24 REPERTORIO AMERICANO MAX JIMENEZ ја con visión lateral, que en el amanecer les dan aspecto de fantasmas atareados. Van al templo en busca de perdón de su último chisme, que causó tanto daño. Van a buscar el perdón para empezar con alma clara el nuevo enredo del dia.
No caracterizan, estos capítulos del Jaul solamente un realismo brutal y drolático, descubrimos también algo que ya sabíamos, que se trata del libro de un poeta. Existe, sosteniéndose siempre un sentido plástico y un profundo lirismo que se deleita en dibujar el hombre y en darle al paisaje su mismo estado de alma, como si la naturaleza fuera modelándolo y éste se asemejara cada vez a la matriz selvática en donde se produjo y los tajos de su cara y las hondonadas y salientes de sus pómulos no fueran sino la síntesis del paisaje de barrancos que los nutre. Ai termina el capítulo titulado El palmitero. Peje, cada vez se integraba más al perpetuo caer de la lluvia, al barro, con los ojos ya como anillos asombrados, con las barbas de los predicadores, comiendo corazón de palmas y bebiendo el llanto de los peñones de un solo ojo.
Peje no murió, ñor Santiago, el tata, lo es peraba siempre, Peje fue desapareciendo dentro de los brazos del Monte. Como el rastro del vuelo de las pajuilas azules. veces el lirismo del libre se concreta en una frase: Era un espantapájaros sin trigal, fabricado del bejuco de las montañas y cuando habla del farolillo mitad farol, mitad crepúsculo.
NASCIMENTO (Facsímil de la portada)
El Jaul, último libro de Max Jiménez Por FRANCISCO AMIGHETTI Colaboración. Son José de Costa Rica y enero de 1938. Moderas de Max Jiménez. Cuando Max Jiménez, dejando las letras vuelve a la talla directa que practicó en París durante su juventud, es cuando sale a luz su libro El Jaul, obra en la cual encuentro al autor a cada paso con su lirismo, su humor y su sentido de la vida.
Cuando he ido a ver a Max Jiménez y lo he hallado trabajando sobre duro granito verde me había hablado de lo trágico que le resultaba escribir en la América Latina y encontraba en la escultura un medio sin idioma con el cual podría ponerse en contacto con otros pueblos sin chocar con la barrera que impone la lengua. Sin embargo, no dejaba de recordar no sin cierta nostalgia que había escrito un libro, El Jaul, que ahora llega como fruto que ha madurado solo y en el cual se haya lo más acendrado de su recuerdo en una experiencia al lado de la tierra.
El autor escribió en el prólogo: Mi libro no se produce en antesalas sino entre barriales y montañas. No podía haber sido escrito en otra forma. La naturalidad para escoger holgadamente el vocablo, el girón de paisaje o el hombre, testimonia que sufrió la tierra y acuinuló en su corazón una experiencia que más tarde habría de darle a los seres de sus narraciones, vida suficiente para seguir existiendo.
En este pueblecito identificado con la niebla, que es San Luis de los Jaules, el sol es una luciérnaga que alumbra sólo a ratos con claridad plateada los caminos húmedos hollados continuamente por las vacas, y de lejos, por la magia idealizadora de la distancia, parece un lugar idílico donde todo transcurre con la dulzura de los primeros días del mundo. Allí es donde Max Jiménez ha encontrado un pequeño infierno: no falta ninguna pasión, de las esenciales, ni deja de existir tampoco ese lado divertido que con todo se mezcla y sin el cual lo humano se volvería demasiado irreal. Naturalmente hay que llevat dentro de uno lo que se quiere ver, pero los que conocen El domador de pulgas, por ejemplo, se habrán dado cuenta del sentimiento del autor que va al fondo de las cosas directamente, sin emplear para ello alambicados términos, sino usando las mismas voces del pueblo, bárbaros vocablos llenos de color y de plástica con los cuales consigue expresar todo lo que desea.
Este libro escrito por mi compatriota Max Jiménez me parece por la intensidad de su realismo y por su claridad hecha de madurez, una de las mas puras contribuciones a la novela americana del presente. El realismo que consigue el autor del Jaul hermana su libro con la picaresca de la novela española del siglo de oro No sólo está el libro cargado de una cornicidad indudable sino que continuando en esa misma línea de humor alcanza por medio de lo grotesco presentarnos aspectos de horror y de repulsión, el mismo sistema de Hogarth y de Breughel con su realismo demasiado cáustico para hacernos solamente reír.
Este fragmento tal vez dé una idea de la clase de humor en que abunda el libro. El pasito de esas viejas es de cabeza cubierta, de cabeza inclinada, de toalla negra, de párpados (El sol)
Sin embargo en un libro como El Jaul lo que pueda extractarse no significa casi nada; la fuerza del libro está en la síntesis de elementos líricos, picarescos y plásticos, en la humanidad que les da cohesión volviéndolos orgánicos y haciendo que sus seres respiren como personas vivas. Al ponderar el realismo de esta obra, es porque admiro en ella la capacidad de profundizar más allá de donde llega la visión corriente, y porque sin dejar de ajustarse a una realidad que todos conocemos realiza una trasmutación estética que le confiere dignidad y belleza a la obra.
La carreta, el turno, el velorio, el billar, etc. todo lo que podría dibujar un artista que se interesara por el ritmo de la vida de un pueblo y de su color local, están allí estampados en El Jaul con fuerza, con drama y con ironía, sin los sentimentalismos propios del que cultiva este género. 2500 metros. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica