Civil War

REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXIII San José, Costa Rica 1937 Sábado 20 de Marzo Num. 11 Año XVIII No. 795 La lucha presente de España y su alcance par America Las ideas que germinan Romance de los romances La leyenda del volcán Turrialba Habla la Srta. Abdolomita Urrutia Jose Eustacio Rivera od tropicalismo en la literatura americana Gutierrez Najera y tristeza Gutiérrez Najera y sus cuentos de niños SUMARIO Dmitri Tuanovich Espigando Stelan Sweig Manda Emma Pérez Un altar aborigen Arnoldo Salas Nuestro camino La serpicat Luis Velazco Aragón Juzga, España Miliciana Joue Artolini Spe labor beris Ernesto Morales Venezuela vuelve al gomezalato Francisco Aguilera Emilia Prieto Domingo Melli Varios Humberto Mata Enrique Vos Varonu Juan del Camino La lucha presente de España y su alcance para América Por DMITRI IVANOVITCH Colaboración. Nueva York, febrero de 1937 Arriba toda guerra La guerra a que España sirve de campo de batalla no es, salvo por esta sola circunstancia, una guerra civil. El abierto apoyo con que los gobiernos de Roma, de Berlín y de Lisboa procuran el triunfo de la causa capitaneada por el general Francisco Franco: la ayuda indirecta que, por omisiones que parten limites con la connivencia, le prestan a esa causa los gobiernos de Londres de Paris. singular mente el primero: la actitud dilatoria con que en este caso, lo mismo que en el de Manchukuo y en el de Etiopía, procura la Sociedad de las Naciones eludir la cuestión de derecho, quizás con la oculta esperanza de poder inclinarse de aqui a unos meses ante el hecho cumplido de la victoria de los facciosos españoles y sus aliados extranjeros: el viso de parcialidad que por contraste con la conducta insólita observada por los demás gobiernos, cobra la que siguen el de Rusia y el de México cuando ciñéndose a la práctica universalmente establecida. tratan al Gobierno que es legitimo representante de la Nación española en la forma que corresponde tratar a un gobierno amigo: por último, aquel entusiasmo, más cercano del fervor del proselito de que la mera simpatia del partidario, con que tanto aqu.
en América cuanto en los pueblos cismarinos acuden unos a declararse por la causa de los rebeldes y manifiestan otros su adhesión a la del Gobierno que preside don Manuel Aza ña son, en diverso grado y por modo diver30. hechos dicientes que al servir de elemen tos de juicio, llevan a una misma, inevitable conclusión: ni la realidad fisica ni la realidad política ni la realidad moral consienten que se vea en la contienda peninsular nada dite rente de uno de esos acontecimientos história cos cuyo alcance social y económico rebasa del que puedan tener para la nación dentro de cuyas fronteras se desarrollan. Contra lo que pareceria a primera vista, esta misma calidad universal y trascendental de la actual con tienda española antes contribuye a oscurecernosla que mostrarnosla tal cual ella es: porque siendo todos nosotros en ciertama nera partes interesadas en el negocio que en España se ventila. dificilmente nos inclinaremos a juzgarlo en vez de sentirlo con lo cual quedamos en potencia propincua para aceptar como verdad incon toda noticia o agumento que proceda de nuestro bando y para no conceder ni tan siquiera sombra de verdad Los Nacionales a los que procedan del contrario. Uno de los extremos en que más patente aparece esta propensión es el capítulo de los atropellos y de las crueldades. De estar a lo que propalan unos y reciben muchos como hechos indudables, la ferocidad y el ensañamiento de que han dado y están dando constante muestra los defensores del Gobierno republicano español son algo que sobrepuja a los delirios más atroces en que haya podido caer la sevicia humana: de atenernos a lo que con empeño no menor difunden otros, y acoge también como becho cierto y probado la muchedumbre de sus parciales, no ha habido abuso, atropello ni salvajada que los secuaces del general Franco no hayan cometido continúen cometiendo.
Lo probable parece sea que de ambas partes.
como ocurre en y espe cialmente en aquellas en que unos y otros contendores pertenecen al mismo pueblo, se hayan cometido atrocidades; lo que interesa a quienquiera que se propone enjuiciar en su tota lidad el caso de la guerra española y buscarle el origen y su fundamental intimo sentido es no detenerse, como no sea para deplorarlos, en los excesos en que de una y otra parte se ha incurrido y se seguirá incurriendo, sino aplicar la atención a lo que realmente habrá de servir, aún dentro del natural e inevitable estado de apasionamiento que predisponga a cada cual en favor de éstos o de aquellos. pa.
ra formar idea completa de lo que la guerra española significa y comporta. Circunscribiendo por el momento el examen a la misma España, tratemos de considerar la rebelión 1) en su aspecto legal. 2) en sus ancedentes inmediatos. 3) en su significado na cional o patriótico y 4) en su realidad universal Cuanto a lo primero la verdad escueta y de ninguna manera recusable es que los jefes y oficiales del Ejército español alzados en Jr.
mas contra el Gobierno legitimamente constituido son reos de delito claramente definido y severisimamente castigado en todos los có digos militares del mundo. Pero se alegari y venimos con esto al punto segundo el aspecto legal no es siempre el aspecto moral Ocasiones pueden ofrecerse, y 15 presente es una de ellas, en que el militar cuyo deber es prestatie apoyo al Poder Las ideas que germinan La historia no dispone de tiempo suficiente para hacer justicia. Como frivola cronista solo enumera los exitos y solo muy rara vez mide con una medida motal. Sólo ve a los vencedores y deja a un lado a los vencidos. Sin contemplación algunase inhuman a estos soldados de conocido en la fosa del terno olvido nulla crox nulla corona ni una cruz, ni una corona talan wolvidado y estetil sacrificio Pero en realidad, ningún esfuerzo de una mente san debe ser calificado de este til de inútil: ningún esfuerzo moral desarrollado por alguna fuerza a pierde del todo en el universo. También los vencidos. los que anticiparon un ideal cumplieron con su deber. Sólo pueden germinar en la tierra aquellas ideas que saben crearse adeptos y con vencidos capaces de vivir y morir por ellas. Espiritual mote la palabras Victoria Derrota tienen otron rido, y por eso necesario advertir a un mundo que solo mira tus estareas de los vencedores, que son los verdaderos bicos de la humanidad aquellos que fundaron sus fimecos imperios pasando por sobre los millors de tumbar de vidas destruidas, sino por el con trario, quellos que por no contar con ningún poder hubieron de recumbit ante la fuerza, como Castello frente Calvino en tu lucha por la libertad del pen samiento y por el definitivo establecimiento de un sem tida humano sobre la tierra (Stefan Zweig: Una conciencia contra la tirania Ediciones Ercilla. Santiago de Chile, 1937.