres y los salvajes; después de mi mamá.
Volodia, después de lo sucedido, tuvo que habían de partir en busca del oro y el marfil. Hermano Cara Pálida, te suplico que nos meterse en la cama y le pusieron a la cabeza matar a los enemigos; tenían que convertirse vayamos. Tú abas que te irías. Tú me has paños empapados en vinagre. Enviaron un teen piratas marinos; beber gin y, por último, ca. engañado. cuando llega la hora de la marcha legrama a no sé dónde y al día siguiente llegó sarse con beldades y labrar las plantaciones. te acobardas.
una señora, la madre de Chechevitsen, y se Volodia y Chechevitsen se entusiasmaban ha. Yo. Yo no me acobardo. Me. da lásllevó a su hijo.
biando y se interrumpían el uno al otro. Che tima de mi mamá.
Al marcharse Chechevitsen tenia un as.
chevitsen se hacía llamar Montigomo, Uña de. Dí. Irás o no?
pecto severo y arrogante, y, despidiéndose de Buirte y Volodia, Hermano Cara Pálida. Iré, pero. Aguardate. Quiero vivir un Oye, tú, ten cuidado no se lo digas a malas niñas, no dijo ni una pa abra; cogió tan só poquito.
lo el cuaderno de Katia y escribió en él, como má. dijo Katia a Sonia cuando se fueron a En ese caso me iré yo solo. decidió recuerdo: dormir. Volodia nos traerá oro y marfil de Chechevitsen Me pasaré sin ti. todavía Montigomo, Uña de Buitre.
América y si se lo cuentas a mamá no le de quería cazar y luchar con los tigres. Si eso es ANTON CHEJOV.
jarán irse.
así, devuélveme los pistones!
La víspera de Navidad Chechevitsen estu Volodia se echó a llorar tan amargamente, Con FAXON Co.
dió durante todo el día el mapa de Asia y to que las hermanas no pudieron contenerse y Suscription Agency, Faxon Building, 82.
mó varias apuntaciones, y Volodia, triste e hin también comenzaron a llorar silenciosamente.
Francis Street Back Bay Boston, Mass.
chado como si le hubiera qicado una avispa, an Hubo un rato de silencio.
consigue Ud. este semanario. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica