REPERTORIO AMERICANO 327 Laotze Una interpretación Por HENRI BOREL Traducción y envio de Elena Torres. México, 1937.
CAPÍTULO III Amor (Concluye. Véonse las entregas anteriores: 13, 14, 16, 17 y 19)
sus resus es supone solo a Un horizonte de felicidad se abrió ante mi alma, más amplio que el horizonte vago del mar, más amplio que el cielo azul. Padre. exclamé en éxtasis įtodas las cosas son así de sagradas y yo no lo sabía. He sentido el éxtasis y el llanto ha brotado de mis ojos, mi pecho ha estado pesado de sollozos y he estado lleno de pavor, consumido de miedo. Tiemblo cuando pienso en la muerte! He renegado de todas las cosas buenas cuando ví dolor en torno mío! Me he creído maldito por causa de mis pasiones salvajes y deseos corporales, quemándome en la intimidad como en una flama por las pasiones que odio y a las que permanecí sirviendo cobardemente. Con qué horror y desaliento me di cuenta de cómo las débiles flores se parecen al cuerpo de mi amada, que se convierten en polvo y se desmoronan en obscura y fría tierra! He creído que nunca sentiría otra vez la bienaventurada paz de verme en sus ojos, a través de los cuales brillaba su alma. esto es Tao. Estaba Tao siempre invariable dentro de mí, como un fiel guardián? y. Era Tao el que brillaba en sus ojos. Estaba Tao en todas las cosas que me circundaban. En los nublados, en los árboles y en el mar. Tao es la esencia más íntima del cielo y de la tierra y también está en mi amada y en mi propia alma? Tao es el que en la intimidad me quemaba con misteriosa vehemencia que no entendía y me dirigía progresivamente. Pensé que me alejaba de mi amada y que dejaba de amarla. en realidad era el ritmo de Tao que la movía también a ella. Se sentó; permaneció en silencio, olvidado de todo, si bien yo tenía la sensación de que mi alma era una, con el alma de mi maestro y la de la Narnraleza. No ví nada, no oí nada, privado de todo deseo, despojado de toda acción me hun.
di en una paz profunda. Me despertó un sonido suave, cerca de mí cayó un fruto que se desprendió de un árbol que estaba a nuestra espalda. Cuando levanté los ojos hacia arriba, brillaba la luna. El ermitaño estaba en pie y se inclinaba bondadosamente sobre mí.
Su espíritu se ha extendido demasiado, joven amigo! dijo tiernamente. Esto es demasiado para tan corto tiempo! Ha caído dormido de agotamiento. El mar duerme también. Mire, ni un surco hay en la superficie, inmóvil recibe la bendición de la luz. Pero despierte bien! es tarde, su barquilla está lista y su esposa lo espera en el hogar de la ciudad.
contesté medio sonriendo: Estaré muy ale gre de quedarme aquí. Déjeme venir con mi esposa y estar aquí por siempre. No puedo ir otra vez con los demás hombres. Ah Pa.
dre, tengo miedo de ver sus caras de burla, sus miradas de insulto, sus incredulidades irreverencias. Cómo podré entre ellos retener la luz maravillosa y suavizar los sentimientos de mi alma en medio de gente desagradable. Cómo podré odiando esas cosas, acogerlo todo con sonrisas o con palabras que ellos no entienden y profanan con su inso.
lencia?
Entonces extendió manos sobre mis hombros y dijo: Atienda con cuidado a lo que voy a decirle, mi amigo, y sobre todo, créame. Le daré dolor, pero no puedo mediarlo. Vuelva al mundo y a la compañía de los otros hombres, no puede ser de otro modo.
Ha hablado mucho conmigo, puede ser que yo le haya dicho demasiado. Su crecimiento ul.
terior será su propia obra y hallara cada cosa usted mismo. Sea sencillo de corazón y descubrirá todo sin esfuerzo, semejante a un niño descubriendo flores. Le he dicho que en ese momento se sentirá profundo y puro. Esta disposición suya que he presenciado, uno de los momentos más altos de su vida.
Por ahora no es usted suficientemente fuerte para mantener esa disposición. Reincidirá y el sentimiento espiritual volverá otra vez convertirse en palabras y teorías. Sólo por grados lentos crecerá nuevamente el sentimiento puro y se conservará permanente. Cuando esto ocurra, puede venir hacia acá, en paz, entonces será bien venido para permanecer aquí; para entonces, hará ya mucho tiempo que yo haya muerto.
Vaya, complete su crecimiento en mitad de la vida, no fuera de ella, por ahora, no es suficientemente puro para elevarse por encima de ella.
Hace un momento se manifestó en usted el más alto sentimiento espiritual, pero la reacción pronto se fijó en la vida. No puede usted huir del resto de la humanidad; son los demás hombres sus iguales, siempre pensando que no pueden sentir la pureza como usted la siente. Usted puede ir cerca de ellos como su camarada, tomándolos de la mano: solamente que no les permita ver sobre su alma, entre tanto permanezcan lejos, detrás de usted. Ellos no se mofan de usted por maldad, lo hacen más porque están fuera de la persuasión religiosa, ignoran cuán miserables son los impíos, como están desamparados y cuán lejos se hallan de las cosas sagradas que usted actualmente vive.
Usted es fuerte en su convicción, nada pue.
de estorbarle y en algunas verdades convendría usted después de una lucha áspera. Pero crecerá su potencia fuera de sus lágrimas y a través del dolor alcanzará la paz. Sobre todo lo que le ocurra acuérdese de que Tao, Poesía Amor son uno mismo; aunque estén definidos por términos vagos, se hallan torno suyo, en la intimidad de su alma, nun.
ca lo abandonarán y usted está salvado y bien cuidado por ellos en este ambiente sagrado.
Lo circundan beneficios y está calentado por el amor eterno, todas las cosas vierten santidad que procede de la fuerza primaria, de la morada de Tao.
El Maestro habló suave y conscientemente, de modo que no hallé respuesta que dar. Voluntariamente consenti en ser guiado por él a la playa. Mi barquilla estaba inmóvil, so.
bre el agua me esperaba. Adiós. mi joven amigo. Adiós. dijo calmado y tierno ¡Acuérdese de todo lo que le he dicho!
Yo no podía dejarlo de aquella manera, de repente pensé en la soledad de su vida en aquel lugar aislado y brotaron de mis ojos lágrimas de simpatía. Me apoderé de manos. Padre, venga conmigo! le supliqué. Mi esposa y yo lo cuidaremos, haremos para usted todas las cosas; y cuando enferme lo atenderemos. No esté aquí solo, privado de todo amor que puede hacerle dulce la vida.
Se sonrió y movió la cabeza como lo hace un padre cuando oye las fantasías de sus hijos y me contestó con tranquila bondad. esta hora usted está embarcado. Se dá cuenta de cómo es necesario que usted permanezca en medio de la vida de todos los días? Hace un momento le dije, como es gran.
de el amor que me circunda; y. ahora me forzado estar aquí?
Aquí estoy salvado en Tao, como un niño en el hogar con su madre. Usted sabe bien lo que esto significa, pero para sentirlo tendrá que crecer sabio, muy sabio! Pero esto no me concierne a mí, es innecesario. Por lo demás, estoy agradecido por la demostración de su sentimiento. Ahora, piense imparcialmente de usted mismo y haga lo que le digo. Crea que mi consejo es el mejor para usted. En la barquilla yace alguna cosa que le recordará los días que ha pasado aquí. Adiós!
Me incliné en silencio y le besé las manos.
Pensé que se unía su pensamiento al estreme.
cimiento de una emoción; pero cuando lo miré otra vez, su cara estaba tranquila y placentera como la luna en el cielo. Salté a la barquilla, el remero me esperaba, con destreza golpeó sobre la superficie del agua. Me coloqué en dirección de ver la tierra que de jaba, mis pies chocaron contra un objeto en el fondo del barco. Me acordé de que allí babía sido puesta alguna cosa para mi. Me incliné a cogerla, la laventé; era un pequeño cofre. Levanté apresuradamentt la tapa. la suave claridad de la luna, brilló con mistica radiación la maravillosa estatua de la imagen de Kwan Yin, la misma que el ermitaño había amado y guardado cuidadosamente.
Tenía en mis manos la estatua de sublime tranquilidad, de líneas suaves y de etérea delicadeza; reposaba transparente la figura pura de Kwan Yin, brillando con fulgor espiritual, rodeada por el resplandor de la flor de loto.
Con dificultad creía que la estatua sagrada me hubiera sido dada.
Tomé mi pañuelo por el borde, de modo de tejer con él un signo de gratitud hacia el solitario. El permanecía inmóvil, contemplando erguido la escena. Esperé impaciente un movimiento. Un saludo más de su partepero él permaneció inmóvil. Era a mí a quien miraba. Miraba el mar. Cerré la tapa del cofre, la coloqué cerca de (Concluye en la página 332)
en Noticia La primera parle de este trabajo: Tao y Wu Wei, por Dwigth Goddard, también traducida por Elena Torres, puede verse en los Nos. 19, 20, 22, 23 y 24 del volumen XXXIII de esle semanario. Si Ud. reside en Europa, consigue la suscrición a este semanario con: Fritses. Hovbokhandel. Fredsgatan Stockholm Sverige. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica