Hitler

250 REPERTORIO AMERICANO miento admiramos el grandioso poder del Crea.
dor, Uno y Unico en Todo lo creado y por crear. cuando nuestra salud física, lentamente va debilitándose; cuando la miseria ha ocupado el lugar donde antes fue la opulencia; la sombra fría donde fue todo cálido y resplan deciente; el lecho obscuro, desprovisto y mal oliente, donde fue todo vaporosidades y perfu mes, entonces, en el desamparo, sin nadie más que el recuerdo en el Santo temor de Dios, Oh, Dios mío, Dios mío. Señor, Señor. Dadnos fuerzas bastantes para en Vues tra gracia y en Vuestro amor. Os alabamos y reverenciamos, Señor, porque nos habéis prestado la vida hasta holy. Seguid Señor, prestando la vida a vuestros siervos, que humildemente queremos vivirla en nuestra miseria, en Vuestra gracia y en Vuestro amor. blica se educara para que pudiera salvarse, y como consecuencia de esto, quiso que todo costarricense tuviera a su alcance las facilidades que él mismo no había tenido, que todo costarricense pudiera salvarse como ser humano educándose. don Mauro se le pueden hacer muchos elogios, pero lo que él hizo es hermosamente sencillo y en sí mismo es su mejor elogio.
Examinad cada uno de vosotros vuestra propia vida; volved a ver hacia vuestros propios hogares en donde vuestros padres se sienten satisfechos haber dignificado sus propias vidas y advertiréis con justicia que allí está presente la influencia del hombre que quiso que en cada hogar costarricense hubiera una luz encendida a la Sabiduría. Ahondad también vuestra propia alma y escucharéis una voz secreta que os dice constantemente: tened fe, trabajad, eso os dignificará siempre, y advertiréis que esa voz es la suya, la de ese hombre que quiso que en el corazón de cada costarricense hubiera un impulso hacia lo alto. Una República educada y un hombre consciente: he aquí dos ideales. Por eso me he referido antes a algo eterno. El Liceo, como institución, no puede ser una cosa precaria, es decir, no lo puede ser el principio educativo. Es una fuerza viva, un llamado constante, un germen. El trabaja en la conciencia de los ciudadanos para iluminarla y para fortalecerla. Esta era la fe que exigía don Mauro y que poseía él mismo: mientras más se eduque la República, más fuerte será; mientras mejor se eduque el hombre, mejor llenará sus fines. Porque para don Mauro una sociedad educada y un hombre construído moralmente, no son dos intereses egoístas, encerrados en las limitaciones de su propio orgullo. No, esto es esencialísimo en la doctrina de este hombre. Ambos valores deben ser universales. Hay algo superior a las sociedades y a los hombres y es la Humanidad. El quería que nuestra sociedad se integrara a la humanidad y que la sirviera; él quería que cada uno de los costarricenses sintiera la emoción de las cosas que corresponden a esa Humanidad. En una palabra, que nuestra patria y cada uno de nosotros estuviera pronto a responder a las exigencias que el desenvolvimiento o perfeccionamiento de la Humanidad requiera. Por eso he hablado de una religión de don Mauro. He aquí una religión práctica: servir a los intereses de la humanidad.
Hoy escuchan ustedes constantes elogios de su patria. Hoy saben ustedes que esa modesta patria es estimada por todo el mundo como una gran patria moral de todos los hombres: esa es la obra de don Mauro. El, en este sentido, pertenece a la legión de hombres que han creado a las naciones. El ha vivificado a esta nación para la eternidad, porque, jóvenes, aunque hay una ley inexorable de la muerte, hay también cosas que perduran: perduran las patrias decentes.
Sólo esto es lo que quiero decir hoy. Al cele brar este magno acontecimiento que es la fundación del Liceo de Costa Rica; al rendir necesario homenaje al autor de ese hecho, hay un deber de gratitud, pero hay al mismo tiempo la necesidad imperativa de reconocer el hecho de que la patria ia que pertenecemos es un supremo interés que se perfecciona constantemente en la medida en que tenga fe en las ideas, en la medida en que tenga fe en las fuerzas morales.
en la medida en que tenga fe en la razón. En verdad, lo que hacemos alquí es un SOlemne homenaje a la razón, mejor dicho, al espíritu.
El préstamo de la vida La Patria, el Hombre, Dios Por el Dr. y Envio del autor. Costa Rica y junio del 38 Naturalmente: así como guardamos con re dejaba tras la puerta, y transformada en leligioso respeto el Santo temor de Dios que en la chuza volaba por el cielo haciendo oír su infancia aprendimos en el regazo de nuestra fúnebre silbido shuas. en difuntos apamadre, así, igualmente nos es inolvidable el recidos camino a los santuarios a pagar las recuerdo de la Patria Grande que nos legaron romerías hechas en vida, y en San Miguel nuestros mayores. Los hombres, los menos en Arcángel con su espada de fuego cortando cantidad, con frecuencia, sin los atributos que pelos en el aire. Ahora es otra cosa enterahan de formar nuestra calidad, por la coope mente distinta; estos son otros tiempos. Cuanración que nos prestan las masas los demás do reza en la Santa Biblia que Dios hizo al hombres por cientos y por miles, con apacible hombre a su imagen y semejanza. entendemos sumisión, obediencia ciega, indiferencia cal nosotros que nos hizo como El, iguales a El; culada, estudiada conveniencia, y miedo no po otro Dios en cada uno de nosotros, ni más ni cas veces, nos sentimos hombres fuertes, va menos; y es por eso nuestra vanidad, nuestra lerosos, soberbios, omniscientes, gigantes, emi alucinación de creer que los astros detienen su nencias, cumbres, genios, hombrones enormes; marcha para vernos y extasiarse contemplando llenos ampliamente de todo; con todo a nues nos en nuestra grandeza infinita Hombre y tro alcance, con sólo abrir y alargar la ma Dios no demasiado decir. Patria Grande con no; salud, galanura, riquezas, poderío, fuerza la sartén por el mango es un bello idealismo.
y sobre todo, seguridad y confianza en nuestras Pero así como se oculta en el Ocaso el Sol, inmunidades, en nuestra impunidad por lo que y su luz sigue la sombra en el Universo entehacemos fuera del orden y en contra del orden; ro, ocurre también a los hombres, que, de sornos sentimos tan grandiosamente grandes hasta presa a lentamente, se nos limitan la fuerza, la la ilusión de que los astros detienen su mar salud, las riquezas, el poderío, la sumisión de cha para vernos y extasiarse contemplándo las masas, las inmunidades, y todo cuanto tenos. el Santo temor de Dios que en la in níamos a nuestro alcance se nos pone a distanfancia aprendimos en el regazo de nuestra cia; y todo cuanto nos hacía sentirnos grandiomadre. el recuerdo de la Patria Grande que samente grandes se nos vuelve imperceptible; nos legaron nuestros mayores. Bah. eso y sin poderíos, ni salud, ni juventud, ni fuerzas, fue allá en aquellos tiempos, cuando éramos ni riquezas, porque en la vida todo es pereceniños de regazo, apenas una promesa de hom dero y sólo Dios es infinito en el Universo enbres; cuando nos hacían creer en el duende tero, entonces nos refugiamos en los recuercon su guitarra enamorando a las muchachas dos olvidados en la opulencia y la fuerza y campesinas; en el Cadejo con su gencerro en reducidos a la impotencia y a la miseria, los aslas noches sin luna apareado a los caminar tros en su marcha natural y regular, interesan tes; en la brujla que se quitaba la piel y la profundamente nuestra atención; en su moviLa destrucción de España Anuncian las agencias de noticias que el generalísimo Franco, poseído a las diez de últimas de un resto de piedad, se resiste a ejecutar la voluntad de sus consejeros internacionales, quienes a todo trance quieren acabar con Valencia, Madrid y Barcelona. Parece que el Duce se encuentra fatigado con el giro lento y cauteloso que han tomado las operaciones militares en la Península en los últimos tiempos, y considera que lo más conveniente para el mundo fascista sería la total destrucción, por el fuego y la metralla, de las primeras ciudades españolas. Qué le importan a Italia los grandes cen.
tros de la cultura ibera, sus museos millonarios en obras inmortales, sus catedrales magníficas, sus parques, sus edificios, su comercio, sus tradiciones y su vida? Para los cau.
dillos que dirigen en la sombra la marcha victoriosa del generalísimo Franco, España no representa una cultura sino una posición en el ajedrez europeo. Lo que se necesita no es el triunfo de los rebeldes sobre los gobiernistas, por un simple espíritu de solidaridad internacional, sino el fácil acceso a un territorio estratégicamente colocado en presencia de Francia. Si hay algo terrible en la lucha española es ese inmenso equivoco en que se están moviendo las juventudes rebeldes que luchan por una idea, a tiempo que sus consejeros internacionales combaten por una posición. Las juventudes falangistas no tardarán en darse cuenta de que han destruído hasta los propios cimientos la España antigua que quisieron resucitar, porque los amigos italianos y alemanes que hoy les ayudan en su empeño tienen los ojos puestos no en el estandarte de José Antonio, sino en la frontera de Francia. Comprenderán algún día que con su sangre y con su muerte no sirvieron a un jefe, ni a una ambición, ni a una doctrina, sino a un objetivo militar. Sobre los cementerios de sus hermanos, en las ruinas de las ciudades españolas que alemanes e italianos les ayudaron a exterminar, no se han de emplazar las universi.
dades, ni los museos, ni los jardines del futuro, sino los cañones de Mussolini y de Hitler que apuntan hacia Francia. entonces si vendrá el amanacer, ese terrible amanecer de que tanto hablan los gratuitos e ingenuos panegiristas de Franco. El Tiempo. Bogotá, 21, mayo, 1938. Si Ud. reside en Europa, consigue la suscrición a este semanario con: Fritzes. Hovbokhandel. Fredsgatan Stockholm Sverige. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica