Democracy

REPERTORIO AMERICANO 61 pierte en la personalidad, responsabilidade iniciativa Procederes bastardos los constatamos en el hombre de chaqué, de uniforme, de hábito y de blusa: consecuencia lógica de la perturbación de los de arriba es la falta dignidad en los de abajo. Una invasión imponderable procedente de las clases adineradas ha llegado a las masas y a los mismos partidos políticos proletarios. Falta de delicadeza, de pon.
deración de los impulsos morales, de dignificación individual y colectiva trasciende de todos los lugares. es triste! El hombre de buena voluntad que sabe ver la parte trascendental de la vida, se retira desengañado por tanto fracaso! pensar que queremos atajar el mal con organizaciones militares que desde la infancia qué crimen hasta la edad madura ahogan anhelos que son frutos de las nefastas escuelas primaria y secundaria actuales y del desequilibrio social!
No es crisis de democracia lo que vivimos, sino de valores morales determinantes de la vida de los pueblos. Nos han hablado de derechos, y de derechos vivimos un sueño: la única realidad está en la conciencia de los de.
beres que entrañan en si el reconocimiento de todos los derechos, naturales y civiles. Mientras no despertemos la personalidad responsable del hombre, la vida, considerada como función social, será un mito, y una tragedia toda la secuela de groserías, injusticias y ape.
tencias toscamente materiales.
La Galatea y sus antecedentes.
desde entonces acá ha pasado mucha agua bajo los puentes y es el caso de decir que está ya duro el alcacer para zampoñas.
El mismo Cervantes vió luego claramente las acuificialidades y amaneramientos de este género de libros y a su buen juicio debemos burlas que superan en agudeza las de sus comentadores alemanes e italianos. Así le vemos satirizar de lo lindo sus convencionalisines y ridiculeces en el Coloquio que pasó entre Cipión y Berganza, perros del Hospital de la Resurrección, que está en la ciudad de Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, y en el Capítulo LXVII de la segunda parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. sin embargo, no obstante esto y que Cervantes no concluye su Galatea ni vuelve a escribir ninguna novela pastoril, su interés por el género bucólico no pasa con sus años juveniles ni siquiera sufre mengua. Ese interés sigue siendo el mismo hasta el fin de sus días como lo prueban ciertos pasajes de su obra maestra y del Persiles. El propósito de dar cima la novela primigenia no le abandonó nunca tampoco y de ello hacen fe sus propias palabras en el episodio del escrutinio de los libros de Don Quijote. 7) en el prólogo de la segunda parte, en el de las Novelas Ejemplares, en la dedicatoria de sus Comedias y en la última carta con que ofrendó al Conde de Lemos su obra póstuma unos pocos días antes de morir. carta cuyas últimas palabras rezan así: Todavía me que dan en el alma ciertas reliquias y asomos de la Semanas del Jardín y del famoso Bernardo, si a dicha, por buena ventura mía, que va no sería ventura sino milagro, me diese el cielo vida, las verá, y con ellas fin de la Galatea, de quien sé, está aficionado y con estas o bras continuado mi deseo. Guarde Dios a como puede. De Madrid a diez y nueve de abril de mil y seiscientos y diez y seis años.
Criado de Vuesa Excelencia, Miguel de Cervantes.
Dichosamente el cielo le evitó a él cumplir tal promesa y a nosotros la duplicación del fastidio que irremediablemente nos sobreviene con la lectura de la primera parte de su Galatea. No que el libro carezca de galas de estilo y de rasgos de ingenio que le recuerden a uno que está en presencia del futuro autor de Don Quijote, sino que las aventuras que constituyen el asunto son tan falsas y convencionales de no inspirarnos auténtico interés.
La atención no puede mantenerse alerta todo el tiempo entre la frondosa maraña de su re(Viene de la página 59)
tórica, y en veces, por el contrario, se cansa y exaspera de las trasposiciones violentas y de la copiosa y aburrida adjetivación, aunque tampoco deja de fijarse cuando surge aquí y alla una expresión genial, un detalle descriptivo oportuno, un asomo de ironía, de esa ironia de la cual hemos dicho en otra parte que hace aun cosquillas a los siglos y los desternilla de risa Cuando Cervantes ironiza no puede uno menos que sorprenderse de que un genio tan realístico y penetrante como el suyo pudiera tomar en serio estos enamoramientos entre discretos pastores que no tienen de tales sino la zamarra, churumbelas y demás paparruchas, y se diese a transitar por entre campos eternamente verdes, fuentes eternamente claras y corderos eternamente simples. La primera vez que cayó en nuestras manos la Galatea, leyendo los deliquios de Licio y las quejas de Erastro.
hasta se nos ocurrió pensar si no sería ésta una tomadura de pelo del manco inmortal contra las novelas pastoriles, como fué el Quijote contra los libros de caballerías, esto es, si cuando compuso la Galatea no habría despertado ya a la comprensión de que tales cosas eran boberías para entretenimiento de ociosos. como dijo luego el perro Berganza de su cuento. Excusado es decir que estaba bien lejos de nuestro pensamiento adelantar ninguna teoría para cuya defensa nos falta preparación erudita y sentido crítico. Pen sábamos solamente que con tal explicación tal vez fuera posible leer hoy la Galatea sin sentir el rencor y desco de venganza que dicen sentia Voltaire cuando se enfrascaba en la lectura de los casuístas: Ahora os estoy leyendo pero más tarde me la pagaréis. De todas suertes una teoría como ésta hubiera tenido en su abono: primero, estar sustentada en el buen sentido del príncipe de los ingenios: y segundo, ofrecer la oportunidad de contentar el sentido humorístico de los eruditos, caso de que exista tal cosa entre ellos.
El pasaje del Coloquio, lo mismo que el otro del Quijote a que ya hicimos referencia.
ambos francamente burlescos de las novelas pastoriles. siguieron siendo por mucho tiempo para nosotros una manifestación curiosa del genio cervantino al cual era imposible que escaparan ilesas de su ironía las extravagancias y amaneramientos de la novela bucólica.
Nos resultaba difícil explicarnos que el hombre que con tan certera visión señalaba las ridiculeces del bucolismo (8) pudiera sentirse atraido hacia él a través de toda su vida.
La explicación creímos encontrarla luego en esas dos fuerzas que se disputan el alma de todos los hombres, pero la de Cervantes con mayor intensidad, o mejor dicho, en lo que Ortega y Gasset llama las dos vertientes maestras de su espiritu. la que le lleva hacia arri ba, hacia las arduas cumbres, y la que le trae hacia abajo, hacia la planicie llana y humilde.
Por una parte el realismo le movía a observar y describir la vida y las costumbres humanas en toda su crudeza, a ofrecernos del mundo una imagen verídica y exacta; y por otra el idealismo le impulsaba a evadirse de las fealdades de la realidad, a entretenerse y divertirse con cosas soñadas y bien escritas. que es en efecto el elogio que le mere cían los libros pastoriles. Esta es la misma trágica dualidad que trasciende de las páginas de Don Quijote. De un lado el noble ejercicio de la caballería andante, del otro la parodia cruel de las obras en que se cuentan las andanzas de aquellos caballeros esforza dos: de un lado Dulcinea del Toboso, cuya belleza toca y sobrepasa los límites de la humana hermosura, y del otro Aldonza Loren zo que huele a ajos y a sudor aldeano. como dice muy bien el perspicaz Américo Castro: Genio prismático, hacia que esa verdad inteligible se tornara en verdad sensible. Pastor de zampoña. Pastor de abarcas astrosas. Yelmo. Bacía de barbero? La única esencial diferencia en el caso de lo pastoril es que el conflicto entre ambas verdades no se resuelve en maravillosa síntesis como en el Quijote: pero por espíritu de Cervantes, al pensar en la Galatea, ambulan fragmentos del artístico problema (9. Aunque no somos voto en la materia, queremos decir que, a nuestro juicio, ese problema lo ha resuelto el sabio profesor a quien acabamos de citar, con su fórmula de lo universal poético y lo particular histórico, la cual está abonada no sólo por los rasgos distintivos del genio cervantino sino por la modalidad literaria común a todos los escritores de aquel tiempo. El Renacimiento.
sigue diciendo Castro había labrado formas características para las dos tendencias que venían señaladas desde la Edad Media: literatura idealista (serie heroico trágica) y literatura con inclinación hacia la materia (lo cómico, lo picaresco, lo que con mayor o menos precisión se llama realismo y a veces es simple naturalismo. Al acentuar el Rena(9. Américo Castro El Pensamiento de Cer: Dantes (7) La Galatea de Miguel de Cervantesdijo el Barbero Muchos años ha que es grande amigo mio ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena inven ción: propone algo no concluye nada: es menester esperar la segunda parte que promete: quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega.
Don Quijote, cap. VI. La posición de Cervantes respecto a la novela pastoril es la misma que respecto a los libros de caballería. En el fondo los ama, aunque le pa rezcan inferiores al ideal que los engendro, y por lo mismo tampoco le satisfacen las pastorales comenzando por la de Montemayor y terminando por la suya. Si salva a Gil Polo y a Gálvez de Montalvo es por méritos poéticos. Nadie ha visto con tan serena critica los vicios radicales de estas églogas, na die los satirizó con tan picante donaire. Juntos es taban los libros de caballería y los pastoriles en la biblioteca de Don Quijote y cuando se inclina el cura a mayor indulgencia con ellos por ser libros de entretenimiento, replica agudamente la sobrina: Ay, señor. bien puede vuestra merced mandar quemar todos: porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tio de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y taniendo. y. lo que sería peor, hacerse poeta, que, según dicen, es en fermedad incurable y pegadiza Menéndez y Pelayo Origenes de la Novela.