332 REPERTORIO AMERICANO En el Kindergarden de Elena Soto Por EMILIA PRIETO Envio de la autoro. San José de Costa Rico, agosto de 1938 Los niños danzan (En el Kinder de Elena Solo)
Se presenta con los niños el problema de la educación muscular. En el niño el movimiento tiene sólo la gracia primitiva del candor, no la de la conciencia, porque cuando ésta aparece en alguna forma ha aparecido tan:bién la educación. Pero lograr lo último, sia menoscabo del impulso espontáneo, es algo ya de maestros artistas y requiere métodos especiales.
Educación muscular: Puede uno plantearse esto así: educarse muscularmente equivale a ir perdiendo grosería, irse haciendo menos concho. como aquí se dice, eliminar hasta donde sea posible esa especie de danta que cuando menos debiera conspira en nosotros y tanto nos estorba. Es como quien dice, tener conciencia de las piezas con que se cuenta y de cómo duben usarse dentro de un cierto orden de coordinada economía, que tiene en último término un valorestético. Se me vienen al recuerdo la armonía del movimiento que hay en los oficios y las lavanderas que a poco de lavar cantan.
Saber moverse. Eso de que falten las extremidades anteriores ni sobren las posteriores. Que la voluntad de dé órdenes expresas a la mano y que ésta no se quede haciéndose la tonta. Poseerse a sí mismo, tenerlas todas consigo, no estar desintegrado.
Un amigo me decía de no sé qué ciudad o país donde es cosa de ver a las gentes caminar, saludar, doblar las esquinas, subir ai tranvía. De la antigüedad nos llegan cuentos parecidos. Alejandro cuando andaba parece que lo seguía una escolta de ángeles.
Hay un golpe isocrono en las diferentes manifestaciones del movimiento. Desde el placaplaca explotado en cine, con que resuena en las piedras el casco del jumento, hasta la función orgánica de las vísceras, todo es ritmo.
Ritmo en el reír, ritmo en el llorar, si parodiamos al Eclesiastés.
Pero donde la tal medida matemática del moviniente adquiere toda su esplendidez y gracia es en la música. si se conecta ésta con la actividad muscular humana tendremos la danza. De ahi que para una educación del sistema musculatorio, hay que empezar con el niño y con música. Así es como he visto que se entienden las cosas, por ejemplo en el kinder garden de Elena Soto. Los adultos en esto me lo dijeron allí mismo son irredimibles. Algo así como árbol que creció torcido.
Fui a ver una mañana a los chiquillos bailando y esto observé: no se han hecho unos pasos especiales para que se adapten a determinada armonía. Llega más bien a parecerle a uno que la inúsica dejó de ser hada o musa para volverse niña, y que, con la metamorfosis, dicho sea de paso, no perdió nada. Que cuando vió a los niños jugando bola o caballito. brincando suiza o saltando un obstáculo, le cogieron ganas de jugar con ellos también. Véase si no:saltar un obstáculo, por ejemplo, es un arpegio.
El caballito un allegro en dos por cuatro, hay juegos de bola que tienen aire de vals y andantes en que el paso humano, el movimiento alterno con que avanza el bípedo implume se desc, ibe como en cine relentecido. En resumen: el juego combinado con música, los sonidos y las armonías vueltos niños y con los niños jugando, sin que se vea entre tanto por donde va penetrando, como el aceite en el mármol, un tinte de educación que también será indeleble.
En las combinaciones del juego las hay de quietud y reposo. veces el piano, que allí parece un altar romántico, se pone evocador, murmura nostalgias, y los chiquillos se tienden en el estrado como dormidos, descalzos sus piesitos de nácar, a oir religiosamente aquella dulce estrellita del lejano cielo. Otros movimientos después con conciencia y gracia, desde ese infratoráxico, en que son maestros los gatos, que hace uno al desperezarse, hasta el menudito que se hace para levantar el dedo meñique. No parece que esto sucediera en Costa Rica. Observando los fenómenos físicos se comprende, que ir regulando científicamente el movimiento es ir reduciendo al mínimo la ley fatal de la inercia. Ya la vida la rompe, puesto que la inercia cubre por completo a la muerte y es, cabe decir, su manifestación característica. Pero lo que en mecánica es eliminar la inercia en el campo de la cultura viene a ser reducir a la menor expresión la natural princitividad. Entre los cultos hay personas que cuando se sientan por ejefplo parece que se van a desarmar. Ponen a lucir en toda su realidad esa física grosera e impertinente del abdomen, a la que, dígase de paso, se le ha hecho en los últimos tiempos tanto nido, y tanta comodidad teórica y práctica. Ya casi que la nuestra es la Edad Abdominal, si es que el Sig! o de Pericles se distingue por Cerebral. Hay que ver los confortables, el acolchamiento sensualoide de los automóviles. Los montones de resortes de estructura especial dispuestos a neutralizar la respetable física de la cavidad pelviana. pero vaya, todo estaría bien si ahora, más que nunca, no estuviera la cabeza llena de espinas clavadas y sangrando como en la imagen de Cristo, y sin donde reclinarse corno en la queja evangélica, es también la tragedia de la divina cabeza del Hijo del Hombre.
Pero veníamos diciendo: otras personas al pasar una silla de un lugar a otro, parece que le encomendaran la molestia a la ley de pesantez o gravedad, con todo el consabido estruendo. Es la danta. es la inercia el monstruo que pravelece.
Entre estos niños que bailan y juegan, las cosas son de otro modo. Toman las sillitas pequeñas como ellos, dentro de un compás musical determinado, las levantan ágilmente, las vuelven a poner en otro lugar cuando han pasado dos o tres tiempos, sin ruido, porque nunca el ruido sería más feo y reprobable, y se sientan en ellas cuando los acordes finales del aicecillo que ha ido acompañándolos cierran la armonía.
Luego esa serie de cambios de movi.
mientos en los ejercicios rítmicos, sin excitantes ni mandatos revelan el efecto de la educación en la subconciencia, esa atención mantenida de parte de los pequeños implica disciplina de la voluntad y sentido artístico, no sólo del compás que rige el movimiento sino de los pianos y los fortissimos, de los allegros y los moderatos que le dan expresión. Se empieza corrigiendo los músculos, suavizándolos y se termina con el señorío de la voluntad, que cuando es absoluto, se vuelve Gracia, y si, no me equivoco, Santificante. Porque en la medida en que la inercia se anula o se metodiza, el movimiento se dignifica. Perder primitividad es adquirir nobleza, hacerse gentil. quién ha triunfado sobre la primitividad como el Santo. luego la gimnasia combinada con canciones, éstas con mimica, noci su con vez Lactzé (Viene de la página 327)
mí y pensé que había obtenido una cosa ama almas de quienes mora Tao principio y eterda por él y yo sufría llevándola lejos. Reco nidad.
que el Maestro cuidaba de mí, pero Las luces del puerto centelleaban a esa boserenidad imperturbable era demasiado ra a distancias, el zumbido de la ciudad sogrande para mi mi boca se contrajo naba cada vez más cerca, más cerca de nos tristeza, él ya nunca me mostraría otra otros.
las huellas que había de seguir.
De pronto sentí una gran energia dentro Nos deslizábamos sobre el mar separándo. de mí y ordené al remero que condujera más nos más y más: las líneas de su figura se veían rápido la barca. Al fin estaba prevenido!
desvanecidas, desvanecidas, al último no pude ¿No estaba salvado para cuidar de mí en verlo más.
la gran ciudad. En el campo, en la calle o El Maestro permanecía en los sueños de sobre el mar?
su alma, en medio de la Naturaleza solo en En todas las cosas, dondequiera, moran la el infinito despojado de todo amor huma Poesía, el Amor, Tao. Todo el mundo es un no pero unido al gran secreto de Tao.
santuario, bien dividido, fuerte y seguramenYo volvía a la vida en medio de la huma te sostenido una casa bien ordenada para la nidad, con los hombres, mis iguales, en las humanidad Mañana domingo Se casa Benito Los pollitos dicen pio pio pio y tan bien que hacen aquello. y toda la noche Gcurrucaditos Ya es un principio de teatro infantil, pero so. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica