86 REPERTORIO AMERICANO sus SC cometen en un como aparato sensible a lo bueno y a lo verdadero. todavía la eliminación de los paralogismos verbales. a propósito de los cuales se aplicaría también naturalmente la distinción a que nos referíamos entre las falacias reales esquemas verbales) que por usar mal el lenguaje, por usarlo como si pudiera expresar completamente en todos los casos el pnsamiento y la realidad, en lugar de emplearlo con conciencia de su naturaleza de esquema, lo que involucra completar los esquemas por un saber virtual, potencial que no pueden contener pero que surge del empleo que de ellos Se hace. habría que agregar o sustituir estas consideraciones superficiales y de elemental generalidad por otras profundas, directas adecuadas. no solamente de la lógica, también de la moral viva. Pero no somos nosotros los autorizados para hacerlo: nos veríamos llevados a clasificarlo y sistematizarlo, o procurando dar una idea de su complejidad elaboraríamos una interpretación verbalizada y tartificiosa que frente a una obra de tan excepcional elevación intelectual y moral, de una tan honda sinceridad y ética de la inteligencia, tan austera y rigurosa y sobre todo tan profundamente vivida constituiría más que una reacción inadecuada y falsa, una traición al espíritu mismo de sus enseñanzas. por otra parte, más profundamente, como obra extraordinaria que es, está en cierto modo por encima de todas las interpretaciones: de indeterminables maneras y planos todos sienten su influencia y sus valores pero nadie es capaz de construir una interpretación completa y definitiva porque una y otros no son reductibles a fórmulas. terminando esta breve noua, consignamos de nuevo que los anteriores, insuficientes párrafos no pretenden dar cuenta sino satisfacer, en la medida en que las circunstancias nos honran permitiéndonoslo, el deber que se contrae con una gran obra, de llamar la atención sobre su inusitada capacidad de hacer bien en el doble plano de la especulación y de la acción.
JULIO PALADINO tantas La Conferencia Panamericana Si no se va a discutir nada. para qué reunirse?
Por AURA ROST AND nos. Por consiguiente, es de pensarse que lejos de ser esa la actitud asumida, el convenio o entendimiento a que se ha llegado es que se acepta la tesis mexicana, expresada ya por el señor Presidente, general Cárdenas, en su reciente mensaje al Congreso de la Unión, de que México rehusa seguir a los Estados Unidos en los puntos que los Estados Unidos presentaron en su última nota diplomática. No es que estén vedados en Lima los asuntos que atañen a México y a los Estados Unidos, sino que éstos, si se discuten, habrán de discutirse conforme México lo ha exigido: De manera acorde con el espíritu de sus leyes y de los ideales que esas leyes encarnan.
Tal norma ha de ser pareja para todos nues.
tros países. Será entoncs la Conferencia Panainericana de Lima de trascendencia, aunque só.
lo sea por el hecho de haber llegado allí las diversas delegaciones con el ánimo abierto a no imponer un criterio determinado particular de los intereses materiales de un solo pueblo, sino de hacer prevalecer la libertad de discusión y a pesar equitativamente los intereses comunes de nuestro haz de pueblos para que sobre un entendimiento de tales intereses se basen las normas de las relaciones interamericanas.
Así planteado el espíritu que ha de prevalecer en Lima, se comprende que haya avidez en todos nuestros pueblos por seguir de cerca lo que allí se haga. No podrán los delegados de las naciones americanas esquivar el problema de nuevas tendencias que se abren paso en nuestro continente. Ya en la Conferencia de Montevideo se enterró el espíritu que había prevalecido siempre en esta suerte de conferencias y que en la de La Habana, en 1928, llegó al colmo. Escueta y francamente ese espíritu era que los Estados Unidos constituían el guia de todos nuestros pueblos. Las conferencias panamericanas eran así una especie de Sinai, en cuya cumbre los omnipotentes Estados Unidos hacían entrega de las Tablas de la Ley.
En la Habana, Mr. Hughes, el entonces Secretario de Estado norteamericano, dictó la ley sagrada por la cual se justificaban las intervenciones de un país en los asuntos de otros.
Hacían de Moisés los delegados de las repúblicas hispanoamericanas. Apenas el delegado salvadoreño fresentó alguna oposición. entiér.
dase bien, que intervención significa la intervención de los Estados Unidos, porque ningún otro país de América tiene la fuerza para intervenir enviando, como los Estados Unidos han enviado, ejércitos completos a inmiscuirse en los asuntos internos de otros países. Fue coincidente con esa conferencia de la Habana, que Envío de la autora, México. Noviembre de 1938 francés frente a la Casa Blanca, en donde Mr.
Hull despacha todos los días.
Si, Ques, van a Lima el embajador de Mé.
xico en Washington, y el Seoretario de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica, algo los ha de llevar de especial importancia, que conviene tratar en el seno de la reunión de los plenipotenciarios de todos los gobiernos del continente. Ni puede asegurarse, porque sería intolerable, que México y los Estados Unidos van allí bajo arreglo de no discutir lo que a ellos dos atañe, sino a tratar sólo lo que atañe a los de más. Si México y los Estados Unidos substraen de Lima lo que a uno y otro compete, parecería un poquito abusivo inmiscuirse en la discusión que atañe a los demás pueblos americaEn la ciudad de Nueva York Los gobiernos de América se aprestan a enviar delegados a la Conferencia Panamericana que debe reunirse en diciembre próximo junto al Rímac, en la ciudad de los virreyes, la Lima hospitalaria y sensual de las tradiciones de Ricardo Palma, donde un día Bolívar, cubierto de gloria y de victoria, reafirmó una y otra conquista, rechazando cetro, corona y trono, bastándole con pasar una cuenta de millares de so.
les peruanos por el costo de un regio baño de agua perfumada.
Esta confernecia panamericana en cierto modo augura ser de las más importantes de su indole que se haya celebrado. En nuestra América hay problemas de tal modo sugerentes y aun aflictivos, que así sea en son Banquo shakes.
periano, o de Convidado de Piedra de tradición hispana, o de Euménides griegas, esos problemas asomarán forzosamente la cara en la fiesta de los gobiernos que ha de celebrarse en Lima.
Ya la prensa ha anunciado que entre el Departamento de Estado de Washington y la em.
bajada mexicana en aquella capital, se ha llegado a un entendimiento a efecto de que en Lima no se discuta nada referente a las diferencias que todos conocemos existen entre nuestro gobierno y el norteamericano. Convendría que así fuese, para que siquiera un motivo de peligro sa discusión se eliminara de la agenda de las discusiones limeñas. Pero, si igual cosa han hecho todas las cancillerías de América, uno se pregunta ¿para qué celebrar la conferencia. Si no se ha de plantear discusión ninguna de asuntos sobre los que existen diferencias. qué se irá a discutir. si no se va a discutir nada. para qué reunirse?
En la respuesta que se dé a estas interro.
gaciones estriba cosa de enorme importancia. buen seguro que Su Excelencia, el señor Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mr. Cordell Hull, no va a ir a Lima sólo para tomarse el placer de saludar a un grupo de personalidades, hispanoamericanas, personalidades, hay que tener en cuenta, radican en Washingtno en su mayoría. Por ejemplo, no va a ir Mr. Hull a Lima estrechar la mano de nuestro embajador, el doctor Castillo Nájera, que habitualmente vive a diez minutos del edificio estilo consigue usted este semanario con STECHERT Co 31 33 East 10th S11.
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