Moscow Trials

IRepertorio Americano SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXIV Núm. 19 San José, Costa Rica 1937 Sábado 20 Noviembre No. 827 Año XIX Genaro Estrada.
El proceso de Moscú.
La libertad del Espiritu y los Poderes sin freno Guayaquil.
Gesta de la literatura revolucionaria Señal y ejemplo de Minja.
SUMARIO Alfonso Reyes Canción Redonda y Arbol de Sangre de ClauMalcolm Cowley dia Lars y Carmen Brannon Guillermo Ferrero Sonetos.
Cornelio Hispanto Canción de los ojos ciegos. Ermilo Abreu. Gomez Breve apunte sobre una de las grandes lecciones Gaston Baquero Dias de la Revolución Española.
Alberto Gwerra Trigueros Emilio LeFor!
Marsta de Lusignan Diogenes de la Rosa Genaro Estrada Por ALFONSO REYES Entro del autor. Buenos Aires, octubre de 1937 vido El que comprende a unos y a otros, y a todos puede conciliarlos; el que trabaja por muchos y para muchos sin que se le sienta esforzarse; el que da el conlas inevitables desigualdades de los hom bres, y les ayuda, en cambio, a char sus virtudes; el fuerte sin violeni cólera; el risueño sin complacencias equivocas; el puntual sin exigencias incómodas; el el que estudia el pasado con precisiones de técnico vive en el presente con agilidad y sin jactancia, y pro voca la llegada del porvenir entre precaу confiado; el último que pierde la cabeza en el naufragio, el primero en organizar el salvamento tal era Genaro Estrada, gran mejicano de nuestro tiempo, a quien todos podían atreverse a llamar cel gordo, Dotado de una sensibilidad alegre y varia; coleccionista de buenos libros, de manuscritos raros, de cucharillas de de cuadros y muebles, de jades y primoplata, res chinescos, en que su casa era un verdadero museo; lleno de aquel humorismo tembloroso que comunica a los hombres gordos otra manera de esbeltez; dueño de una paciencia saludable, buen respaldo moral para inquietos y desorbitados, buena mano para timón, buen músculo de alma era Genaro Estrada una de esas instituciones de la ciudad, uno de esos hombres centrales que hacen la organización de las pleya Berarias (el Club de Méjico sólo vivió mientras estuvo a su sombra. Era un padrino natural de los libros.
la suya una de esas bondades sin aureola y sin exceso de santidad, tan lejana de la falsa austeridad de los morbosos lujos de aislamiento y tebaidas; una de esas bondades que andan donde todos andan, hacen lo que todos (pero siempre un poco mejor. circulan entre todos, y no pierden un solo instante el sentimiento de su misión, de su tarea humana. Tan de compania siempre, tan mensajero de buenas noticias, tan de todas las horas, tan hermano mayor, con su vibración de ternura contenida y su travesura de joven elefante.
Todo en Genaro era gusto. Gran trabajador, nada habia de angustia en su trabajo, sino que siempre parecia un paladeo voluptuoso. Con el mismo agrado y la misma sensibilidad emprendia un catálogo erudito o reorganizaba un archivo mos y era Genaro Estrada Hacia 1920)
grata