CommunismSandinismSandino

106 REPERTORIO AMERICANO zones, fueron los sandinistas. Sandino jamás pudo tener un ejército ni siquiera de mi! hombres. Aunque los hombres sobrasen. con qué armarlos. con qué alimentarlos? Su viaje a México en 1930, a buscar ayuda, fue un fracaso. En México habían cambiado las cosas.
Al héroe nicaragüense se le ofreció una tierrita, y que se estuviera en paz. Burlando toda igilancia, Sandino regresó a Nicaragua. Ni le quita brillo a su gloria el que en México hiciera pobre impresión su desgarbada figura, cuasi enclencle, su locuacidad, al parecer pueril. Tal vez Bolivar sin duda alguna que Bolívar también. hubiera causado una impresión parecida. Sea esto como quiera, Sandino regresó a Nicaragua, más verdadero héroe que jamás, más firme en su propósito, más dependiente de sus propios recursos para lograrlo, más dispuesto con plena conciencia a apurar hasta las heces el cáliz de su agonía. No depondría las armas hasta que el último marino hubiese evacuado el territorio de Nicaragua Para los Estados Unidos, Sandino era una ascua en la mano. Si en Latinoamérica el ardor sandinista amainaba, en los Estados Unidos, en cambio, cundía. Lentamente había penetrado un sentimiento de justicia, la costra que cubre la sensibilidad moral del enorme pueblo norteamericano. Los Estados Unidos aprovecharon el cambio de gobierno en Nicaragua, para retirar sus soldados de allí. Bien arreglaron, mediante elecciones hechas por ellos, que Sacasa sucediera a Moncada, y que para apoyar a Sacasa en el poder, se contase con una guardia nacional nicaragüense, entrenada por los marinos y con oficialidad adicta a Moncada. Sacasa fue inaugurado Presidente de Nicaragua el 1o de enero de 1933. El de enero los marinos hicieron entrega del comando de la guardia nacional al general Anastasio Somoza, sobrino carnal de Moncada y criatura política de éste.
Acto continuo los marinos salieron de Nicaragua. entonces fue cuando al toro bravo de Sandino, Sacasa le echó bueyes para sacarlo manso. Sandino le envió Sacasa emisarios que con vencieron al guerrillero de la bondad que inspiraba al nuevo gobernante nicaragüense, y en Sandino obró también el prejuicio social. Cómo podia Sacasa ser otra cosa que un perfecto hom bre de honor, si pertenecía a la más rancia aristocracia del país! Un tatarabuelo de Sacasa, el coronel Crisanto de ese apellido, se había hecho gobernante de aquel Estado a raíz de la independencia; Juan Sacasa, su hijo, había sido también primer mandatario de Nicaragua; Roberto Sacasa, nieto de Crisanto y padre de Juan Bautista, había sido presidente el presidente conservador derrocado por el general Zelaya en 1893, siendo la de los Sacasa una dinastía en toda forma, rival de la de los Chamorro y los Argüello. En Nicaragua eso consagra. No asi como así es posible que se admita que se gobierne fuera de esas casas nobilísimas. La aureo.
la del sacasismo cegó a Sandino. Debió haber dudado de Juan Bautista, del que por 30. 000 dolares aprobó la traición de su generalísimo Mon cada, aunque a la postre, como el propio doctor Sacasa ha confesado públicamente, sólo 000 dólares recibió: 000 dólares y la legación en Washington durante el régimen de Moncada, y la presidencia después.
Sandino confió en Sacasa. El de febrero de 1933, un mes después de la desocupación de Nicaragua por los marinos yanquis, Sandino llegaba a Mahagua en aeroplano y era recibido en apretado abrazo por el jefe de la guardia nacional, el mayor general Anastasio Somoza, y por el presidente Sacasa. Sandino no exigía nada para hacer la paz, excepto que a sus veteranos se les concediesen parcelas de tierra (en terrenos baldíos de la nación. y se les proporcionase refacción para ponerse a trabajar. Al presentar a su ejército el famoso ejército li.
bertador de Nicaragua. se vio que se componía de escasos trescientos hombres, y al entregar sus armas daba lástima ver lo pobres que eran.
Sus allegados le hicieron ver a Sacasa, qué insulso había sido pactar como con un igual, con aquel cabecilla de tan desarrapada tropa, y la división entre Sacasa y Sandino fue creciendo al volverse el antiguo guerrillero exigente en sus demandas, de que la administración pública fuese honrada y de que la guardia nacional, ejército pretoriano, descastado, bajo influencia norteamericana todavía, se sometiera al imperio de la ley.
Más aún. En Sandino se pensó como base para un nuevo partido político de tendencia agrarista y obrerista. Eso lo condenó a muerte.
Porque Moncada y su sobrino Somoza no tenían intenciones de soltar el poder, ni de darle al país holgura alguna de prácticas democráticas Sacasa en sus manos, era lo que siempre había sido, un títere ambicioso de dinero. Los negocios turbios de la señora esposa del doctor Sacasa, en connivencia con un griego, antiguo comerciante en los Estados Unidos, llevarían a la administración del aristócrata al más completo desprestigio. Para entonces convenía qui.
tar de en medio a Sandino, de modo que de ellos fuera el negocio de derrocar a Sacasa. en efecto, a Sacasa le derrocaron Somoza y su tío carnal Moncada, con beneplácito del país, que ya no soportaba la incontenible robadera hecha gobierno. Sandino fue fácil atraparlo. Le invitó el presidente Sacasa para ir a Managua. Sandino tenía vastos planes: sabía de ciertos yacimientos de oro que quería explotar cooperativamente, con sus antiguos compañeros de armas. Tenía el proyecto de una ciudad utópica, donde iba a poner en práctica un comunismo de lineamientos primitivos. Al llegar Sandino a Managua, su padre, don Gregorio, le esperaba. En casa del Ministro Salvatierra Se les preparó alojamiento al general y a sus ayudantes, entre quienes estaba su hermano Sócrates. Era el 21 de febrero Somoza le había enviado a Sandino un retrato con efusiva dedicatoria, y hasta se había apa labrado compadrazgo entre ellos. Moncada, desde ell tugurio llamado de La Nicolasa manejaba los hilos. Rodeado de los amigos de quienes se valía para tratar con Sandino, Sacasa y su señora esposa recibieron a Sandino y a don Gregorio en la casa presidencial, en lo alto de la Loma de Managua. Sandino estuvo más locuaz que nunca, explicando sus proyectos. Sacasa le escuchaba nerviosamente. El ministro Salvatierra, en cuya casa quedaban el herinano y los ayudantes de Sandino, había tenido la precaución de retirar de allí a su propia familia. Sandino había llevado consigo, para mostrar la bondad de la mina de que hablaba, una talega llena de pepitas de oro. En los sucesos que ocurrieron después, nadie ha podido dar cuenta del paradero de esta talega. Se dice que representaba varios millares de dólares.
Terminado el agasajo, el presidente de la República envió a sus comensales a sus casas.
En el propio auto del presidente iban con Sandino, el ministr Salvatierra y don Gregorio. Al pie de la Loma quedaba el cuartel principal de la guardia llamado el Hormiguero. Aquí guardias nacionales detuvieron el auto presidencial e hicieron bajar a sus ocupantes. Esto lo presenció la señorita María Sacasa, hija mayor del presidente, que en esos intantes regresaba de la ciudad y quien inmediatamente dió aviso de ello a su papá, en presencia de don Salvador Caiderón Ramírez. Al decir de este testigo, Sacasa no hizo sino comunicarse con el cuartel de León al mando de un primo hermano suyo, temeroso sólo de su propia suerte. Cuando quiso bajar de la Loma, se lo impidieron a él, Presidente de la República y comandante en jefe de los ejércitos oficiales de la guardia.
Apresado tan fácilmente Sandino y desarmado, aún no se le ocurría otra cosa qile pensar que se trataba de una equivocación. sus apresadores les decía. Pero si somos hermanos. Si el general Somoza va a ser mi compadre. y pedía que le comunicasen con él. El guardia jefe de la escolta capturadora se comunicó, en efecto, con Somoza. No hay más remedio que seguir adelante con mis instrucciones, general Sandino. dijo, y los que estavan presentes cuentan que Sandino puso una cara de Padre Nuestro que estás en los cielos.
Luego dijo: Cumpla usted sus órdenes. Al ministro Salvatierra y a don Gregorio los dejaron en medio de un amplio patio, bajo un árbol, a la luz de una lámpara tubular. Sandino se lo llevaron fuera. Como unos diez minutos después, oyeron los cautivos del Hormiguero una descarga por el lado del campo de aterrizaje. Ya asesinaron a Augusto. exclamó su padre. Un instante después se nyo fuerte balacera de ametralladora por otro rumbo de la ciudad. Es por mi casa. dijo el ministro Salvatierra. don Gregorio añadió: Están asesinando a Sócrates. Así fué. Rato más tarde apareció en el Hormiguero el ministro de los Estados Unidos, míster Bliss Lane. Siempre ha causado sospechas la facilidad con que ese diplomático pudo entrar allí y sin más ni más llevarse a don Gregorio y al ministro Salvatierra Este hubo de preguntarle: Señor. somos sus prisioneros. cuando ya en la legación mister Bliss Lane les dijo que les había rescatado. SalCANSANCIO MENTAL NEURASTENIA SURMENAGE FATIGA GENERAL son las dolencias que se curan rápidamente con Kinocola el medicamento del cua) dice el distinguido Doctor Peña Murrieta, que presta grandes servicios a tratamientos dirigidos severa y científicamente. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica