Democracy

382 REPERTORIO AMERICANO ta. Podemos decir que la conducta siempre marchó a la zaga de los ideales en lo político, en lo económico, en lo social y en lo intelectual y es preciso decirle al pueblo y a la juventud: sin conducta nunca se harán sensibles, entre nosotros, la palabra y el hecho de los forjadores de nuestros pueblos.
En nuestra América, cuya génesis de independencia política se modelo en la ideología de la Revolución Francesa, siempre fue grata la mística de la Patria y la Libertad. Pueblo libre y soberano, dijeron sus demagogos, grita con nosotros: Viva la libertad. Mejor hubiera sido que se mandara a gritar. Viva la conducta! Por eso al hacer una síntesis de nuestra vida de pueblo, creemos que muchos problemas interiores hubieran sido resueltos si la conducta, con el sello de Martí, hubiesido una fuerza actuante.
Muchos de los que tuvieron algo que ocultar, tras la pompa convencional de la retórica, todos los días, hasta llegar al año, vinieron hablando de Martí y es que ese cielo donde viven los mitos, como los valores de la tierra, es todavía bastante liviano, para que puedan vivir alli cosas livianas. Queremos interpretar aquí el aforismo de un filósofo de la Historia. Es nuestra mejor fe admirar a Martí en el plano de la conducta de sus exaltadores. Ciertamente que es allí donde debe polarizarse el anhelo de Marti. Lo demás es recuerdo, emoción del pretérito y providencialismo hispano americano. ya sabemos que la retórica es el elemento natural del demagogo y el providencial.
Podemos decir con las veces puras que se perfilan en la bruma otro aforismo del filósofo de la Genealogía de la Moral: y apretando las narices atravesé todo el ayer y el hoy; a la verdad, el ayer y el hoy apestan a populacho de pluma.
Martí todavía no quieren algunos espíritus lúcidos que sea un mito, para serlo tendría que haberse agotado su profunda ejemplaridad humana y social, en resumen singular: todo su amor para aquellos que construyen los graneros de la vida, mientras falta el grano en sus escudillas; tendría que haberse cumplido, en el espacio y el tiempo, su mensaje andoroso de equidad y de justicia.
Nuestra atmósfera de América y principalmente, de Cuba, aún está cargada de las innumerables chispas radiantes de su poderosa personalidad. Todavía su vibrante corriente de corazón humano a corazón humano, de sensibilidad social a sensibilidad social, no ha sido recondensada y proyectalda hacia el alma del pueblo, hacia cauces más hondos y vitales que los por donde fluye, muy inadecuadamente, su visión futura de estas realidades sociales, al alcance específico de su impulso virtud, porque deber y derecho no sungen, precisamente, de una remota abstracción metafísica, sino del contenido entrañable de este hombre universal, imbuído en el hombre y la tierra de Cuba y de Ainérica, No me atrevo a decir que un confusionismo, exento de clarificación y una retórica veladora de sus excelencias intrínsecas, esté traicionando la plenitud de su mensaje, pero a juzgar por el sesgo ultra sensible que tomaron sus palabras en las palabras ajenas, exentas de la señal de Martí en los hechos, su personalidad sin verdaderos cauces para ejemplificarse, me parece que suena a grito sin ecos para la verdadera conciencia popular, En determinadas facetas de su personalidad, no podemos negar la ley de gravedad de las circunstancias históricas, ni el imperativo de las fuerzas políticas y sociales que llevaron de la mano a Martí hacia la prueba definitiva de La vida del hombre de envergadura universal tiene sus recipientes geográficos, así como la Historia, en el espacio y el tiempo, tiene también sus círculos sugestivos, donde se detiene, para realizar, acaso una síntesis, el incesante fluir de los hechos que se llenan del contenido vital del hombre egregio que se proyecto hacia el hombre histórico.
Pero realizada la tarea funcional de este hombre histórico a se detienen ahí la voluntad y la visión propulsora de las realidades politicas y sociales certeramente vislumbradas?
Supongamos que el sueño cívico y político de Martí resultara relativamente cumplido, en el campo de la democracia teórica, y él hubiese tenido tiempo y vida para sobrevivir a su obra, cargada de exigencias y responsabilidades tremendas. quedaríanse aprisionadas en ese círculo estrecho su voluntad, visión y su esperanza. Hombre de amplia oquedad para colmarse, hasta la plenitud, con el destino y el dolor del pueblo, permanecería tranquilo dentro del clamor de justicia que pide el hombre, preso entre los triturantes engranajes de la inaquinaria social, rechinantes a cada hora, ante la mentira de la democracia teórica y las contradicciones de un mundo en precario, rebosante de ficciones emblemáticas, que consuman su crisis, su decadencia y su bancarrota. Hombre de convicciones perdurables, José Martí desbordaríase en la verdadera entraña dei pueblo cubano y del hombre universal, porque hubiera comprendido que, habiendo hecho un pacto con la conciencia del pueblo, su resposabilidad histórica era ésa. De otro modo su mensaje no estaría dilatado de implicaciones y de imperativos históricos, que le dieron su más alto sentido a su impulso redentor del hombre político y social. De otro modo su obra hubiese perdido la significación de su contenido virtual y su mensaje, sin ejemplaridad, correría el riesgo de mediatizarse, como se mediatiza todo lo que no tiene honda raiz histórica, humana y vital. Entonces el sueño de nuestra imaginación tropical estaría huérfano de la esperanza de Martí, bajo el sol controlado del cañaveral y de la guardarraya antillana.
Mas creemos firmemente que Martí hubiese llevado su aspiración y su impulso, hasta las últimas consecuencias, porque esta flecha del anhelo liberador de la conciencia popular, estaba dirigida y determinada hacia su propio blanco. De otra suerte, Martí se hubiese traicionado a sí mismo, dejando de ser lo que específica y trascendentalmente significa ahora en la Historia. Por eso, hoy más que nunca, conviene hablar de Martí, sacándolo de la retórica aisladora, de la vanagloria y del mito, en que pretendieron mediatizarlo imaginaciones mitológicas.
Conviene hablar de marti, sobre todo al pueblo y a las juventudes de América.
Conviene hablar de Martí a la tierra irredenta y al corazón de esta tierra para que sepan que Martí fue una gran posibilidad humana y social, que sucumbió en Dos Rios merced a los imperativos de una ineludible hora historica, pero que del contenido de esa hora histórica está fluyendo y desbordáidose su poderosa personalidad de hombre entrañable, sobre todo para los que padecen hambre y sed de justicia He aquí la síntesis histórica de la obra cercana y lejana de José Martí. Sí, la obra de Martí se desborda y fluye para todos aquellos que no ignoran que su corazón dilatado y cordial desborda también de la capa geográfica.
Martí no hizo más que encontrarse a sí mismo, en la obra de verdadera liberación cubana, a espaldas de los retóricos del día, díganlo sus viejos apoleogistas de misa y olla que no comprendieron ni practicaron su verdadera obra nacional de amplitud patriótica y humana, a tono con la patria del hombre. Porque ya él lo dijo, urgido de la necesidad inaplazable de su hora histórica: Para mí la Patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber. Agonía y deber, he aquí la trayectoria humana que han recorrido el ideal y la sangre de las personalidades egregias, para hacer surgir nuestros pueblos que llevaron en su espíritu entrañable, como al hijo que nace provocando el dolor que es hondo impulso de perpetuación.
Todo niño que nace es siempre una esperanza de la generadora función vital, que nunca concibe la negación de sí misma, sino el ansia de trascender eternamente, cual el genio de la especie y la voluntad de craeción.
Marti, que se volcó con plenitud en su ideal de concreción humana, política y social, no puede ser un mito. El fue la semilla germinadora arrojada al surco de la vida integral, en la tierra de América, porque donde quiera que se arroje este germen potencial, allí estará la génesis del hombre y de los pueblos.
Nuestra América, como sus forjadores, ha sufrido y sufre también sus agonías en la lucha cruenta por rebasar su pasado colonial.
Casi siempre hemos seguido impuestos deberes de la conducta negativa del pueblo. Vicisitudes de la determinación biológica, en sus etapas de nacimiento, crecimiento y madurez, pero esta agonía vivir para trascender en la voluntad normativa, al fin será superada agonía al encontrarnos en el deber esencial. Por eso, no pueden ser mitos quienes se proyectan con plena conciencia de humanidad. Cuando nuestra aspiración de pueblo se polarice en la voluntad conductiva y ejemplar, sabremos que los verdaderos mitos fueron los que le traicionaron en la esperanza de plasmar nuestros pueblos, creando en torno del egregio nombre la mitologia legendaria.
En Cuba tenemos que nacer a la integrada vida del pueblo; entonces, sobre la extinguida ilusión del mito, se perpetuará la verdadera significación de Martí, hombre ejemplar de América y de la humanidad, que escribió con sangre. Para mí la Patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber.
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Dos Ríos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica