214 REPERTORIO AMERICANO Fusilamiento Van a fusilar a un hombre que tiene los brazos atados; hay cuatro soldados para disparar.
Son cuatro soldados callados.
que están amarrados, lo mismo que el hombre amarrado que van a matar. Puedes escapar. No puedo correr. Ya van a tirar. Qué vamos a hacer. Quizás los rifles no estén cargados.
Seis balas tienen de fiero plomo. Quizás no tiren esos soldados!
Eres un tonto de tomo y lomo donde el latigo aulla, marca, hiere, se moja!
Bien te recuerdo, hermano, limpio, sereno, sano.
Cetrino campesino de escuetas esperanzas verticales; mi familiar montuno, seco y hurano, a tu manera fino; dios del agro vacuno donde con almas verdes, musicales, la sal de tus ensueños dividías: el cielo, el pan, el lecho, la tierra de tu pecho, el agua, siempre mansa, de tus dias. Ah querido, querido!
No tú soldado muerto, soldado tú, dormido.
Ven y grita en mis calles tú, despierto, tú con lengua, con uñas, con oído; de húmeda piel cubierto el ancho pecho henchido, y el zapato aplastando el triunfo cierto: que asi ha de ver el mundo suspendido nuestro futuro abierto, fragua la una mitad y la otra nido, y sobre el lomo del pasado yerto el incendio implacable del olvido, como una luna roja en el desierto.
José Ramón Cantaliso José Ramón Cantaliso, canta liso! Canta liso José Ramón Duro espinazo insumiso: por eso es que canta liso José Ramón Cantaliso.
José Ramón.
Tiraron. Cómo fué que pudieron tirar. Mataron. Cómo fué que pudieron matar. Eran cuatro soldados callados y les hizo una seña, bajando su sable, un señor (oficial eran cuatro soldados atados.
lo mismo que el hombre que fueron los cuatro (a matar!
Te faltó quien viniera, y al oido asombrado te dijera. Eres esclavo, esclavo como esos bueyes gordos, ciegos, tranquilos, sordos, que pastan bajo meneando el rabo.
Esta paz es culpable. cuando será que hable tu boca, y que tu rudo pecho grite, se rebele y agite!
Tú, paria en Cuba, solo y miserable, puedes gritar con voz del Continente: la sangre que te lleva en su corriente es la misma en Honduras es la misma en Bolivia, en Guatemala, en Brasil, en Hasti. Tierras oscuras, tierras de alambre para vuelo y ala, quemadas por iguales calenturas, secas a golpe de puñal y bala.
y en las garras duras están, con pico y pala, día y noche, cavando sepulturas! tú, cuerpidesnudo mohoso pétro, mudo ofreciendo tu cuello tus venas, tu resuello, para encender sortijas.
empujar automóviles, y sucio ver el vientre de tus hijas, con las manos inmóviles. Si. Faltó quien viniera, y estas simples verdades te dijera.
En bares, bachas, bachatas, a los turistas a gatas y a los nativos también, a todos, el son preciso José Ramón Cantaliso les canta liso, muy liso, para que lo entiendan bien.
Voz de cancerosa entraña; humo de solar y caña, que es nube prieta después; son de guitarra madura, cuya cuerda ronca y dura no se enreda en la cintura, ni prende fuego en los pies.
Cuero y y sudor Elegía a un soldado vivo Bayoneta en su vaina, y el sol en la polaina.
Caballo casquiduro, trotón americano salada espuma y freno bien seguro.
la mano.
Asi pasas, redondo encendiendo la calle, preso en guerrera de ardoroso talle, Asi al pasar me miras con ojo elemental, en cuyo fondo una terrible compasión descuaja cielos de punta en tempestad de iras sobre mi pecho a la intemperie y hondo.
Asi pasas, sonriendo.
aureoresplandeciendo momia ya, en la mortaja: tú, cuya mano rápida me ultraja si a algún insulto de tu voz respondo: tú soldado, soldado.
en tu machete en cruz, crucificado.
Otros, con lengua chillona cantarán La Chambelona, pero no José Ramón: José Ramón no es santero, ni hace de Papá Montero, ni pregona El Manisero, ni está borracho de ron.
El sabe que no hay trabajo: que el pobre se pudre abajo, y que tras tanto luchar, el que no perdió el resuello, o tiene en la frente un sello, o está con el agua al cuello, sin poderlo remediar Ahora pasas, redondo, La alegria en el fondo de ti mismo, y encendiendo la calle esa guerrera de ardoroso talle. Será posible que tu mano agraria, la que empuñó el wrado sobre la tierra paria; tu mano campesina, hoy de soldado, que no robó al ganado la sombra de su selva solitaria, ahora quitarme quiera mi pan de cada dia, para hacer aún más gorda la chequera del amo fiero que en tu mauser fia?
Di que no, di que no! Di, compañero.
que tu hermano es primero; que vienes de la tierra, eres de tierra la tierra darás tu amor postrero: que no irás a la guerra a morir por petróleo o por asfalto, mientras tu impar caldero de primordial maiz bosteza falto; y que ese brazo rudo sólo es del perseguido a quien nadie recuerda (cuando cae.
y a quien el sol desnudo la tibia sangre en el sudor extrae como a golpes de un látigo encendido.
Di que si, di que si! Di, compañero que tu hermano es primero.
Cuatro paredes altas, que ni tumbas, ni saltas muda lengua, bien muda, ya podrida, en la boca.
Vena sin sangre, corazón sin duda.
Plomo, madera, roca.
Tan lejos en tu potro te perdiste, que hoy no hallas, hombre triste, solo en ti, sin ti mismo, voz que ciegue tu abismo, corriendo como vas a campo abierto, sino el mazazo que tus toros castra, y que aunque grite el porvenir despierto hacia ese abismo próximo te arrastra: a ti, pobre soldado, en tu machete en cruz, crucificado.
Por eso, de fiesta en fiesta con su guitarra protesta, que es su corazón también: y a todos, el son preciso José Ramón Cantaliso les canta liso, muy liso, para que lo entiendan bien.
y Dále con la mocha!
El sol te quema, te quema; la carreta está vacia; ya toses con sangre y flema, ya toses con sangre y flema; treinta centavos al día. Dale con la mocha, dale; dale con la mocha, dale!
Labio de vidrio, seco; pupila de muñeco Caña, plátanos, hulla, saliva de vinagre. Espalda roja, Cuando muelan esa caña, te van a moler con ella: