REPERTORIO AMERICANO 387 Ricardo Rojas, hombre de mentalidad y preocupaciones netamente americanistas su vi estas ciu Pro forma: te mercantil son Repeaton. Arnesien kommence Meandejas grantes. y que Por ARTURO MEJIA NIETO Envio del mutor, Buenos Aires. Junio de 1937 Creo que orgánicamente hay en Rojas un ideólogo, pese a que despista con la eclosión artística de su pluma y de su palabra.
Es un producto de la forma mental hispa na. Pero en oposición a los modos del pu.
ramente retórico, su densa cultura y su sión objetiva de los grandes problemas de América lo inducen al análisis. Una prue.
ba de sus dones proféticos y su vocación de Maestro es la amistad comunidad de pósitos con Miguel de Unamuno. Con.
serva del grande hombre cosa de cuarenta cartas y len Contra Esto y Aquello, veréis lo que significaba Rojas en la opinión de Unamuno. Tan distintos ambos, pero tan personales y por eso tan mutuamente comprendidos. Rojas es un vidente, pero también es un esteta que, por cierto, nada tiene que ver con el bizantinismo o el barroquismo actual. Es un esteta: en Unamuno en cambio predominaba lo ético.
Por el pequeño pueblo de Salamanca van el americano y el español caminando. Unamuno es un gran caminador. Rojas a su vera resulta un sedentario, pero mueve los huesos estimulado por la tosudez vasca de andar y andar. Discuten, no podían menos que hacer así. Ambos están frente a una iglesia, un franciscano sale y con familiari dad y diversión le dice al Rector: Por fa vor. Don Miguel, vaya a otra parte a discu. aires afrancesados de París. Explicaba el gran tir, la gente no puede rezar con sus gritos. Don Miguel no escritor al hablar de Dario: La palabra dehace gracia, lo que le be ser para expresar conceptos y no para conviene es convencer a Rojas y se lo lleva construir arabescos decorativos. había a otra parte. Rojas se divierte y olvida el el gregado el gran difunto: En esa poesía faltema. Pero Don Miguel es vasco y vuelve a la carga. Hablan toda una tarde y las cosas ta el sentido humano, el anhelo y la inquietud de los hombres. Si los poetas no sirven quedan como antes. Es curioso observar la dificultad de para esto, para que pueden servir? Esa poe.
estar cerca de Don Miguel y sía agregaba. está divorciada con la vino discutir: Américo Castro viajando con da. Rojas lo indujo entonces a que leyDon Miguel durante la guerra grande por ra la gran maravilla de Cantos de Vida y Italia, cuenta como se trababan los concep Esperanza. Le había dicho el americano al tos de uno contra los del otro sin hallar hay seria preocupación por salida. no era sólo el filólogo quien acompañaba al gran difunto sino otros muy selos grandes problemas del hombre de nuestra lectos espíritus de España. Pero Don Miguel raza. Qué pasó? Unamuno buscó el li cuenta Castro nos amargo bro y lo leyó. Un amigo común refirió más las tarde a Rojas la emoción que le produjo al ¿De qué discutian Rojas y Unamuno?
heteroclito vasco el encuentro definitivo Discutían acerca de la personalidad de Ru. con Rubén Darío.
bén Darío. Habían principiado por discre Unamuno Cosa de pura coincidenciapar en cuanto al ritmo en la poesía y en ocupóse de Rojas por motivos ideológicos arte plást. co. Unamuno no parecía ser muy que nada tenían que ver con los que preci.
fuerte en en cosas que no le atraían, Vino el pitaron su amistad posteriormente: fué a raiz tema de Rubén por asociación de ideas. Por de un libro de versos de Rojas: La Victoria esta época Unamuno no tenía de Darío el del Hombre, que Unamuno alla en España co.
alto concepto que le mereció después. Del mentó con aplausos. Qué lejos estaban los poeta nicaragüense había leido lo menos per. motivos que los unieron más tarde!
sonal y en consecuencia no lo estimaba. Pa De intención he querido hablar de Unara Rojas, en cambio, Dario además de ser muno y del concepto que Ricardo Rojas le un virtuoso lírico de la expresión artística, merecía para que se comprenda lo que amun poeta elegante ático, acusaba en bos tenían de común en cuanto al oficio de poemas cosa que Unamuno no veía. un profetas y videntes de problemas trascendencontenido racial histórico. Era. explicatales de sus respectivos países. he querido ba el americano al español. una flor del destacar sus diferencias, sin embargo, de temtronco hispano, su poesia estaba amasada en peramento, estilos de hombres y estilos de la tradición racial, sobria.
de gran fuerza huescritores, etc. Porque Rojas vale como escri.
mana. fué Rojas quien indujo a Unamu tor y como propulsor de una conciencia ameno a leer Cantos de Vida y Esperanza, por ricana Es él el inventor de la palabra que jay! lo que Unamuno conocía de Dario argentinidad en su país y el impulsor de la era aquello de La princesa está triste y otros implantación del enorme programa de faena espiritual implicado en ese término. También es suya la expresión eurindia que ahora me cuenta él, divertido. se utiliza como nombre de soc ledades izquierdistas. No nací en Santiago, sino en Tucumán. me dice pero de niño fuime con mi fa.
milia a vivir a la primera, a ciudades.
Todos mis ascendientes, eso si, son de Santiago del Estero. Mi padre y mi abuelo hablaban quichua, yo tenía que sentir las cosas de mi país y de América. Pero no tenía conciencia de ello. La tuve cuando vine por primera vez a Buenos Aires. Sin ser entonces lo que es hoy nuestra capital, tuve la impresión de que esto no era nuestro. Que esto no era el fruto de aquella raiz. Que faltaba un eslabón entre una cosa y otra.
Recordamos entonces cierta confesión que Rojas hizo a Carlos Vega en la siguiente El contacto brusco con el ambienantil y heterogéneo de Buenos Aires despertó en mi en mi, por contraste, la memoria de América, revelándome que nuestra nacio nalidad no se realizaría en lo futuro ni por la tribu primitiva, ni por el hotel de inmi.
Sintió desde su temprana llegada la capital, en 1899, el problema que habría preocuparle a lo largo de su vida y de manera tan inquietante y bella ha presentado en sus libros a los jóvenes argentinos. Yo siempre crei me dice Rojas que Buenos Aires era una especie de enorme tranzatlántico. Conversamos entonces del simil originalísimo conque el autor de El Santo de representa toda la América nuestra. Según hay aquí una lucha terrible entre lo que el llama los dioses de la montaña lo realmente americano y el mar que es por donde se trasmite, como si fuese una puerta siempre abierta y por eso peligrosa, la influencia extranjera; es allí donde están prendidos los hllos, las infinitas sedes de líneas de barcos que los egregios capitanes de la indutsria y la técnica utilizan Europa para manejar a estos débiles pueblos de la América Latina. Porque en nosotros me decía el doctor Rojas sintiendo en carhay una cosa terrible cual es la de ser hijos de antiguas colonias que pugnan por convertirse en naciones Lo nuestro, lo que he defendido toda mi vida, es la montaña, pero las acometidas del mar van arrollándonos. Prueba de ello es ello es que los gran.
des puertos nuestros son siempre cosmopolitas.
La lucha mía ha sido quizás infructuosa y quizás al final yo resulte ser un derrotado.
es de esta guisa que nos viene el recuerdo de Ollantay, el poema trágico en ver.
so aún inédito en que el autor revive el mito del hijo de la tierra, en oposición Inca, hijo del sol. Como se ve, el nombre Ollantay hace pensar en el famoso texto quichua La creación de Rojas toma el persona je de tal leyenda, pero se aparta en el con flicto, desenlace y espíritu, fugándose di.
ce el ilustre escritor en lo que el considera que fué la versión primitiva del mito an dino, evidentemente desvirtuada por la ver.
sión quichua, que es de origen colonial. Lo que hay de nuevo en mi punto de la Espada español: Allí horas.
ne propia al sus