REPERTORIO AMERICANO 195 Poemas de AMELIA CEIDE Sacadas del libro Interior. Puerto Rico, 1936.
DESPIERTA ¡Despierta. Caminemos cogidos de la mano por las sendas del alba, en busca de las horas Vamos a exprimir, sabios, por el amplio sem brado los racimos maduros que el otoño sazona, Vamos hacia la tierra de árboles generosos a comernos el sol en las frutas maduras; aspiremos las rosas, crucemos los arroyos, tramontemos ufanos las ignoradas rutas.
Crucemos por la vida, sin sentir que la envidia a nuestros pies enreda su liana de dolor; sin temer a la sombra bosque, porque arriba sobre las ramas bailan alegrias de sol.
Helios desde el empireo su magnitud disgrega.
y sobre nuestras frentes sus aureos rayos tibios caen en temblores rubios. No sientes cómo riega con su polen de oro nuestros surcos tendidos?
Vendedores de flores Talla policromada por el escultor Roberto de la Selva ¿No sientes? Somos tierra prolifica en alcores.
La lluvia, el sol, el viento, las estrellas de oro.
y un orfeón de pájaros, y el perfume, y las flores: en un desbordamiento caen sobre nuestro lodo!
YO SOY UN ARBOL Toda yo soy un árbol porque hicieron su nido en mi cuerpo, los pájaros de tus besos de amor. así, mi carne virgen es árbol florecido que da a los cuatro vientos un musical rumor.
En mi boca, en mis brazos. en el hondo latido de mi pecho, la gama de tus besos fué ardor.
Alredor de mis senos hicieron su tejido.
Lleno de trinox vive mi pasional temblor!
Cuando a mi lado llegas y tu pasión se exhala el árbol de mi cuerpo se agita como un ala, y surge de los nidos un grito pecador. si de mi te alejas y tiendo a ti las ramas de mis brazos desnudos y puros como llamas, no oyes en la distancia todo el vasto clamor?
LA JIBARITA le habla el campo en el hondo mugido de la y me doy estremecida. vaca. llena de intimo temblor. la naturaleza penetra en sus sentidos, toda de sol violento, de yerba y de albahaca.
Abre, con expectas llaves la puerta de mi infinito ¿Fiestas. Hacia la ermita que hay en el deanhelar. Quema mis naves. cindario Oficia en mi blanco rito!
se dirige el domingo de gala y almidón.
y repasa en las cuentas de su viejo rosario Pues que del árbol del bien pecados que no tiñen de negro el corazón.
y del mal, soy breve fruto.
bebe mi jugo impoluto.
La tosca jibarita vive su vida en calma: Hazte corona en mi sien!
del sembrado a la casa, de la casa al sembrado.
Nada turba los cielos diáfanos de su alma.
Liberta la comprimida Tal vez de noche llanto del cuatro enaeclosión de tus ardores morado!
como un incendio de flores, en la aridez de mi vida.
Porque sufre el rigor de la tierra madrastra, Ciname tu brazo fuerte sus ojeras pronuncian un sendero de lilas.
en hondo circulo arcano.
De vez en cuando el grito de la ciudad le y sea nuestro amor pagano arrastra, burladero de la muerte.
y un pavor dilatado se cuaja en sus pupilas.
Al ser madre, es montaña que en blancos maGózame, bajo el oscuro manto de nupcial decoro. nantiales soleados de ternura derrama su ambrosia. Yo seré incensario puro!
Tú serás brasa de oro! exprime para el hijo los senos maternales, como un cielo que vierte vialácteas de armonia, EN LOS BRAZOS DEL MAR 13 La jibarita sabe del gozo sin igual Tarde gloriosa, aquella tarde que en ella engendra el fértil silencio del bo en que me diera toda al mar. hio. que supo, haciendo humano alarde, Ella es el grano dulce que cae del cafetal mi sensualismo despertar.
Ella es canción. la entonan las músicas del rio De hilos de sol teji mi traje la tarde en que me diera al mar.
RECLAMO y asi, me atrajo el mar salvaje.
como invencible talismán.
Amado la noche bruna llena de signos ignotos, Me abrió sus brazos incitantes; Uuelca su polen la luna y en fuerte lazo, el mar sensual en e temblor de los lotos.
bañó mis carnes palpitantes con su alba espuma pasional Yo en la copa de tu vida vuelco el polen de mi amor Me hizo temblar el blando acento Su cara es tierna, triste. y pálida y marchita.
De ambular todo el dia ásperos empedrados bajo los cafetales, tiene la jibarita los ritmos de su torpe andar, desafinados.
La planta de sus pies es fuerte estalactita de caminar descalza por húmedos barrancos.
De transportar pesadas cargas, la jibarita tiene igual que columnas aceradas los flancos.
Es casta, la ternura de Dios hasta ella viene.
Sobre su estrecha frente cae la gracia aromada de los amaneceres. La jibarita fiene repleta de paisajes grandiosos la mirada.
La jibarita ignora del turbio Dancing Hall que en musicales pólvoras estalla. vibra y arde, pero en cambio interpreta la armonia de Dios cuando rueda en sus ojos la estrella de la tarde.
Ella conoce el ritmo glorioso de los nidos: