148 REPERTORIO AMERICANO Poemas de Serafin Quiteño Envio de Alfonso Rochac. San Salvador. Febrero de 1937 Canción de la ternura universal Viajera que llegas de tan lejos Ya no soy solamente la flecha en el espacio. has iluminado el pueblo.
sino la fuerza misma de la flecha en lo eterno.
El sol es más alegre, por ti.
Ya no soy sólo el pájaro en ademán de vuelo, Las muchachas tienen los ojos grandes, por ti.
sino el vuelo, el espacio, la unidad de mi mismo.
Los muchachos sueñan, quieren ser héroes. tú, viajera, apenas si sabes lo que haces.
Tu nombre ágil, tendido, musical e inocente un vuelo de oropéndolas bajo la tarde quieta, Mi corazón mengalo, un collar tembloroso y apretado de lágrimas mi corazón sin rumbo y sin camisa va despertando en gritos mi preclaro silencio.
se ha llegado hasta ti con los ojos abiertos. Oiga, Señora, quiere regalarme un pecado? estoy solo, desnudo bajo el dolor, temblando como si de mis carnes emergiera una lumbre tú, que guardas joyas pálidas en tus arcas desconocida, como si todos mis anhelos y eres la madre joven de los niños sin madre, hubiesen despertado más allá de la muerte.
bajando tu sonrisa de tu bazar de gracia me has dado el relicario dulce de lo inefable.
Ya puedo hundirme en todas las simas de la angustia las más desoladoras y más negras y bajasTú has venido a enseñarnos Joh mujer grande y fuerte! y siempre, toh maravilla casta de tu sonrisai cuánto, amor cabe dentro de las almas fraternas volveré en un recuerdo de alas quietas y candidas.
y cómo es el encanto de las aves de paso y cuál es el misterio de lo que no regresa.
La noche está preñada de misterio, en su fondo ya ensayo el Universo de una locura ilimite Tú suave, tú frágil, tú sencilla, tú estás como el alba dentro de esa locura fugaz como la brisa pero como ella eterna, impasible, perfecta, silenciosa y desnuda.
tienes la consistencia de los anhelos hondos, y la obediente gracia de las nubes en vuelo.
ESTATUA VIVA DE BARRO Una dicha pequeña has traído a mi aldea (Canción de mayo)
y al mirarla en silencio tan humilde y tan parva, se me ha dado que cabe luminosa y entera Mujer de Cuscatlán, hecha de barro crudo, dentro de un camanance de la cara del alba.
modelada con mano bárbara y presurosa, recuerdas en la gracia de tu brazo desnudo Pero hoy te vas y aquella dicha sincera y minima el asa primitiva de un ánfora de loza.
que cabía en el hueco de un ala o de una mano deja en las almas tuyas un vacio tan grande Frutal, rural, ingenua, tu muslo es el renuevo que Dios, con ser Dios mismo, no podría llenarlo.
de un platanero ardiente sembrado en tierra oscura. Qué regional tu aroma de cantarito nuevo!
Así es la dicha, mientras descansa a nuestro lado. Qué ariscos tus andares de elástica premura. sencilla, dócil, no hace ruido ni habla.
baja los ojos dulces cuando la vemos Mujer hecha de arcilla que por mi sueño pasas pero en cuanto se ha ido. ya no hay nada en la casa. feliz como las pascuas en la mañana hermosa.
Bien haya que tu rostro dá al mismo sol de brasa Oyeme, confidente: cuando en tus manos tiernas que dora las mejillas de la manzana rosa.
como un pájaro enfermo te dejé mi tristeza, aún no sabía el llanto de su ternura trémula Los ojos negros, negros, de aceituna madura, ni comprendia todo lo que puede la ausencia, te alumbran la inocente sonrisa de cuajada y esconden, mudos, algo de la barranca oscura Pero hoy, solo, sin nombre, sobre la tierra dura y expresan lo que expresan las noches estrelladas.
mi sed se alarga y fuga como dos rieles frios.
Tiembla y llora la noche en sombra unánime Eva de alfareria, cintura de tinaja, y yo estoy en la noche como un niño perdido.
alma de cordoniz y corazón de niño, dime qué mago te hizo las pestañas de paja No volverás. no volverás. ya me lo dijo y asustadizo el gesto y escondido el cariño?
aquella ventanilla que se llevó tus ojos.
Yo vi en ellos el viaje. la distancia. la muerte.
Tú, mujer, que rezumas de la carne morena lo que se va. lo que se queda. pero que no regresa.
jugo sabroso y prieto del sacrosanto suelo, me caes en el gusto como tarde serena ¿Qué tienes, tú, de qué rincón del tiempo y me untas las heridas con mieles de chumelo.
emergió el aura clara de tu voz, de qué vida surges joh misteriosa bandolera celeste?
Sencilla, sin afeites, como viniste al mundo. Qué pájaros perdidos vertieron en tu pena sin más don que tu gracia de flor en el camino, esa resignación y ese gesto magnanimo, parece que auspiciaras el surtidor jocundo lo que tienes de noble sacrificio, de un coro de zenzotles bajo el azul divino.
lo que está más allá de las palabras en silabas de niños y en emociones párvulas?
Sombrosa como rancho tirado en la llanura, tranquila como el sueño de una feliz conciencia, Tus manos me enseñaron la suavidad, tus ojos tienes mucho, en el habla, de lejana tristura me enseñaron la noche rebosando de estrellas y algo, en el entrecejo de asombrada inocencia.
y en tu corazón desbordado e inmenso todo el dolor humano me pareció pequeño, Fuerte en el sacrificio, simple y fiel en la entrega.
por ser casta y sencilla tu desnudez es plena, Mi canción en tus ojos era una lágrima sin nombre, tienes el pubis liso de las estatuas griegas. en tu ternura universal. brizna de amor. y la bondad gozosa de la granada llena,