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234 REPERTORIO AMERICANO en como su vida práctica no lo apremia se a.
ferra a su vieja concepción, ya superada, que es como aferrarse a la galera en la época del ferrocarril o al ferrocarril en la época del aeroplano.
Yo podría simular izquierdismo o comunismo como Gide declara, pero, soy enemigo de toda simulación. Yo no siento Además, no estoy preparado. Prefie ro dejar de escribir.
eso.
nun Cambiar de orientación literaria, que es, en el fondo, mudar de orientación política, para un escritor ya maduro, asentado, entraña un verdadero drama. No cambiar, cuando todo cambia, sin embargo, entraña algo peor. Entraña un retroceso. La aniquilación del pensamiento. Una rectificación no ca una derrota. Derrota es siempre persistir el proceso de de la evolución e como el proceso de la guerra: ninguno de los dos admite el estancamiento. se ataca o se es atacado. se marcha hacia adelante o se marcha hacia atrás. Sólo un palo del te léfono puede permanecer parado.
en error. El asu una Hacia, efectivamente, cinco o seis años que Horacio Quiroga escribía poco o nada. Asimismo, hacía un tiempo semejante que la contextura de su producción había decaído. Si el escritor es el traductor y el intérprete de la realidad de su época, cuando esta tealidad se modifica modifica el escritor o la realidad desaparece de su obra. Horacio Quiroga, vuelto a la selva, intentó vanamente resucitar una realidad que ya ha bía sucumbido. Pues, entretanto, la selva, había dejado de ser selva y se había transformado en especie de encomienda, de fundo, donde el primer plano no era ocupado ya por la lucha del hombre contra la naturaleza, sino del hombre explotado contra el hombre explotador. La realidad más cruda de Misiones, no era ya la hormiga colorada ni la vibora de la cruz, sino la miseria moral y material de los trabajadores. cuya suerte no dependía de los animales feroces sino de la ferocidad de los potentados que le chupaban la sangre. La realidad no residia ya en la tragedda de los ananás. Residía en tragedia de los mensús que de diez hi jos que tenían. morían siete por desnutrición y de 180 que se presentaban a cumplir con el servicio militar eran exceptuados 178 por sífilis, por escrofulosis o por incapacidad fisiológica Tio lo es por decreto del gobierno, sino por resolución del pueblo. Aunque no reina alli una igualdad absoluta, reina no obstante una igualdad que no reina en ninguna parte del mundo. Dentro del sistema capitalista, cambio, la div sión de clases escinde a la sociedad en dos campos antagónicos. el escritor que se niega a prestar su concurso a la burguesía o al proletariado, el escritor e.
quidistante, recibe como premio al fin la indiferencia del proletariado y de la burguesía.
Ahora, el maestro, yace inmóvil, ríg do.
encerrado en una caja de madera.
El jueves por la tarde salió del hospital donde se encontraba internado para preparar su viaje de regreso a Misiones y el viernes por la mañana emprendía, en cambio, el viaje sin retorno a la región de las tinieblas.
Adquirió una dosis de cianuro y hacia la madrugada, en la soledad de su pieza, sin luz y sin testigos, se enveneno. fuerza de Interior de un valle experimentar en vida, tal vez, el horror a Por Georges de Chirico la muerte. al llegar el instante de la ruptu No vaya a Misiones. Vaya a Rusia.
ta, se ve que el hombre sintió una alegría Usted necesita levantar su espíritu. No, hunextraña, porque murió con una sonrisa en la dirlo más. Misiones no lo aguanta más a boca y conservó en su semblante la sereniusted ni usted a Misiones. No tiene más nadad augusta del santo o del mártir que desda que hacer alli. Rusia, en cambio, lo pueaparece con majestad de la tierra merced quizás de hacer vivir de nuevo.
a la suposición que lo anima de que Entonces, ni Alvaro Yunque ni yo sabíaresucita después al tercer día en el cielo. Su rostro, blanco, pecoso, denota una tan.
mos que un escritor no marcha a Rusia, co mo no marcha a España, por consejo. por quilidad absoluta. Yo lo observo así tendido, indicación duro, flaco, con el mismo respeto que me En Rusia, la muerte de un escritor, inspiró en vida. Con la misma ser edad. Mas: inc las proporciones de un acontecimiento guardando la misma distancia.
solemne. La población se vuelca sobre sus despojos y es necesario, a menudo, como en Horacio Quiroga era un hombre adusto, el caso de Máximo Gorky, tomar medidas puntiagudo, huraño. su lado, se tenía la para canalizar el amontonamiento. Pero, en impresión siempre que se estaba frente a una Rusia, el escritor está al servicio del pueblo.
planta salvaje, enzarzada, espinosa, que Vive por él y para él. No hay alli, además. bía que contemplar sin acercarse demasiado una linea divisoria entre el trabajador manual para no pincharse. Recuerdo que la primera y el trabajador intelectual. Ni hay intereses en vez que lo vi cometí la imprudencia de abor.
contrados. Los privilegios de la sangre no fue darlo directamente. De tocarlo. Lo encontré ron suplantados por los privilegios de la inteli en un salón de pintura. Estaba embutido en gencia. El escritor no es el señor feudal del cere un sobretodo largo que ponía más en evidencia bro. Ni es el aristócrata de la belleza. Es el com la exigüidad de su estatura, mirando como de pañero. Si se quiere: el compañero mayor. costumbre el suelo y apretándose la barba.
Recuerdo que lo agarré cordialmente de un brazo y lo torcí un poco. En seguida que me miró, le dije. Usted es Quiroga?
Contrariamente a lo que supuse no me contestó afirmativamente. Al revés: me devolvió la pregunta, secamente. usted quién es. exclamó.
Le di mi nombre y cambió de conducta.
Pero, no del todo. Yo lo tenía cogido del brazo, sin embargo, y no lo largaba. En lugar de soltarlo, encima, como él esperaba y al efecto respingaba el cuerpo y fruncia la nariz, yo me tomé una nueva libertad.
Lo agarré de los dos y lo empecé a sacudir.
No me quedé allí aún. Valido de mi juventud y de mi estatura lo arrastré hacia un rincón de la sala. allí lo acorralé. En estas condiciones entré en contacto con el narrador de las junglas misioneras. Era entonces tan grande mi cariño que todo lo que hacía él me parecía que estaba bien hecho. No me pareció de otra manera después cuando lo conocí más íntimamente. Comprendí que Quiroga era así. Poco expansivo, reservado, arisco.
solitario. Comprendi de paso que cada uno es como es y no como uno quiere que sea. Desde Las dos hermanas ese día fuí amigo suyo sin romper, empero, jaPor Georges de Chirico más la distancia que su manera de ser me imhaRecuerdo que antes de regresar por última vez a Misiones, en 1932. Horacio Quiroga a raíz de una fractura que casi le cuesta una mano, se encontraba bastante deprimido.
Aplastado. Alvaro Yunque, que lo quería mucho. trato de impedir su regreso. Aprovechando la circunstancia de mi vuelta de la Unión Soviética vino una mañana a buscarme. Su propósito consistía en que vo lo entusiasmase con la descripción del nuevo mundo a objeto de invertir su partida. Esto es: que en lugar de irse a Misiones, al cabo. Horacio Quiroga, se fuese a Rusia. Al morzamos juntos. Yo hablaba con frenesí.
Horacio Quiroga, en cambio, me escuchaba desdeñosamente. Se había educado tanto en la escuela de las creencias que se imaginaba tal vez que también la revolución rusa era o no era una revolución profunda según se creyese o no se creyese en ella.
Al final. Alvaro Yunque, que compartia mi entusiasmo, le decía: