326 REPERTORIO AMERICANO Exhortación a la Muerte Envio del autor. Quito. 10 37. De un libro por aparecer: Orbita del Conto (A Berta Singerman)
Con qué sandalia de espuma te llegas, con qué manto en ceniza de rosas labrado, con qué afilada mano de cera ya me pulsas o el saludo dibujas, el saludo, el saludo como en andenes que el llanto consume.
Ademán leve de tu mano apenas y tu orden sin palabra ya cumpliéndose, y en tus redes envuelto y en el humo de tus órbitas anchas tras de ti caminando sin latido, sin pausa un hombre, un hombre!
En ti se engendran, en tu vientre de sales niveas las lentas campanas, lentas y lentas mientras hay coronas y galerías aterciopeladas y hay un cuarto del llanto y hay un cuarto donde las niñas se miran y lloran.
Por ti las campanadas en la luz pavorida.
Por ti los albañiles rostro y blusa empapados en cal y llanto y despedida.
Oigo tus pífanos, el ala percibo de tus ángeles magros, oigo el lamento de morados niños de lenta cuna arrebatados, oigo el delirio de mujeres hondas, destrenzadas, heridas, sofocándose en parda túnica cosidas.
Es tu fiesta de sangre, tu victoria, la crin en flecha de tus potros que aguijoneados de estrella relinchan.
Solitaria y potente ya te acercas, suave me miras y asombrada y alta.
Que tu mano me rinda, que me rinda tu desgonzada mano como niebla!
Si mi ojo erguido no te amenazara!
Si mi ojo de hombre no templara ahora su metal decisivo!
Baja la mano ya!
Apaciguada te resignas ya, y tus pulseras en el suelo suenan.
Oye la sangre cardinal de un hombre!
Cantando estuve con la sien en llama, cantando y en mi pulso coros de sangre, cantando canto de hombre que halló el pulido día entre sus rotos días.
Ah! parece que cuaja en tu ojo humeante de alquitrán una lágrima.
Ah! parece que el gran júbilo mío te aliviara esa mueca de amapola muriendo.
Tú la conoces y enfrió tu tacto más de una vez su hermosa cabeza de morena azucena perfecta, cuando un oscuro, cuando un acre dia a sangre que ella amaba dispersaste, a sangre y su dorada materna playa.
Cantando para ella y una ciudad de gozo cincelando. me interrumpen. tu nieve clamante, tus lívidos aceites desbocados cubriendo el mundo.
Con la amarra de mi ojo encarcelada!
Cuántos niños y flores en tu ausencia creciendo!
En dormitorios es donde el esmalte cárdeno de tus uñas adormece, en dormitorios frente a niñas solas, a mujeres que gustan del costado izquierdo para el sueño, frente a poetas tramando una dulce conspiración con rosa y cuchillo y olvido, en hospitales donde tu presencia en cinturones de mandil se anilla como azucena condenada a sierpe, fría y ardiendo, sin olor y suave.
Te ven venir los pájaros temblando: grieta no hay, ama no hay para su pluma en plenitud palideciendo.
Sólo la rubia pantera te enfrenta con ágil pata como coronando obelisco de vientos, y fiera luz de la pupila fiera tu verde pómulo acrecienta.
Pero a tu soplo caen pantera y pino y hombre.
Adivine, adivine ese tu ojo que el muro humano taladra y derrumba: cómo sería sin tu hálito el agua, cómo el otoño y la mar y el alba, cómo los niños de largo cabello y de brisa peinadas las niñas, y la mujer que quema ala roja y destino en el beso que eleva y arrodilla, y el sueño abierto del poeta de mandolinas en clara cantera, el pintor joven, marinero en aguasfuertes sin vapor y límite junto al corazón verde de sirenas lloran y el hombre, el hombre de secreto ceño y de la oreja labrada en murmullo: que en el silencio del silencio toma al azar un pájaro, una rosa al azar, una manzana, busca su esencia, su armonia extrae, y por praderas anhelante corre!
Cómo sería el mundo, el mundo, el mundo sin tus tijeras y tu fuelle amargo!
Que te persuadas!
Que no te persuadas!
Cantando yo: el joven ojo fijo en la morena luz que me estimula y en un azahar que llega y que no llega.
AUGUSTO SACOTTO ARIAS Esperaba tu paso, tu paso, tu paso en trampa de cianuros y de láudanos.
Pero rauda pasabas y con máscara de soledad terrestre.
En vano, en vano tu cólera hirviendo como el rosetón de la sangre en el cuello de preso tigre.
Mis potencias de canto armadas llegan y una flota invencible de luces en mi ojo!
Has de oir, has de oir cómo te exhorto!
Qué lejanos tus pifanos lejanos.
La Falange Española de las Jons trajo a la lucha en España, un sentido nuevo, intelectual y batallador en el anfiliberalismo: en la idea, programas de viejas autocracias con remozamientos de literatura grandilocuente; en la orga nización, un sentido deportivo y espectacular, atrayente para las clases aristocráticas y pseudo fascistizantes. De Antonio Ruiz Vilaplana, en Doy le. Un año de actuación en la España nacionalista Paris, 1937.