REPERTORIO AMERICANO 205 el Esopo Sienés, en el Sercambi y en las lectutas francesas, inglesas y alemanas.
En la China es popular también este cuento, aunque la solución es bastante distinta Dchuang Dsi era un sabio que no creia en las protestas de fidelidad que le hacía su mujer.
Un dia enfermo y al poco tiempo perdió la vida. La mujer, muy afligida, le loro inconsolable y colocó el ataúd en el sitio de honor de su casa. Al dia siguiente llegó a aquella ciudad un principe, que iba a estudiar con Dchuang Dsi, pero al encontrarlo muerto, pidió permiso para velar sus restos durante un año y estudiar entre tanto, los escritos del maestro. Apenas pasados quince días de la muerte de Dchuang Dsi, la viuda y el príncipe estudiante se van a casar, porque se han enamorado: pero al principe le da un ataque que pone en peligro su vida. Un viejo sirviente dice que sólo se puede salvar dándole a beber, disuelto en vino, el cerebro de un hombre vivo que no haga todavia cinco semanas que haya muerto. La viuda piensa que el cerebro de su finado esposo puede servir para el caso y se de un martillo para abrir el ataud, pero.
apenas levanta tapa. Dchuang Dsi resucita y se burla de la fidelidad de su esposa. El principe desaparece la mujer, presa de vergüenza y desesperación, se ahorca, Este cuento, que ha sido últimamente publicado por la Revista de Occidente, Madrid, en su colección de Musas Lejanas, tomo III.
un episodio desprendido del libro de Dchuang Dsi, el filósofo. La casa Tien, a la que pertenecía la mujer de Dchuang Dsi.
reino en el estado de Tsi. Chantung oriental) desde 379. Tchu era una ciudad al sur de la antigua China. Claro es que si esta leyenda no tiene en la literatura china un origen anterior al libro de Debuang Dsi, no puede haber influido en la obra de Petronio.
porque el Satiricón es varios siglos anterior al libro del filósofo chino.
arma cs El baño Talla policromada por el escultor Roberto de la Selva de noche.
na sus No.
En uno de mis ratos de ocio. puseme a leer el Satiricon en el original latino, con el interés que es de suponer, y al llegar al Cap.
CXI donde empieza el cuento de la matrode Efeso, este interés fué tan en aumento, que no pude resistir el deseo de traducirlo al castellano, siguiendo el original al pie de la letra en todo lo posible, nadie se le ocultarán las dificultades que hay para hacer una buena traducción. Si esta es literal, se pierden las bellezas con que la elegancia del estilo adorna las obras de arte; si por el contrario. Se trata de reproestas bellezas en la traducción, el resultado es peor, porque con facilidad se altera el sentido literal y si, por fin, resulta alguna belleza de estilo, será del propio traductor.
pero no del original. Tratando de evitar los mayores inconvenientes, me decidi la traducción literal: si con ello se perdian las bellezas del estilo, por lo menos reproduciría el pensamiento de Petronio con la mayor fidelidad posible.
ducir hasta el sepulcro y colocado éste en el hipo otras cosas parecidas con las que las mentes geo. según el ritual griego, se quedó a cus atormentadas pueden ser traidas a consolación.
todiar el cadáver y comenzó a llorar de dia y Pero ella no queriendo escuchar ningún con suelo, laceró con más vehemencia su pecho Así ni parientes ni allegados pudieron im y arrancándose los cabellos, los depositó sopedir que siguiera afligiéndose y buscando la bre el pecho del difunto. Sin embargo, no se muerte por inanición: por último, los mismos dió por vencido el soldado, sino que, juntamagistrados tuvieron que retirarse rechazados: mente con la exhortación intentó dar de coy compadecida por todos aquella mujer tan sin mer a la mujercita, mientras que la sirvienta.
gularmente ejemplar, había llegado al quinto ciertamente conquistada por aquel olor de vidia sin tomar alimento. Asistía la doliente no primero extendió la vencida mano a lo que matrona una fidelísima criada que era liberalidad del visitante y después conlágrimas a las de su dueña y renovaba la luz fortada con el vino y la comida, comenzó a puesta en el monumento cuando se apagaba. quebrantar la pertinacia de la señora. Y:se hablaba de otra cosa en la ciudad y los ¿Qué te aprovechará esto, dice, si murieses de hombres de todas condiciones confesaban que inanición? Si sepultases vive? Si. antes de aquella brillaba como único y verdadero que los hados lo reclamen exhalases el espírijemplo de pureza y de amor: entretanto, el Tu que aún no te piden?
prefecto de provincia mandó crucificar al. Crees que exigen esto las cenizas o los magunos ladrones cerca de la casilla aquella don nes aquí sepultados?
de la matrona lloraba el reciente cadáver. En ¿Quieres resucitar. Quieres, dejando aparla noche inmediata como soldado que cuite el error mujeril. gozar, cuando convenga.
daba las cruces, para que nadie pudiese dar de las delicias de la luz? Ese mismo cuerpo sepultura a los cuerpos de los ladrones. hu del que ahi yace debe amonestarte para que biese notado la luz que brillaba más clara vivas. Nadie oye impasible tales cosas cuando mente entre las tumbas y oyese los gemidos la necesidad de obliga a comer o a vivir. de la que lloraba, según defecto de la natura asi la mujer, extenuada por la abstinencia de leza humana, deseo saber quién era y que ba algunos dias, consintió en quebrantar su percía. Descendió.
sepultura y al ver una tinacia y se sació de comida con no menos amujer hermosísima, primero se quedó turbado videz que la sirvienta, que había sido vencida como si estuviera en presencia de algún mons primero truo o de imágenes infernales. Después al ver Сар. схII el cuerpo del yacente y las lágrimas de la ma trona su cara surcada por las uñas, dándose Por demás sabéis, qué es lo que más pueda cuenta de lo que era a saber, que la mujer tentar el apetito humano satisfecho. Con los no podia soportar e deseo del extinto. llevó mismos halagos con que habia impetrado el al sepulcro su escasa cena y comenzó a exhor soldado a la matrona para que quisiese vivir.
tar la doliente para que no continuara su con ellos atacó después su pureza. la casta friendo un dolor inútil y que no atormentase matrona no le parecia el joven militar ni demás su pecho con gemidos que nada aprove forme ni mal hablado, y habiéndose éste conchaban que uno mismo era el fin de todos e ciliado la gracia de la sirvienta que dijo en igual la morada final que a todos esperaba y seguida: por hacer. Pues, a la Cap. CXI Cierta matrona de Efeso era de tan conocida pureza que atraia la admiración hasta de las mujeres de los pueblos inmediatos. Esta matrona, pues, habiendo perdido al marido, no satisfecha con seguir el funeral, conforme la común costumbre, con los cabellos esparcidos y llorar con el pecho desnudo en presencia de la comitiva, siguió al difunto