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340 REPERTORIO AMERICANO de producir en su marcha obras prodigiosas, pero ahora sabemos ya cómo se producen.
Nuestra convicción se acrece porque hemos visto marchar la Historia. Hemos conocido en su entraña el más grande crimen cometido contra un gran pueblo por fachismos canallescos y democracias cobardes y calculadoras. Hemos visto a una masa de calidad magnífica revolviéndose sola contra el crimen y deteniéndolo con el pecho desnudo: hemos anotado el caso peregrino de una nación que, mientras opone su llama heroica al paso de la barbarie, prepara las maneras científicas de de rrotarla: hemos conocido un conjunto de hombres que, al tiempo que se desangran en la cuina de un mundo culpable, disponen las bases de un mundo de justicia. lo de ahí mi alegría cu bana, gente de nuestra sangre, de nuestros modos psicológicos, de nuestro ritmo histó rico. Un pueblo tenido por decadente, una masa ofendida como incapaz de superaciones, abriendo vía, a costa de su vida, a todos los oprimidos de la tierra: un país víctima de las más duras fatalidades económicas, peleando por una economía justa para el mundo. Los hijos de tierras sometidas, como la cubana, a terribles sujeciones, a explotaciones exhaustivas, a regimenes dirigidos a la mutilación del hombre, vemos en España nuestro futuro.
Ahora sí le llamamos madre. No porque de ella vengamos sino porque ha podido tanto su energia que traspasa el parentesco de la sangre en un maestrazgo en una maternidad de nuevo y altísimo sentido: porque está enñando a los pueblos que nacieron de su impulso el modo de salvarse contra sí mismos: porque ahora, como batalla por el hombre, lucha mejor por el hombre más cercano, el español del otro lado. Madre, porque ahora si queremos ser hijos leales de su fuerza universal esto realiza Negros en España pensará Casera carne de patética a un tiempo. Qué tarea sin medida. Habeis meditado, compañeros de Cuba, en lo que esto significa? Acabar con el enemigo y salir mejorado, transformado, del combate! Yo contemplaba aquellas cabezas campesinas en silencio de la biblioteca y no podía apartar de mí la idea de que muchas de ellas caerían en las próximas batallas por la libertad. No lo ignoraban ellas pero un mandato venido de la entraña biológica, superior a toda sospecha y más allá de todo presentimiento, las empujaba a ennoblecer la vida cerca de la muerte.
Un pueblo que se levanta de su dolor por la fuerza del dolor mismo es un pueblo invencible: porque al dolor, a la herida de la injusticia secular subida a motor de no se les puede ganar como una posición ni arrebatar como una ametralladora. De la hondura de esa herida arranca la fe bellísima en el triunfo que aqui posee a todos los hombres honrados. Esa fe está, además, prendida en la convicción de que si España cae en las garras de los aventureros de Franco y de los precónsules de Hitler y de Mussolini, la masa española sufrirá la vieja esclavitud, esa que deja a los hombres mejores mutilados de cuerpo y entendimiento, añadida de la esclavitud colonial, producida por mano extraña, que tanto y tan dolorosamente conocemos en Cuba. Se podrá disentir en cuanto la estructuración política de la nueva España; no caben diferencias de de opinión cuando se trata de dejar bien muerta la España anquilosada e inhumana de ayer, ahora asistida de un poder extranjero que agrava su crueldad.
Pero, claro está que ese dolor, esa conciencia alerta de la masa española, han de poseer una nueva claridad para poder tanto, para asegurar el imperio del pueblo. La poseen, en efecto. Por primera vez el impetu popular español aparece colmado de realidad y de eficacia. Jamás un grupo humano se ha subdo tan velozmente la altura de no. En esta observación mía de dos meses yo he advertido superaciones pasmosas y transformaciones increíbles. Los trabajadores de España han sufrido con demasiada dureza la agresión esión científica del fachismo para empedernirse en una guerra de simple inspiración heroica. El pueblo guarda aquí muy malos recuerdos de miserables diferencias intestinas para seguirlas permitiendo. la primera mirada se descubre la marcha hacia la unidad eficaz y la obra de técnica estricta. Hay que ganar la guerra, grita España. no se puede ganar si no se hace de la vanguardia y de la retaguardia, es decir, del pueblo todo, una sola creencia y un mismo propósito. si la acción unida no responde plenamente a la exigencia de los tiempos.
En verdad sólo eso faltaba para ganar la partida al fachismo. Si cuando España no tenía sino milicias arrojadas y energías dispersa no pudo señorearla la invasión extranjera ¿podrá ahora que cuenta con un Ejército Popular decbado de capacidad y organización? Si nada pudieron los traidores cuando las fuerzas revolucionarias andaban en violentas pugnas. podrán algo ahora que el Frente Popular es cosa definitivamente arraigada en la vida nacional? Al dejar España yo me llevo una alegría sin tamaño: alegría de revolucionario y, sobre todo, alegria de cuba no. No es que mi fe en la Revolución haya crecido; la fe es cosa invariable, o se tiene o se da por perdida. No. Es que la fe se llena de impetu alegre cuando se ven realizaciones que la fe sabia indefectibles. Sabíamos antes de tocar lo español, que la Revolución había su desti De El Tiempo. Bogolá, XI 37 En el Alto Aragón han sido vistos varios el duce echa mano de los del destronado Nedestacamentos de negros al servicio de la re gus, en nombre de la católica majestad imvolución y probablemente se trata de nativos perial etiopes importados por Mussolini. No seria No faltaba sino el negro en el mosaico étnico de los invasores de la península. Aunhombres son propiedad del imperio. El die que esta vez puede abonarse a los soldados tador que es mejor que mueran. nede Etiopia la razón de que su raza no es gros que blancos, sobre todo si aquellos son la raza de Cam. Continúa la tradición de misera que el hombre de color ha de ser un instruconquista. Cuando el Las Casas hizo en la corte española la mento pasivo al servicio del blanco. él se revelación de que al indio le sometia a le pondrá un fusil en el hombro y se le em barcará diciéndole: Vé y mata donde te trabajos agobiadores en las colonias, rey se apresuró a mandar negros para aliviarlos.
digan que mates. Pero como los proyectiles Por algo el papa Inocencio había declarado contrarios no conocen la geografía humana y ya a los indios personas dignas de todo apreno son precisamente los dictadores de Eucio. Ahora, para que sus buenos súbditos ropa los que se ponen a su alcance, aqueno dejen la piel en los campos españoles, llos rebaños arrancados a las soleadas tierras que ya no les pertenecen, caerán a montones, ignorados y sin epitafios rimbombantes, por que para tal guisa de mártires no habrá en Addis Abeba los líricos monumentos que CANSANCIO MENTAL inaugura el duce en Roma, consagrados a los NEURASTENIA caidos por la causa de la civilización.
Cuando Candelario Obeso, el poeta negro SURMENAGE de Mompós, se disparó un tiro, alguien dijo FATIGA GENERAL para excusarlo que aquello había sido sin intención, mientras se ensayaba en el tiro al blanco. Pero el poeta moribundo que lo oyo.
murmuró entre dientes: Estaba tirando al son las dolencias blanco y le pegué al negro. Asimismo las yraque se curan radas gobiernistas del Alto Aragón, cuando quieran hacer blanco en los mercenarios de rápidamente con allende el Mediterráneo, harán negro en los etiopes empujados a la vorágine de la guerra por el capricho de un histrion. Negros que caereis en la tierra martirizada de España siempre habrá una lágrima blanca sobre vuestras anónimas sepultucas CASTAÑEDA ARAGÓN Kinocola el medicamento del cual dice el distinguido Doctor Peña Murrieta, que Atrición por contrición Al exaltado fervor de la inística, San Ignacio lo reemplaza con el procedimiento de sus Ejercicios, verdadero tratado de psicología en que el examen, del cual no podía prescindirse ya ni en las conversiones, suple al éxtasis inspirador. Basta comparar la tristeza contemplativa que llena las meditaciones de la Imitación con el sagaz análisis del libro jesuítico. Comprendiendo que los tiempos de entusiasmo habían pasado, se sustituyó a la contrición, es decir al dolor de haber pecado, por la atrición, o sea el temor del Infierno; de modo que el criterio utilitario primaba aun en las reglas de la conciencia (De Leopoldo Lugones, en El Imperio Jesuitico. Buenos Aires. 1908. presta grandes servicios a tratamientos dirigidos severa y científicamente.