26 REPERTORIO AMERICANO de esta nueva modalidad, y la que otrora su ser ejerce el complejo homosexual. Se fuera profundamente maternal y femenina, aisla, se arroja, por decirlo así, de rodillas se consagra en el alma y en la sangre al ante la mujer fatal a quien idolatra; imploculto del amor lesbiano.
ra a su marido, y éste, el gran crítico chileEn la evolución de los sentimientos de no Armando Donoso, con una abierta Maria Monvel vamos a destacar tres fases: comprensión, sopesa su caso como un estaprimero una fase erótica diferenciada que do desvalorante de la sexualidad, y lucha, corresponde a su matrimonio, en apariencia con tesón y paciencia, por reeducar el senfeliz, luego una fase de superación en la timiento amoroso de su mujer. Pero todo que se consagra a afirmar el sentimiento en vano. Nada contribuye a apaciguar la maternal, y por último, la fase trágica, en pasión que se ha desencadenado. El momenla que se marca el retroceso hacia estados to dramático se acrecienta con la muerte de indiferenciados, propios del período infanla amiga, es decir, del objeto en que se ha til, en los que la regresión y el estancamienfijado la pasión de la poetisa. María Monvel to de la libido, fijada en determinada per sabe que la muerte ha hecho definitiva la sona del mismo sexo, la llevan a buscar separación y no quiere creerlo.
alivio al drama que la tortura, en un deSe reconcentra en sí misma, se va hajarse llevar por la corriente, en una entrega ciendo cada vez más introvertida, huye de total, omnipoderosa, a las tendencia uránitodo encuentro, de toda mirada; se refugia cas.
en la más austera soledad.
María Monvel se da cuenta de la trageAbandona el mundo, se hunde en su dodia que la realidad le depara, y reconoce lor, en un rincón cualquiera de su casa. No temblando, que ya no puede amar a nadie, le importan los hijos ni el marido; el resi no es a la mujer a la que se encuentra licuerdo de la muerta se le convierte en gada por la pasión del alma y el anhelo sexual. No contamos con suficientes elemenuna obsesión. Sabe solamente que ama su memoria, que aún la sigue amando, y tratos para determinar todas esas influencias ta de encontrar en el suicidio un escape a su que ejercieron acción decisiva sobre el cambio de la expresión erótica de María Monangustia, a su estado de neurosis obsesiva.
vel. Todo sentimiento de valor y las conEn vano el esposo lucha contra todas estas secuencias del mismo, quedan desarrolladas propensiones. La rodea de cuidados, la sode una manera errónea. María valora el mete a una estrecha vigilancia. Ella burla acercamiento, la presencia y carácter de su todas las consignas, sortea todos los obstácompañero, según el objetivo ideal que ella culos, y en el invierno de 1936, pone fin a se había fijado de antemano, y de pronto, sus días, escaparido al fin y a la postre, por comprende que ya no puede satisfacerle, y el camino falso del suicidio. Su última peque su ángulo de enlace está precidido por tición es que la entierren al lado de la la atracción a una vida en común con otro tumba de la mujer fatal, que si supo atarla ser del mismo sexo. Ya todo el curso de en la vida, también ha sabido encadenarla su vida está obligado a seguir un camino en la muerte. Fiel hasta el sacrificio, su maque la conduce lejos del hombre. El objerido cumple esta postrera voluntad. el tivo final de su erotismo se transforma, y silencio se hace en torno a la tragedia de en virtud de una perpectiva errónea, toma su alma. La obra lírica de María Monvel a otra mujer como objetivo de substitución. en contradición con el patetismo de su En María Mon vel, este sentimiento, muerte, ofrece una doble resonancia hecha como todo lo suyo, es de una profundi de dulzura y de angustia, de dolor y sadad infinita. Su pecho estalla de desespe crificio, como jamás mujer alguna arrancó ración. Pero. cómo reprimirse? Lucha en otra harmonía de más trágica elocuencia a vano contra la preponderancia que sobre su destino.
las alas que remontan a las almas grandes en sus vuelos. El artista necesita sangrar por una herida incurable y divina, y si la vida no lo hiere, él se rompe el pecho con sus manos para nutrir con su sangre las creaciones de su espíritu. No cantó más dulcemente que nunca el ruiseñor de Wilde la noche que una espina le clavaba el corazón? Ya este gran poeta, mártir de la malsana curiosidad, de la mezquina maledicencia de los que no pudiendo ascender a lo sublime se revuelcan en el lodo, dejó escrita en dos palabras la defensa de los seres superiores a quienes la envidia vulgar quiere arrastrar al banquillo. nada purifica, excepto la inteligencia. Cuándo dos seres separados por la barrera impalpable, se habían llamado en forma tan bellamente desesperada. Dónde se fué mi vida cuando se fué mi estrella. Se huyó de mí, quién sabe.
o es que no puedo verla. Es que me cogió el alma una brutal ceguera. Se ha anulado mi tacto que palpa sin que sienta. Me oprimes en tus brazos mientras te sueño muerta. Tú, huirme, tú, dejarme en soledad inmensa. es la locura acaso quien puebla mi conciencia?
No, tú no me abandonas. Yo me he tornado ciega!
Tú no me abandonaste: fui yo como antes fuera.
Me llamas y no escucha mi corazón de piedra.
La luz ya no me sirve para verte con ella.
Los últimos poemas de Maria Monvel Por DAVID PERRRY De Alenas. Concepción, Chile. No. de octubre de 1937 Perdí yo los sentidos con que te adoré ciega, y mi alma mutilada al no vivir no vuela, me ha dejado una vida que no alcanza a tu estrella. No penetra tu grito tras la muralla eterna!
Si lograra tu cielo o bien tu noche negra.
Ultimos poemas, por Maria Monvel. Edit. Nos.
cimento. Santiago. 1937.
En una primorosa edición, digno homenaje a la poetisa recién desaparecida, han visto la luz los últimos poemas de María Monvel. Versos escritos, mientras el vaso corporal de la artista se deshacía en manos de una cruel enfermedad, su espíritu irradia en ellos más puro, en un magnífico desasimiento de la materia, y una luz ultraterrena, una alborada de otra vida, proyecta su consoladora claridad sobre las angustias que son el acompañamiento inevitable en este mundo. La vida breve y luminosa de María Monvel ardió como un leño fragante en la insacable hoguera de la pasión. Naturaleza superior, tenía el sufrimiento lúcido, el dolor altivo y viril que no se abate en el potro del tormento y lanza allí sus más armoniosos alaridos, sus revelaciones recónditas, sus homenajes trascendentales.
Todo el libro, compuesto de poemas originales y traducciones, es un canto de amor, una corona de pasionaria tejida devotamente por las manos trémulas de la poetisa para depositarla en la tumba del ser que había amado y que la iba precediendo en la senda desconocida. Diálogo intenso, vibrante y desolado, con el ser había traspuesto la brumosa frontera. María tiende sus brazos por encima del abismo, y suplica a la ausente que la suspenda del lecho de espinas que la desangran y la lleve en vuelo sin término por el cielo insondable, más allá de las crueles imposiciones de la carne, de las limitaciones de la materia, en un connubio inflamado y casto de las almas redimidas.
Como un crisol que evapora y aleja lo deleznable, la llama de esta pasión casta en su intensidad sobrehumana funde las impurezas de su seno, y nos brinda, líquido y transparente, el diáfano metal de la belleza.
No incumbe al artista entrar a hurgar con mano torpe y ruda las intimidades de las almas que tan eximia ofrenda lírica le entregan. Si algo hay de sorprendente en los sentimientos que inspiran esta obra, ello no pertenece al dominio de los neurólogos, sino que arraiga en la esfera superior del arte, y debe ser imputado más bien a la sed de infinito, al anhelo de eternidad, que son Quiero la noche oscura en donde tu alma duerma.
Quiero tus mares hondos o bien tu oscura piedra.
Quiero un hueco en la almohada donde está tu cabeza.
Quiero ese cielo azul donde acaso te encuentras. Dale a Dios tu sonrisa para que a ti me vuelva, y a tu hermana, la Virgen, acércate, hechicera. iQue me dé lo que tienes, que me dé lo que tengas: la vida en donde yazgas, la muerte, si estás muerta. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica