REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA.
Tomo XXXV San José, Costa Rica 1938 Sábado de Abril Núm. 14 Año XIX No. 846 Jose Angel Rodriguez Angel Osorio Palacio Valdés Don Armando Palacio Valdés Laoizé (2. Lo admonición de la Venus de Milo Motivos.
Alli.
Maternidad consciente La literatura es lo expresión de una sensibilidad.
Semblonzos.
Conción Redonda SUMARIO Luis Nieto Caballero Corta alusiva.
Monuel Altolaguirre Carta abierta a un militar del otro bando.
Henri Borel Federico de Onís se solidariza con el pueblo Aura Rosland español.
Oscar Flores Breve recuento histórico.
Juan Alcaide Sánchez La unión centroamericana Vicente Davila No se hagan Uds. empleados públicos Sanin Cano La dignidad del trobajo.
Dalia Iñiguez Micro poemas ofro vocales.
Graciany Archilia Miranda José Mario Saravia Pedro Aguirre Cerda Rafael Sánchez de Ocaña Castañeda Aragón.
Palacio Valdés Por LUIS NIETO CABALLERO De El Gráfico, Bogotá, 12 de febrero de 1938 esas ciudades embrujadoras, o si posible en ambas, las descripciones del maestro, cálidas, minuciosas. Quién no ha deseado conversar con sus tipos, ser amigo de ellos. Quién no se ha enamorado de la hermana San Sulpicio?
Pintor de ambientes, escrutador de almas, escritor de un estilo goloso, sencillo, poético, de venas y de arterias henchidas de sangre, don Armando Palacio Valdés, que era la frescura, el sol, la risa sana, tenía acentos lancinantes cuando dirigía la mirada hacia la sombra para mojar la pluma en la tragedia. Baste el recuerdo Ide aquel cuentecito, joya del género, bautizado Solo, en donde la angustia hace un nudo en la garganta y en donde la muerte del niño, que representaba la única ilusión, el único tesoro de su padre, es algo que se va borrando mientras se va leyendo, porque los ojos se constelan de lágrimas. Como hace reír, como hace gozar, hace llorar, hace sufrir, el novelista para todos los gustos, en quien se sumaron todos los atributos dignificadores de España.
Figura radiante, figura querida, la del viejecito, tan noble en su vida, tan fiel a su seca y Armando Palacio Valdés Se apagó la voz de los clarines y se apagó la voz de la metralla. Banderas blancas se alzaron en todos los espíritus cuando en los bandos contenidores se supo la noticia de que había volado el espíritu del viejo! Ochenta y cinco años tenía don Armando Palacio Valdés, el novelista asturiano, que nacido en el norte y radicado en el centro ganó su mayor gloria con la pintura del sur, y que en sus obras supo realizar todo lo que es atractivo, solar, noble, hidalgo, hospitalario, altivo en la vida y en el genio de la península amada.
Geográficamente, dice Germán Arciniegas en un libro precioso que acaba de salir, España es la contradicción misma metida dentro de un puño. El interior es una llanura parda, en donde las ciudades están distribuídas como las rocas sueltas que tiran los volca nes al azar. Son ciudades de piedra, almenadas y rudas, en donde el brazo de los ríos que ciñen sus contornos no es vena cristalina refrescante. Ciudades fuentes, baluartes, castillos. Castilla, entraña brava de la península.
Por el contrario, el litoral se quiebra en auras deliciosas: son calles de esmaltados verdes que alegran los naranjos con sus discos de oro; ríos que se multiplican en acequias morunas para sostener los huertos en mallas Ide cristal: ciudades alegres con patios de fino encaje como la ropa blanca de las mujeres; albercas de mármol; surtidores de empinados cascabeles. Adentro de los palacios, en los tiempos del califa, estuches de carne tirados sobre cojines de seda; luego, cuando la cristiandad, las andaluzas y gitanas que se consumen en su propio fuego.(1)
Don Armando Palacio Valdés resultó del litoral. Es un andaluz por la gracia, por los gustos, por los temas. En sus libros, apasionantes libros, se hallan los encajes y las sedas, los surtidores, las albercas y los estuches de carne. Nada libidinoso, pero todo amoroso, cautivador, ensoñador, centero, para poner el corazón a dar vueltas. Paisajes del litoral, carmenes rumorosos, naranjos en flor, vocingleras aves, el mar azul, los minaretes, las calles misteriosas, las almas plácidas y las almas torturadas, toda la pasión, la aventura, la sal de Andalucía! Granada y Sevilla descuellan en sus obras. quién no le han tentado, no han hecho suspirar por lo lejano, no han invitado a establecerse en una de Don Armando Palacio Valdés De Hora de España. Barcelona. NO de febrero de 1938 Mi tio, el marqués consorte, de regreso de in banquete en París durante la otra guerra, sucura de aguas en un famoso balneario, que le fue ofrecido por los escritores francedeshacía su equipaje que sin duda me reserva ses. Quien estuvo presente en ese ágape refieba una infantil sorpresa. En lugar de jugue re que don Armando recitó de sobremesa con tes, entre unos altos cuellos duros, apareció verdadero entusiasmo algunos poemas de nuesel retrato del novelista, que entonces ya te tros románticos, de nuestros liberales románnio la barba blanca. El libro que más tarde, ticos.
para que me instruyera, me regaló mi tío fue Don Ramón del Valle Inclán decía: EL una novela suya, que tampoco lei por aquel Prólogo a Los Majos de Cádiz ¿sabe usted?
tiempo. es todo un tratado de estética.
Se dice que don Armando es el novelista de cierta sociedad. Puedo asegurar que cierta MANUEL ALTOLAGUIRRE sociedad no lee. también es cierto que PaN. de Dor: Armando Palacio Valdés lacio Valdés esquivaba el contacto con ese amnació en Asturias el año 1857. Escribió biente por razones de dignidad muy estimaotras novelas que tuvieron gran difusión: Los ora bles. Sus amigos debieron ser doña Emilia dores del Ateneo, Marta y María, José, Los Majos Pardo Bazán, doña Carolina Coronado, el de Cádiz, Riverita, Maximina, La espuma, La Marqués de Bradomin, etcétera etcétera.
hermana San Sulpicio, El Maestrante, La fe. El cuarto poder. La alegria del capitán Ribot, TrisCon don Armando Palacio Valdés pierde la tén o el pesimismo, Papeles del Dr. Angélico, literutura española un famoso novelista y la Nuevos papeles de Dr. Angélico, Santa Rogelia.
democrccia uno de sus defensores. Se recuerda Murió en Madrid el 16 de febrero de 1918.
entre (1) Germán Arciniegas: América, tierra firme, Pag.
108. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica