52 REPERTORIO AMERICANO Por LEON FELIPE De Ayuda. Madrid, 31 de octubre de 1936 ¡Ahí están, miradlas! Ahí están en el aire la dictadura del heroísmo. Para que grite todavía, temblando de emoción, paradas en el conmigo busco yo al hombre, para que jun.
cielo desde hace veinte siglos en la curva divi. te conmigo su angustia y la funda con la na de una parábola estas palabras evangélicas: mía en una sola voz busco yo al hombre. Es más fácil que pase un camello por el ojo Esta es la exégesis heroica.
de una aguja que entre un rico en el reino de Esta es la exégesis heroica que tan bien los cielos.
le va al español para quien la vida no es ni Los curas las han estado escupiendo y vo ni ha sido nunca una cuestión de felicidad, simitando desde los púlpitos centuria tras cen no una cuestión de heroísmo. su sangre, turia, año tras año, domingo tras domingo.
Los prelados y los obispos las han llevado esa sangre que está vertiendo ahora y la que vertió a través de toda la historia no se puede catedral en catedral, de iglesia en iglesia, de medir con un criterio pragmático. mi de plática en plática y han acabado siempre no me preocupa la sangre que se vierte. La por sentarse, después de los sermones, a la sangre del hombre está hecha no sólo para mesa de ese rico de tan dudosa salvación, mover su corazón, sino para llenar los ríos para decirle así de una manera abierta y pa de la tierra, las venas de tierra, y mover ladina que el Evangelio no es más que una el corazón del mundo. Esta es la exégesis manera lirica de hablar. Metáforas todo, me heroica. En cuanto se ha definido como doc.
táforas irrealizables hechas sólo para ador. trina y ha adquirido posibilidades de reali nar el sermón melifluo y dominical de los dad, el mundo doméstico de los fariseos predicadores elegantes. Qué otra poha vuelto furioso contra ella. ahora no dría ser! dice el hombre doméstico. Pe bay más que una lucha enconada entre dos ro he aquí que llegan ahora unos hombres clases de hombres. La de los que quieren extraños. El hombre heroico que afirma y seguir la curva lírica de esta parábola, quieta que sostiene que el verbo lírico de y hoy y elevada en el cielo, hasta sus últimas de todos los poetas no es una quimera, sino posibles realidades, hasta verla caer en la tieun indice luminoso que nos invita a la ac. tra y moverse aún abriéndole caminos nuevos ción y al heroísmo, y que esta metáfora del al hombre por la Historia, y la de las que camello y de la aguja, del pobre y del rico aseguran que interpretar así la parábola es una tiene un sentido que, desentrañado y reali. blasfemia y una herejía.
zado, puede llenar, sino de alegría, de dig. No hay más, no ha habido más y no hanidad, la vida del hombre.
Esta es la exegesis heroica. Escuchad: brá nunca más que estos dos bandos en el hombre heroico. este lado está el pueblo ético y religioso de todos los pueblos y un puñado de poetas encendidos e iluminados.
Al otro estáis vosotros, facciosos y fascistas y el resto del mundo, los hombres bárbaros que pretenden defender la cultura y no defienden más que unas posiciones anacrónicas, y esas otras naciones pragmáticas y cobardes también que aún piensan que el mundo una cuestión de felicidad. Todos estos hombres no hablan más que de Dios y dicen sin cesar que Dios está con ellos. Pero que Dios es el vuestro. Qué Dios es ese que defien.
de a los usuren usureros, a los los millonarios, a March a Queipo del Llano y a los arzobispos? Es un Dios absurdo y monstruoso que os habéis inventado para justificar la rapiña: es el Dios de la calumnia y del crimen, el Dios que acepta las ofrendas y las oraciones del banquero y del prestamista y quema las cosechas para crear el hambre: es el Dios que amordaza, encarcela y asesina a los profetas.
Contra este Dios que tenéis siempre en la boca vosotros y le llevan como insignia vuestros generales y en nombre del cual bendicen vuestros arzobispos a los soldados, blasfemamos nosotros: el pueblo religioso herético heroico que busca el Dios verdadero. yo os digo ahora con mi voz eterna, con esta voz mía y de todos los poetas que es la misma que pasa por la Historia desde Isaías hasta Whitman, con esta voz que pesa más que todas vuestras calumnias: que los que hoy blasfeman serán mañana los santos.
cosa Cristo Hay que salvar al cico. Hay que salvarle En el entierro de Pablo de La Torriente en de la dictadura de su riqueza, porque de bajo de esta riqueza hay un hombre que tiene que entrar en el reino de los cielos, en el reino de los héroes. Pero también hay que salvar al pobre porque debajo de la tiranía de su miseria hay otro hombre que ha nacido para héroe también. Hay que matar al rico y al pobre para que nazca el hombre.
El hombre heroico. El hombre heroico es lo que importa. Ni el rico, ni el pobre, ni el diplomático, ni el industrial. ni el comerciante, ni el soldado, ni el artista, ni el poeta siquiera importan nada. Nuestro oficio no es nuestro destino. Nuestra profesión no es lo sustantivo. No hay otro oficio ni em.
pleo que aquel que enseña al mozo a ser héroe. El hombre heroico es lo que cuenta.
El hombre ahí, desnudo bajo la noche y frente al misterio, con su tragedia a cuestas, con su verdadera tragedia, con su única tra gedia, la que surge cuando preguntamos.
cuando gritamos en el viento. Quién soy yo? el viento no responde. no respon de nadie. Quién soy yo. Silencio. Ni un eco, ni un signo. Silencio. Para que grite conmigo busco yo al rico y le digo: De ja tu riqueza y ven aquí a gritar. Para que grite conmigo busco yo al pobre y le digo. Salva tu pobreza y ven aquí a gritar. Por LINO NOVAS CALVO Envio del autor. Madrid, diciembre de 1936 El dia 23 de Diciembre de 1936 se dió tierra Subimos a una terraza alta, desde donde en el cementerio de Chamartin al cuerpo de Pa.
blo de la Torriente Brau, comisario politico de se dominaba el bosque. El comisario de culla Brigada Campesino.
tura de la Brigada Campesino, Miguel Hernández escribía al sol un informe jurídico. Me Entramos con el poeta Aparicio. Envuelto senté junto a él, esperando a que terminara sábana blanca, tendido en la camilla y me contara despacio cómo había sido rescaque le trajo del frente, estaba el cadáver. No tado el cadáver. Mientras aguardaba me dió nos atrevimos a destaparle la cara sin autori a leer uno de sus últimos y magnificos poezación del oficial. Parecía reducido. Todo el mas, una elegia a García Lorca.
músculo y el vigor de aquel joven alegre y deportivo había venido a ser una contracción Tá el más firme edificio, destruido.
Tú, el gaoilán más alto, desplomado.
de hombre, después de tres días abandonado Tú, el más grande rugido, en campo enemigo. Los zapatos brotaban hacallado y más callado y más callado.
cia arriba en forma de X, las anchas suelas encostradas todavía de la última tierra que pisa Me lei una y otra vez aquel poema. Asi ra. Los camilleros que le habían recogido al hubiera querido escribir yo uno a la muerpie de la loma por la cual se habían descol te de Pablo. Por no poder, pensé que hubiera gado los fascistas, le velaban arrimados a sus querido morir con él, luchando a su lado, varas. Semejaban una guardia de labriegos, er como el niño de trece años que recogió en guidos, taciturnos, oscuros, tristes y silen un pueblo y que le acompañó hasta la muerte ciosos y se fué con él. Hubiera sido un morir dobleSin cera ni flores, sin lágrimas ni rezos. mente bello, morir con un héroe, con un amiesta era la capilla de un héroe del pueblo, su go y con un camarada resumidos agrandaúltimo domicilio entre sus camaradas. Costa dos en la misma persona.
ba trabajo creer que aquel fuese Pablo. Yo El sol descendía pálido y tibio. Abajo, en preferi recordarle como le había conocido la el bosque, probaban armas nuevas unos miprimera vez a pleno sol tropical: y le había licianos. Un grupo de compañeros, escritores visto la última a sol invernal en Madrid. Sus y periodistas, aguardamos en silencio. Todos palabras, su sonrisa franca, sus movimientos le hemos conocido, a todos nos había comude atleta, el tono de su voz, el original esti nicado su cordialidad franca y honda. Sólo lo, casi brutal de sus narraciones, el cordial yo puedo sentir, mas no expresar ahora, todo apretón de su mano, todo lo que había sido lo que fué este camarada caído frente al eneaquel gran camarada se agolpó junto a mis migo. Le había conocido creciendo todavia sentidos. Me oprimía las sienes y el corazón. cuando yo crecí. Lei sus primeras páginas: como si todo su desbordante se metiera en comenté su primer libro, como mi prosa tammí, se metiera en un cuerpo y en un alma bien primeriza, senti su afecto y su simpatía más pequeños.
a través de sus amigos y compañeros, le vi Todas las lenguas en un salmo único y todas las manos en un ariete solo para derribar la noche y echar de nosotros la sombra Sí. No hay dictaduras humanas.
Estrellas sólo estrellas estrellas dictadoras nos gobiernan.
Pero contra la dictadura de las estrellas,