378 REPERTORIO AMERICANO Juicios.
dos partes. Era, sobre todo, de acuerdo con la palabra de Lutero erasmiano, lo que (Viene de la página 376)
no quiere decir tampoco que fuese siempre es un creyente, y al mismo tiempo censor go López de Zúñiga fué uno de los más fiel a la etimología griega de su nombre: severo del fariseísmo; su empeño constante grandes y enconados adversarios que tuvo erasmos: amable. Se le vió en sus Colloquia es: cum clegantia litterarum pietatis christia Erasmo. Zúñiga y Fr. Luis de Carvajal, tomar parte en sus ataques en contra del nae synceritatem copulare.
escribieron obras contra Erasmo, encabe Papa, a los monjes y al culto de los Santos Este aspecto determinado por las cir zando la campaña anti erasmista en Es Pero escribía el latín como más tarde Recunstancias, de la personalidad literaria de pañaesclarecido nán y Anatole France (a los cuales se les Erasmo, hace que se le deba considerar Desiderio Erasmo, era varon puede emparentar. escribieron el francés, como el más genuino campeón de aquella por su elocuencia y lo vario de su saber, con un encanto inimitable que le permite, tendencia harmónica expresada en el her por su ingenio vivo, agudo y extremada aunque no estuviese mezclado directamente moso libro de Guillermo Budeo: De transitu mente festivo. Mientras vivió fué su nombre a la Reforma, ejercer una gran influencia Hellenismi ad Christianismum, escrito por tan celebrado, que apenas se hablaba de en el movimiento que entonces se llevaba a los años de 1517 (pág. 267. 268. 269. nadie más que de Erasmo, sobre todo del cabo Tu doctrina es, como ha sido siempre, lado allá de los Alpes, porque los italianos Es así como su ciencia de humanista cristiana. y sin duda Cristo te tiene prepara no admiraban tanto su doctrina y elocuen se puso al servicio de una fuerza poco coda grande y espléndida recompensa, puesto cia. Publicó muchos libros, unos originales, nocida en la Edad Media de la libre inque tan mal se conducen contigo los hom otros ajenos, de las Escrituras y de los San vestigación, que no reconocía en el fondo bres Carta de Luis Vives a Erasmo (Alu tos Padres, corregidos y enmendados por otra cosa que lo que el espíritu tiene por de aquí Vives a quienes envidiosos de la él con mucha diligencia y buen juicio. adquirido. Puede verse en él y es por lo reputación de Erasmo: lo declaran lute ilustrados de ellos con doctísimos esco que merece citarse en este estudio un porano. para menguar su fama y reputa lios. dice Ginés de Sepúlveda en su obra lítico oportunista. alejado de los partidos ción. De Rebus gestis, Caroli Adolfo Bonilla y extremos y no admitiendo sino las consig Ojalá escribieran todos así! Haz tú, San Martín: Luis Vives y la filosofía del nas inspiradas por el buen sentido y la si puedes, alguna cosa mejor y no conde. Renacimiento.
razón. No es un revolucionario y si es nes la labor ajena. Carta del Cardenal Entre los espíritus más cautivadores verdad que la libertad política reside en Cisneros a Zúñiga, hablando de Erasmo. de esta época (del Renacimiento) debe en la evolución de las ideas conforme a la Este no devuelve a su contrincante sus especial mencionarse a Erasmo de Rotter naturaleza de las cosas, Erasmo de Rotterinjurias. Es más ecuánime, más moderado, dam, príncipe de la erudición, maestro sin dam fué, incontestablemente, un gran prey contesta con gran acierto y a veces con disputa, del Renacimiento, Erasmo no era cursor.
singular ingenio las imputaciones de sus ni católico, ni luterano, lo que hace que Emil Labarthe La Liberté Creatrice, adversario. Nota del recopilador. Die su conducta disgustara naturalmente a las (pág. 66. Rutinario en costumbres y amistades Sólo enfermó una vez, para morir.
Horro de todo, hasta de enfermedades. se fué de la tierra en el bajel de Caronte, a cumplir su eterno ayuno, igual que vivió siempre Don Miguel de Unamuno: haciendo pajaritas de papel sin estar de acuerdo con ninguno. Qué más?
Cuando salia por la Plaza de Salamanca, le saludaba y le reconocía Castilla entera: el hombre de la Armuña que al empedrado arranca chispas con la pezuña de su mulilla blanca; el clérigo rural de Alba de Tormes, el fraile dominico de Sequeros que hace un ruido de huesos agoreros con las cuentas enormes de su tosco rosario: la beata que al verle se santigua y se estremece porque, según parece, es hombre que se trata con diablos y brujas; los curiales.
los profesores y los magistrados: las damas principales que cicatean por los entoldados cuchichean en los soportales, y los prohombres municipales que vienen que van apresurados a las Casas Consistoriales Don Miguel. Don Miguel. Abi va Unamuno.
Abur!
Que Dios le guarde. Don Miguel! él les va contestando uno por uno, con gesto sobrio y digno, como es él Pero los estudiantes, sobre todo, son su corte mejor, la más sincera.
Lo rodean y asedian de tal modo que se interrumpe el paso por la acera, el caro Don Miguel, yendo a su clase en prieto grupo de alegría moza, para dejar que el vecindario pase, irrumpe en la calzada. Se alboroza la plaza entera. la dormida via que la Universidad los va llevando más que calle parece romería, mientras que Don Miguel, andando andando.
expone al grupo su filosofia.
El sol ya está en la altura. Los arrieros llegan de Extremadura y Portugal.
El reloj de una torre da el metal de sus diez campanadas. Los oteros bruñen su cereal. allá, en el agro, en la sesuda puente que cruza el río despaciosamente con su planta romana, suena sus cascabeles la mañana en las mulas de un carro de Zamora, mientras el cielo su techumbre arquea y se copia en el agua, que espejea con una claridad deslumbradora.
Ya a la tarde la noche se avecina con débil parpadeo de faroles urbanos determina regresar Don Miguel de su paseo.
Siente dejar la solitaria encina repleta de experiencia, que tanto le ha enseñado y a la que él ha cantado en ancho verso de ancestral cadencia: siente dejar áspero sembrado que es para el labrador tumba y herencia; siente dejar la pastoril ribera con la grata frescura de sus árboles altos y derechos: pero como la noche se apresura y la tertulia en el café le espera, regresa por atajos y barbechos.
Le acompaña Pinilla.
un pocta local, también letrado.
que es su interlocutor inveterado, y el cual, como no ve, sueña a Castilla Porque Pinilla es ciego. Don Miguel siente por él una especial ternura y le place mirar, sobre la piel seca y rugosa de la gran llanura, cómo tantea el ciego las piedras del camino, mientras murmura versos que, en sosiego, fluyen como un arroyo campesino.
Recitan a Camoens y a Boscán, Rosalía de Castro y el Petrarca. es todo poesía en cuanto abarca la llana extensa que cruzando van.
Luego, el café en la rúa. La ruidosa reunión provinciana.
Las pequeñas envidias. la rosa de la pálida luna castellana bañando la inmutable ciudad maravillosa, mientras que Don Miguel, imperturbable, distraido al hablar, piensa otra cosa.
Asi pasan los días, lentamente, hasta que la alta noche los recibe: y entonces es cuando, del mundo ausente.
pluma en ristre y la cuartilla enfrente, Don Miguel de Unamuno, escribe, escribe.
Don Miguel. Don Miguel. Qué escribirás ahora, que nosotros no leemos?
Don Miguel. Don Miguel. Ya nunca más a oir tus paradojas volveremos. No volveremos, no! La muerte, absurda, te segó con su dalle. Maldita vieja patizamba y zurda que se acercó a tu calle. Ya nunca te veremos! Pero seguirás allá arriba, terco y fiel.
discutiendo con Pedro y Belcebú sin ponerte de acuerdo con ninguno, y haciendo pajaritas de papel o derramando axiomas uno a uno.
No, no. Tú, eres aquél.
Por más que pase el tiempo, y yo, con él.
de tu saber me quede ayuno, nunca me olvidaré de Don Miguel de Unamuno.