REPERTORIO AMERICANO 313 Poesias Por JESUS ZAVALA Envío del autor. México, octubre de 1937 Sonido 13 Julián Carrillo Hay rumores de besos en las frondas y cuchicheos de aves en los nidos.
Bajo el áureo dosel de los fornidos árboles, la sonrisa de las ondas despliega sus concéntricos latidos.
Vuelca el sol la cascada de sus lampos en la copa de oro del paisaje.
Ceres se ciñe el sideral encaje.
En el suntuoso alcázar de los campos, mece sus abanicos el ramaje.
Horada el aire tenue el tremulento humo de las cabañas. Sus espiras diluyense en el blondo firmamento.
Tañe el campo la orquesta de sus liras y en su cordaje se estremece el viento.
Jesus Zavala (1937)
Las montañas se yerguen majestuosas y su penacho azul arde en la flama canicular del día. El panorama se viste con la sangre de las rosas, de las rosas de oro milagrosas.
en que todo se impregna de misterio, la flor de la ternura en mí se enciende.
El instante cruel Ciudad de mis mayores, yo te amo por melancólica y por triste.
En tus jardines florecieron las rosas exquisitas, frágiles y aromadas, de mis amores primigenios.
La tarde expira. Siento caer la noche sobre mis espaldas. anhelando estrechar tu pecho mórbido y adormirme en tus brazos como el pequeñuelo en el regazo maternal, camino sonambulicamente, con los ojos vendados, hacia ti.
Momento musical Armando Godoy, en Paris En la fuente ideal de tu armonía recóndita, bebí toda la ciencia de mi espíritu insomne, apuré la belleza y al autoinspeccionarme descubrí mi tesoro: el amor que en mi alienta y el soplo de la flama de la vivificante poesía.
Era bella, divina, como sierpe encantada.
Era suave, ardorosa, como rayo de so. Bajo el palio armonioso de la fresca enramada, escuchaba las voces del genial caracol.
Era dulce, apacible, como rayo de luna.
Era tenue, fragante, como rosa de luz.
En la grácil sonrisa de la clara laguna, era nívea magnolia, rara perla de Ormuz.
Ciudad que tanto añoro, desde la línea gris del horizonte que separa el recuerdo del olvido, escucho las sonoras carcajadas de tus bronces, que ríen jubilosos con la gracia de tus bellas mujeres.
Era tierna, amorosa, como una melodía.
Era pura, celeste, como la poesía.
Encarnaban en ella la línea y el color.
Bajo las negras alas de sus ojos de ensueño, cintilaba el diamante de su rútilo sueño.
Era el ritmo, la gracia, la vida y el amor. en esta hora cruel,