Lenin

REPERTORIO AMERICANO 115 Copla vesperall Colaboración. Costa Rica y marzo de 1937 Las aguas se hacen sombra bajo la planta de Dios.
Azul eterno me nombra porque es su eco y su voz.
Por copas de su dolor las palmas se van al cielo: virgen de color de celo que no se preña de amor, En el punto de aquel barco por humo se fué mi sueño Perdió la saeta el arco porque la herida es su dueño.
Resurrección de otras luces en languidez de mi dia.
Más brazos para mis cruces corona en el alma mia. el pájaro va cantando el vuelo de su pesar, sus alas te van llevando un beso de azul de mar.
Max Jiménez Puntarenas. Febrero de 1937.
Madera de Max Jiménez Dos poemas de Jorge Carrera Andrade Envio del autor. El Havre. 1935 Dibujos del hombre carteles de Lenin, planos de Nueva York panoramas del mundo.
El mundo está cubierto de cunas que cantan en la noche.
Historia contemporánea El hombre vive amontonando cubos de piedra para las casas de los futuros hombres.
Agobiado de climas, orientado entre torres, chimeneas y antenas, viajero cada dia en su ciudad, náufrago desde las cinco entre una vegetación eléctrica de avisos.
Amaestrador de máquinas, habitante de los rascacielos, Estás al Norte y al Sur, al Este y al Oeste: Hombre blanco, hombre amarillo, hombre negro.
Desde las seis está despierto el humo que no cesa de señalar con su brazo la dirección del viento.
Los bancos conservan el sueño congelado de los vagabundos y rieras de los restaurantes aprisionan la calle y la venden entre sus frutas, botellas y mariscos.
Un pájaro nuevo silba en las poleas y en los andamios que cuelgan su columpio de los hombros de los (edificios.
Los chicos suman panes y luceros en sus pizarras de luto y los automóviles corren sin saber que una piedra espera en una curva la señal del destino Ametralladora de palabras, la máquina de escribir dispara contra el centinela invisible de la (campanilla.
Los yunques fragmentan un sueño sonoro de herraduras y las máquinas de coser aceleran su taquicardia de solteronas entre el oleaje giratorio de las telas.
Florecen en sus manos itinerarios de trenes y de barcos.
Se suman en sus ojos las mañanas nutridas de periódicos.
El ferrocarril cepilla la tierra estirando virutas de paisajes, y el avión se levanta contra la geografia, guiado por el hombre de manos perfectas.
La tarde conduce un fardo de sol en un tranvia.
Obreros desocupados ven el cielo como una cesta de manzanas.
El hombre grita en México y Berlin, en Moscú y Buenos Aires y sus radiogramas cubren el planeta.
Este es el paisaje de nuestra noche: La ciudad se ciñe su cinturón de trenes, cuernos de caracol sacan los proyectores y desciende un avión, náufrago celeste. se levanta el Hombre inventor del futuro, circundado de máquinas, Regimientos de frio dispersan los grupos de vagabundos y mendigos.
El vendedor de pescado, los voceadores de periódicos y hombre que muele el cielo en su organillo se dan la mano a la hora de la cena en las cloacas y bajo la axila de los puentes donde juegan al jardin los desperdicios y sacan la lengua las latas (de conserca.
Sus sombras crecen hasta más allá de los tejados puntiagudos y van cubriendo la ciudad, los caminos y los campos próximos, hasta ahogar en su pecho el relieve del mundo.