Joaquín García Monge

REPERTORIO AMERICANO 37 La muerte de Alfonsina Colaboración. Buenos Aires, octubre de 1938 ¡Esta sí que ha arrancado más lágrimas. Esta sí que ha producido un soplo patético de emoción en la gran ciudad! Ya conocéis a los otros suicidas: primero Horacio Quiroga, enfermo del cuerpo y del alma. Luego Leopoldo Lugones, enfermo del alma. Ahora Alfonsina Storni, enferma como Quiroga del cuerpo y del alma!
Sentimos mucho a Quiroga, más a Lugones, mucho más a Alfonsina. no es para menos: su muerte ha sido, ahora que tenemos detalles, una verdadera tragedia. Tan friamente premeditó su muerte, que hasta señaló el mes en unos versos: Para fin de septiembre, cuando me vaya Pasando el río grande, esa que te ama no se muere verdes como las ramas.
Esa despedida se publicó el domingo 23, esto es, hace tres días. Para terminarla envió ayer mismo una nueva colaboración que de veras fué su despedida de las letras y de la vida. Dice así: VOY DORMIR.
Dientes de flores, cofia de rocio, manos de hierbas, tú, nodriza fina tenme prestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mia, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera; una constelación; la que te guste; todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame so! a; oyes romper los brotes.
te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que olvides. Gracias. Ah, un encargo: si él llama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido.
Como valor literario, débese reconocer su superación intelectiva, sin abandonar sus dones iniAllonsina Storni ciales de lirismo y sentimentalidad. Entre las poetisas argentinas, en este orden, aún no ha aparecido su par. Algunos de sus poemas disfrutan de un poder comunicativo que entusiasma por su calidad humana, siempre subyugante. Su propia vida, desolada, fué el filón de toda su poesía.
Allí había una cantera viva. Ah, y el mar que se la tragó. Porque Alfonsina tenía la obsesión del mar. Sabéis. Se lanzó al mar. Se lanzó al mar! Así ha muerto esta fervorosa lirica que con Gabriela y Juana de Ibarbourou, constituía un hecho poético en las letras femeninas de América que no ha tenido una revolución igualada en otras literaturas. Se lanzó al mar.
la han encontrado ahogada. Ella había escrito estos versos: Quisiera esta tarde divina de octubre pasear por la orilla lejana del mar.
ARTURO Mejía Nieto Responso a César Vallejo toma tú pan, tómalo y descansa, tu pan de piedra, la que no se tira, la que queda fija, la tuya horizontal sobre tu gloria en hueso, tómala y descansa.
Por RICARDO SEGURA Colaboración. Puntarenas, Costa Rica Puntarenas, 17 oct. del 38 Tan altas, si, tan altas tus dos manos don Joaquín García Monge.
llenas de tinta negra, San José.
de tristeza negra.
Estimado don Joaquin: Más arriba que globos y que aviones tu sangre viene, brazo abajo, Ahora le mando, para que me haga el cadera abajo, favor, ese Responso a César Vallejo, un pantorrila abajo, poeta aquí tan desconocido como verda de heridotas de estrella acero y oro dero. Le confieso que a mi sentir, es lo me sobaco abajo, jor que yo haya podido hacer, talvez por hasta el pie, hasta la tierra, abajo, una compenetración angustiosa a la bio hasta tu tumba, abajo.
grafía tremenda de Vallejo. Talvez us. Tus manos que buscaban ted pudiera epigrafiarme este poema con ojos de niños entre el aire, algo del artículo titulado Profecía de ojos de niñas de Guernica, América, de la Revista de las Españas, de Madrid, de Barcelona, que usted debe tener, o con una frase entre el aire, suya.
en donde los dejaron las bombas suspendidos, llorosos y tan altos, como tus manos, sí, Sin más por ahora, me es grato estremás arriba que Junkers y Capronis.
charle la mano y ponerme a sus órdenes, esperando el nuevo favor. Toma tu piedra, esta siquiera, la mía, RICARDO SEGURA tómala y descansa; Yo seguiré en el aire con tu copa, lo que sobró del cáliz que te diera la Madre España con su vientre a cuestas. yo seguiré mientras tu cuerpo oscuro, el alto, el grande, el doblado en arco iris desde esta América a España, mane su sangre ardiente, la del niño, la del miliciano, la sangre de Pedro Rojas y su muerte doble.
Yo seguiré en el aire con tu copa hasta que caiga tu ceniza en soles, hasta que cante la guitara y diga un pan en verso para tu hambre, hasta que te den a beber romance y copla, hasta que tu cuerpo, el otro, el alto, el doblado en arco iris de aquí a allá, se torne claro y se levante al tercer día de tu piedra, la horizontal sobre tu gloria en hueso, y diga: Ya!
Está salvada nuestra Madre España. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica