Violence

174 REPERTORIO AMERICANO La serpiente Selección y envio de Maria Rosa Lide. Buenos Aires. 1936 sacarla de su Por la parte de Mediodía, la última de la tierras pobladas es la Arabia, única región en que crecen el incienso, la mirra, la casia, el cinamomo y lédano, especies todas (salvo la mirra) que no recogen fácilmente los árabes. Pa ra la cosecha dei incienso sirvense del sahume rio del estoraque, una de las drogas que traen a Grecia los Fenicios: con este sahumerio lo cosechan porque hay unas serpientes aladas pequeño tamaño de color vario que son las mismas que a bandadas hacen sus expe.
diciones hacia Egipto, las que guardan los árboles del incienso, una cantidad para cada y no hay medio de apartarlas sino a fuerza del humo de de estoraque.
Añaden los árabes que todo su país estu.
viera a pique de verse lleno de estas serpientes. sino cayera sobre ellas la misma calami.
dad que, como sobemos sucede a las viboras, pues en mi opinión, la providencia divina.
sabia como era de esperar. hizo que todos los animales tímidos y aptos para el sustento de la vida fueran muy fecundos, a fin de que, aunque comidos ordinariamente, no llegaran a faltar, mientras los otros son poco fecundos en sus crías.
Herodoto. Lo nueve libros de la historia.
Talia (III 107 108)
árbol.
la seduce el halago del canto, de tal suerte que aún a pesar suyo la hace salir de su cueva. Las gentes del pais, en cuanto le des cubren la guarida, se reunen alli con panderos, citaras y diversidad de instrumentos, pata su escondrijo. Al oír el dulce son de la música, el animal se asoma en seguida a la boca de la cueva, pero ellos, de industria retroceden poco a poco de modo que, al alejarse, el sonido resulte más tenue y la ser.
piente continúe siguiéndolos, y cuando está algo lejos de su madriguera al descubierto unos hombres preparados le cortan el cami.
no por la espalda y la cubren con una red piedra y le dejan escapar con vida para que propia de este género de cacería, le quitan la le renazca de nuevo la gema que ellos han de quitarle. Con el andar del tiempo vuelve cuajar la piedra y los del lugar la echan de ver porque de noche alumbra como un tizón.
Otra vez conciertan las antiguas asechanzas.
pero la sierpe les hace frente con nuevas astu.
cias: porque, temerosa de perder su tesoro y de oir la música que si la oye no puede dejar de seguirla. se echa de costado: pega un oido a tierra y tapa el otro con la cola para que no la arrastre contra su voluntad la engañora melodia de antes. No defiendo a todo trance la verdad del caso, pero. el Señor mismo lo dice: sed cautos con las serpientes.
Sermones de masse Geoffroy de Troyes La culebra en el camino la pisan los carreteros levanta la cola y dice. No hay amor como el primero Dicelo moviendo la cola de un lado a otro, como quien por señas dice que no. Rodriguez Marin. El amor primero según la muse popular. En Homenaje a Menéndez Pidel 1935. III Erinnias Linóleo de Laporte gún la dirección que lleva. y. si necesita vol.
ver atrás. trueca el oficio de las cabezas.
Eliano Naturaleza de los animales, IX. 23.
Canten los poetas. la hidra de Lerna y el trabajo de Hércules: celebre el mismo Homero la tricefala quimera. materia toda que hay que relegar a las fábulas: pero hay una serpiente, la anfisbena, que tiene dos cabezas.
una de cada extremo: cuando va de camino, hace, de ésta, cola y de aquélla, cabeza, se Dicen que hay una serpiente. no me tiene cuenta saber si se llama áspid o si tiene otro nombre en cuya cabeza cuaja un car.
buncio. piedra preciosa que por esta razón llaman dracóntida. Escóndese esta serpiente en las cavernas y en lo oculto de las madrigueras, para no ser despojada de la joya con que se adorna la frente. Mas por su natural. El principio de reconocer un espiritu provido que dirtja el universo e exactisimo y universalmente reconocido. salvo por los Epicúteos.
Nota de Barolomé Pou Juzga, España Milicia na banes ignaros Por HUMBERTO MATA Colaboración. Cuenca Ecuador, febrero 26 de 1917 Con mis puños en alto, sangrando los celajes: chicoteaba vuestro nombre, maldiciendo mi ancestro.
con mis ojos volcados hacia tu latitud: Miraba la conquista rapaz y mercenaria: la boca replegada en impetu de ardencia, las uñas del galeote raspando el Ckosko Quitu: y el corazón brillante de la verdad más pura el espadon insano del noble en plena quiebra.
quiero enjuagar la pena, la inquietud y lo turbio la lanza, la cruz, el casco, el peto y los trabucos que siento al remover mis acciones pasadas.
infestando los cielos sencillos del Inkario: España: ya podéis ir templando los horizontes pesaba las erranzas de titanes que mi voz se lance, con impulso de flecha.
e brio malgastado de los porqueros héroes, ci cráter sollamado de tu leal corazón.
el músculo falaz de los caudillos bravos.
Serendos, Señora. No pongáis ojo fiero, ni semblante de suegra.
la frente pantanosa de frayles y fantoches que con la violencia sólo consiguieron robarse es precisamente ahora, a ti la compañera nacida en las Milicias, fierras Vírgenes de Sol y Luna remansada.
a quien quiero aclararte, cara a cara, mi frase.
España, Señora y Madre España.
España: así me gustas: con overol y garra, si en lugar de alarde prepotente, erizado, muchacha que en el cinto te prendes valerosa hubiéseis conquistado por amor Sierra y Yunga!
constelación de balas y huesos de granadas.
ahora hubiéseis sido patrona de la América España Miliciana, qué bien me entenderás!
no dejando que salte la Independencia brusca porque es preciso vena de dolor y de angustia para que pueblos jóvenes, más bien digamos: niños.
vara sentir lo rudo de mi dolor de antaño.
se emancipen creyendo poseer su madurez.
Verás, tú, compañera, si tengo la razón España, Señora y Madre España, no estuviéramos ahora ahorcados por el gringo España. la de mantos, la de la Inquisición.
que luego de exprimirnos los suelos y subsuelos os odiaba fuertemente, con sangre de indio y puma, asfixia las conciencias, corrompe los estados, a Vos, Señora España de corona y de cetros.
dana ciudadanias, y ve en nosotros sólo La pupila cerrada y los labios compresos al misero comprado, al esclavo deleznable en crestas de blasfemias y tumbos de bramidos que, dentro geografia e infinitos propios, lo salvaje que aruña mi medulación andina es sieruo de las infulas de las bestias sajonas.