Feminism

360 REPERTORIO AMERICANO Como conocí a Teresa de la Parra Por LUIS TORRES Colaboración. Quito, Ecuador El dia de julio de 1932 tomaba soro. acaso le entristecía, como el barco que había de conducirme nos entristece a todos, repasar sus en mañana espléndida y sobre lago mejores días de Caracas, de Paris, apacible, desde Ginebra hasta Mon.
de la Costa Azul, de sus balnearios, treux, y luego en funicular, sobre de sus teatros, de sus casinos, de los un paisaje abierto de montañas y parques y avenidas con seducción pinares, más ensombrecido junto a tropical. hablar de sus libros era las nieves de los Alpes que por alli volver a vivirlos, a sentirlos en carSe derrochan y prodigan en cascane viva, a reconstruir episodios das y glaciares, hube de llegar, entanto más queridos cuanto más letrada la tarde, a la población de janos. Teresa de la Parra, nacida Leysin, que se recuesta en un repepara una vida intensa, múltiple, incho alpino y donde el aire es puro, quietadora e inquieta, con todos los el horizonte dilatado y se tiene una privilegios de su belleza, que fue sensación de serenidad, de quieradiante y avasalladora, que se imtud y de silencio, indispensables pa.
puso en los círculos sociales más ra quienes han ido a esa comarca elevados y que triunfó en palenques suiza en busca de reposo para los de hermosura, de distinción y de organismos fatigados y de un sisintelectualidad, quería defenderse tema curativo que prolongue la vide las añoranzas, no porque su da, en el natural anhelo de vivir, temple de mujer fuerte, de mujer que no es sino un espejismo de la de mundo sucumbiera sensiblerapartida final.
mente a ellas, sino por un senti Había ido a Leysin con el fin miento de legítimo orgullo, que no exclusivo de visitar a Teresa de la le permitía contrastar los tiempos Parra, quien residía en el Gran de plenitud y esplendor, en su Hotel, situado en la parte más emcuerpo y en su espíritu, con su espinada de la población, como corotado de prisionera en un sanatorio, nándola, desde el cual se atalayabajo la tiranía amable y por lo misba, en toda su blancura y esplendor, mo irresistible de médicos y enferla cresta del Chaussy, bexísimo pimeras que le prodigaban los más cacho de los Alpes.
solicitos cuidados. Los médicos Teresa de la Parra tenía anunson unos tiranos decíapero cio de mi llegada por una llamada nunca sabe una resistirlos. se telefónica. tan pronto como esTeresa de la Parra consolaba de su exilio entre las nietuve en el Hotel, dispuso que me ves de Leysin, en donde vivía coguiaran a su habitación. Ocupaba mo flor de altura, casi desafiando dos amplias salas y tenía un terra Américanista en curioso abi palpitación vital el cierzo helado que amenazaba za exuberante de luz desde la cual garramiento con Krishnamurti de Mientras cerraba la tarde, en le troncharla y que la ha tronchado, se dominaba un dilatado paisaje. Carlo Suáres y el Emilio de ve amenidad se deslizaba nuestra como para completar el símbolo, en Nuestra conversación se deslizó en Rousseau.
conversación en el terrado del Ho plena primavera: primavera de sus esta terraza que invitaba a la 10 Una voz suave, de preludio, en tel. En pequeños vasos la escritora años, primavera de su inteligencia, vialidad y a la euforia espiritual. tre lejana y apagada, daba especia escanció wisky, como para ahuyen primavera del calendario.
Una de mis preocupaciones era lísima dulzura a las frases pronun. tar el frío que a esas horas preFrente a una mujer, a una muel estado de salud de la escritora cidas por Teresa de la Parra. su tendía colarse por los vitrales de la jer de tanto talento y de tanto covenezolana; mas, requerida a este expresión se encendía, se ilumina estancia.
razón, eludida la parte desentrañarespecto, me dió a entender una ba al conversar en la forma resuel Deseaba yo que la conversación dora de sus libros, procuré enfocar sabia resignación en su enfermedad ta y entusiasta con que solía hacerlo, girase en torno de sus libros; que el interrogatorio hacia cuestiones y un gran optimismo en cuanto al sin una vacilación en sus palabras, revelase los secretos que se oculta literarias, a problemas políticos, a futuro. Creía que pronto habría de sin artilugio alguna en sus ideas. ban en los personajes de sus noasuntos feministas, contestándonos recoger fuerzas para poder viajar. Claridad, claridad transparente de velas; que descorriese el velo del en cada caso: Proyectaba ir a Venezuela, visitar sus enunciados, como la claridad de gran personaje, el más inquietante He pensado escribir acerca de algunas capitales hispanonmerica su rostro, como la diafanidad de su que era ella misma de su libro Bolívar; el tema no está agotado, nas y dirigirse luego a Estados espíritu. El mal que la aquejaba no Ifigenia, y me renovase sus геaun cuando se le haya aplastado Unidos. Hablábale yo del entusias la había acaso espiritualizado aun cuerdos de infancia, una infancia tan con los más estruendosos adjetivos.
mo y afecto con que suele recibirse más y no había dado a su vida una dulce, tan serena, tan rosada había (Pensábamos nosotros en las Bolien el Ecuador a los auténticos es razón clara de existir. La de bañar de trocarse en una existencia in varianas, escuelas de epítetos atroonitores e intelectuales del Conti su espíritu en las esencias más pu quieta, buceadora, casi torturada, nadores y de discusiones insustannente, y Teresa de la Parra se for ras de la ciencia, del arte, del amor ciales. como toda existencia intelectual y jaba la ilusión de conocer Quito, y del dolor, en compenetración ín sensitiva, que se pinta, con tanta Me seduce el estudio de la Cosus monumentos, docu tima y en armonía suprema, como maestría y sencillez, en Memorias lonia, especialmente la vida de los mentarse en arte estudiando espe en una aspiración infinita de per de Mamá Blanca.
conventos en que estaba, en aquella cialmente las manifestaciones artís durar, de prolongarse más allá de Pero Teresa eludía recordar, no época, el santuario de la cultura, de ticas coloniales, todo lo cual le sela muerte, más allá de la nada más quería tornar sus ojos al pasado, la cultura española, de la que soy ría de gran utilidad para la obra allá del vacío insondable que nos que parecía guardarlo bien, con ferviente y admiradora. Es posible que ideaba escribir acerca de los acecha al otro lado de la postrera cuidado y con respeto, como un teque escriba algunas biografías coaspectos más salientes de la vida loniales.
de la Colonia en nuestra América. Soy feminista, si usted quiere.
Confesaba su afición a la historia. Con el Administrador de este semanario consigue Ud. Soy partidaria de que a la mujer se me consta que entre los libros le conceda el voto, aunque no vote; Ifigenia y Las Memorias de Mamá Blanca que se hallaban sobre su mesa figulo contrario, es considerarla dentro raba El Diario de la Sociedad de 6 y 5, respectivamente. Calcule el dólar a 65. Sigue en la página 365)
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