REPERTORIO AMERICANO 77 quedan una égloga de Garcilaso o una serranilla del Arcipreste, a muchachos que, salvo contadas excepciones, no frecuentan más autores que los repórteres deportivos del periódico. y que a duras penas entenderían los versos de nuestros poetas chirles o las prosas de nuestros cronistas sociales. Las veces que leyendo en clase un romance de Góngora, del Góngora diáfano y sencillo de la primera época del Góngora anterior al gongorismo. nos hemos dado cuenta de que tal lectura era para nuestros alumnos un logogrifo. si bien menos intrincado tan ininteligible como las silvas de las Soledades o las octavas reales del Polifemo! Quizá sea, pensábamos, la culpa del gémero poético y cambiábamos del verso a la prosa. no a la prosa conceptista y culterana de Quevedo o de Gracián. sino a la prosa corriente y moliente de Figaro y Valera, y en resultado era igual. Ni Fígaro ni Valera estaban al alcance de aquellos bachillerandos, y había necesidad de explicarles punto por punto el significado de la lectura y tomarse luego grandes y vanos empeños por hacerles entender la filosa observación y aguda sátira del uno, la exactitud descriptiva y la suave ironía del o.
tro. y la hermosura de estilo de ambos.
Como se ve, un profesor de literatura que juzgue que su labor no consiste en dictar biografias de escritores cuyas obras no leen los discípulos ni en el aula ni en la casa, sino en despertarles interés y gusto por los maestros del buen decir: un profesor que tenga bastante criterio para darse cuenta de que en un colegio de tipo nuestro, la literatura no puede ser considerada más que como un complemento del estudio del idioma y nunca como una asignatura en sí al modo que se enseña en las u.
niversidades, tanto por las escasas horas que a.
qui le concedemos como por la dificultad de ser correctamente entendida por los alumnos: un profesor en fin que se proponga hacer algo útil en beneficio de estos últimos tiene necesariamente que ir muy despacio en sus cla ses y echar por primera providencia al canasto de papeles inútiles el larguísimo programa sobre la materia del año 1929. el cual programa no sólo abarcaba la historia de la lite ratura castellana desde el Poema del Cid hasta Valle Inclán en el primer semestre, sino la de todas las literaturas del mundo. Oriente.
Grecia, Roma, Italia, Francia, Inglaterra, Rusia. los países del Norte el segundo ¡Ancho campo indudablemente para que el profesor espigara en cualquiera de esas literaturas extranjeras si tuviese oportunidad para ello! Pero al pobre bien le va si en un año entero y no en el semestre que se le asigna puede ver unos cuatro, cinco o seis autotes castellanos.
Tan absurdo programa, pensamos nosotros que es apenas una manifestación de ese espíritu ambicioso. superficial y novelero que nos distingue a los costarricenses en todas las cosas. Queremos abarcar demasiado aunque no apretemos nada. La cuestión es darnos una untadita de estoy de aquello un ligero barniz que nos ponga en aptitud de hablar de lo que no sabemos sino a medias, especie de conocimiento peor que la misma absoluta ignorancia.
Tenemos que convencernos de que cultivando nuestra innata propensión a la charlataneria no podemos llegar a ninguna part al menos a ninguna parte buena. Dejemos de lado el afán enciclopédico. orientémonos hacia lo útil y asequible, y en cuanto al punto concreto que ahora nos ocupa, vengamos a la realidad y reduzcamos la historia litera ria a sus verdaderos términos que ya dijimos antes: estudio complementario del ididma.
Esto es más modesto, pero es lo serio y lo lógico y así si se consigue el objeto principal que tiene, y el único a que nuestros colegios pueden aspirar. y único también que al muchacho interesa. Lo demás es soñar en coger la luna con las manos.
Ahora bien, considerada así, la literatura debe darse desde el primero hasta el último año del colegio. Bueno podrían decirnos los autores del megalomano programa de 1929. nosotros contemplábamos en el eso mismo y sugeriamos ciertas lecturas escalonadas a lo largo de los cinco cursos lectivos. Permi tasenos desde ahora replicar que con un programa de castellano, esto es de gramática, tan extenso como el que ellos establecieron para tormento de maestros y alumnos, no ni a aquéllos ni a éstos tiempo ni humor de hacer lecturas. Una hora semanal para leer en clase resulta insuficiente al propósito de despertar afición entre los jóvenes por el estudio de ciertas obras que requieren sen explicadas por el maestro, si ha de sacárseles todo el provecho que contienen Nuestra experiencia nos demuestra que las indicaciones y aun las recomendaciones más fervorosas para hacer leer a los muchachos en su casa no surten efecto. Hay que llevar el libro a clase y leer todo lo más que se pueda alli. explicando los pasajes dificiles. llamando la atención sobre las galas del estilo, sobre las intensiones veladas, en fin, sobre todo lo que los lectores inexperientes pasa por alto. Sólo así se logrará poco a poco suscitar el interés del alumno y capacitarle para que continúe por su cuenta el trabajo con el resto de la obra.
Precisa pues dar más campo e importancia a la lectura y en la imposibilidad de aumen tar las horas asignadas al castellano necesa riamente hay que reducir, si se quiere hacer eso, el programa gramatical. En tal sentido cstán inspirados los nuevos programas de castellano que ha propuesto el Consejo Directores de Colegios y que según entendemos comenzarán a regir el año próximo Estos programas ponen énfasis en la lectura hecha y explicada en clase y dan menos importancia a la parte puramente gramaticista que tanto espacio y atención ba merecido hasta aquí. Oigamos lo que al respecto aconsejan La lectura oral debe aprovecharse para la adquisición del dominio completo de la parte mecánica poniendo especial atención en la prosodia. Todo sonido debe pronunciarse en una forma correcta sin llegar a la afectación y al artifiCIO la lectura silenciosa debe darsele la importancia que tiene en la vida práctica. es decir, debe practicarse con toda la debida frecuencia Las lecciones de lectura deben abarcar: a) Comentario. Resumen: aprendizaje de conocimientos: centacto con los problemas fundamentales de la vida: interés por toda clase de estudio: desarrollo del poder de apreciación y comprensión: las emociones.
b) Lenguaje. Vocabulario. acepciones, usos aspecto literario con los detalles que el trozo permita de acuerdo con la preparación de los alumnos: aspecto gramatical. en cada año de acuerdo con el programa c) Autor: los datos necesarios para la comprensión no solo del trozo leido sino de la obra total del autor.
En todo caso la lectura ha de prepararse con el estudio geográfico, bistórico, cientifico, etc. que sea necesario para la comprensión y crítica del autor.
El profesor queda facultado para elegir un libro de lectura, o para permitir que los alumnos traigan cada uno un libro diferente, o para pedir al alumno que haga su propio libro, o para bacerlo en común entre todos los alumnos el profesor. Pero de todos modos ha de darse preferencia a las lecturas seleccionadas por los alumnos.
Permítasenos manifestar de paso un reparo a estos dos últimos puntos. Creemos más con veniente tener un libro de lecturas escogidas por persona competente que hacer el libro en clase, lo cual tomaria mucho tiempo y daria ocasión a herir el amor propio de los alumnos cuyas selecciones no fueran admitidas.
Atenerse por otra parte al gusto y criterio de éstos nos parece un error. Los alumnos deben ser guiados y no guiar. En cambio estamos de acuerdo con todo lo demás y con esto que sigue: Foméntese por todos los medios la lectura personal fuera del aula y procúrese la forsiación de la biblioteca personal del alumno. Fomento y vigilancia de la lectura en la biblioteca del Colegio. El profesor leerá de cuando en cuando con toda la perfección posible no con miras de imitación de su tono o recurso declamatorios, sino para bacer sentir con mayor intensidad la belleza del trozo leído.
Las indicaciones gramaticales o literarias que se realicen aprovechando la lectura deben ser tan ocasionales y oportunas que no conviertan la lectura en ejercicio mecánico de análisis gramatical o retórico, sino que sirvan para el esclarecimiento de la ideologia o belleza del trozo.
trozo También nos parece muy recomendable cl plan de lectura de los nuevos programas que incluye autores centroamericanos para el primer año: americanos para el segundo: españoles modernos para el tercero: escritores del Siglo de Oro para el cuarto, y obras de la literatura castellana desde sus orígenes hasta este mismo Siglo de Oro para el quinto.
Demás está decir que este plan de lecturas no se ha dado con la idea de que alguien pueda cubrirlo en su totalidad durante el curso.
De la lista de autores tomará el profesor cua tro, cinco, seis a lo sumo entre cuyos libros escogerá los que puedan tener más interés en nuestros días. Por ejemplo: de Cervantes según nuestra experiencia personal podrá leer y comentar con los alumnos los capítulos más interesante de su obra maestra. y las más divertidas Novelas Ejemplares. La comicidad de las aventuras del Quijote de! Celoso Extremeño o del Licenciado Vidriera puede que haga el milagro de convertir a los alumnos de nuestros colegios en entusiastas de las letras clásicas. Del teatro cervantino los entremeses también pudieran servir a ese efecto. ya que hablamos de obras dramáticas recomendamos asimismo el sistema que hemos ensayado a veces en nuestras clases y que consiste en distribuir entre los estudiantes los papeles de la comedia o drama y hacérselos leer con toda la animación posible de que sean capaces. Fuente Ovejuna. La Vida es Sueño, y La Verdad Sospechosa ofrecen grandes de