REPERTORIO AMERICANO 41 La poesía femenina de América Emma Pérez Por JULIETA CARRERA Envio de la autora. La Habana, mayo de 1937 el grano amargo de su ausencia en los fértiles surcos de mi carne.
Emma Pérez ha intentado, con la dimensión de su amargura, un libro dramático al par que fervorosamente lirico. Su atención amorosa se ha metido tan hondo en el presidio, se ha clarificado de tal modo en la an.
siedad, que su poesia ha llegado a ser el centro de una lucha entre lo instintivo y lo ra.
cional. Brega la atención entre el deseo que se ha ido introvirtiendo, y la cárcel que, con su duro objet vismo, limita la cicunstancia y socava el impulso. La cárcel es, para esta poetisa, la realidad que la separa del amado. Se le corta el aliento y se le ponen tensas las manos, y en el silencio erizado de visiones, la presencia del ser querido se hace tangible.
basta sentirla horadando la memoria.
Tres consideraciones genedales quiero de jar aquí en torno a los Poemas de la mujer del preso, libro en el que Emma Pérez recopila sus afanes y muestra su desnuda sole.
dad, Se refiere la primera a lo circunstancial, a lo tenso y circunstancial de sus poemas. En lugar de las abstracciones emotivas en que suele demorarse la poesía, estos persiguen la sombra entrañable del ausente, la viva circunstancia de la separación, no desligada de las angustias y alarmas del mundo del presidio. La mujer desolada dice con su voz ardiente: no están sus excelencias en el pasaje aislado, sino en el conjunto. La plenitud de cada poe.
ma, y la forma en que engrampan unos con otros, importa mucho más que la eficacia de sus partes. Ello confiere una auténtica novedad en esta época en que los escritores presentan partes atomizadas excelentes y po.
cos alcanzan a superar lo fragmentario.
Una tercera obsevación quiero aventurar: el tema será el apetito carnal bajo censura.
La carnalidad no está en esta poesia en gen, no se vincula a la apariencia, no que tiene sus raíces en lo más hondo, allí donde el instinto se confunde con el puro razonar.
Emma Pérez, de sentirlos tan ligados a su intimismo, tactea los impulsos carnales, como una música tangible: hogy La entrega hizo nacer una canción en mi piel triste de silencios.
Emma Pérez Canción de la entrega imaginada que halla su equivalente en la antitesis temin da de un cuerpo que deséandolo, se ve obligado a permanecer mudo a la caricia.
La escritora se ha saturado, a fuerza de censura, de tal modo de sensualidad, que ya no vive más que de irse interiorizan.
do el recuerdo. Superándola, ha convertido la objetividad en introversión. El verso funcio.
na por el delicado ajuste de la idea, que pre.
viamente se ha regustado en la memoria. Bus.
co un eficacísimo ejemplo: helo aquí. del lado de acá de los fosos mis brazos abiertos, del lado de allá tu agonía ya confundida con la piedra.
En todos los poemas privan los por meno: res circunstanciales. Emma Pérez, logrando una poesía de circunstancialidad entrañable, consigue dotarla de un autenticismo sin parangón Otra característica es el ritmo, puramente interno, logrado en el contorno de la idea.
Sus versos requieren una determinada apeten.
cia para que el hecho emocional no se malogre. Su música es puramente de la idea. la idea. por ser una, alcanza mayor intensi.
dad. En la desnudez de cada verso cifra muchas intenciones. fuerza de mirarse por den.
tro, de saberse sola, de dialogar cuotidiana.
Imente con su angustia, acaba por sentir en su alma una prolongación del presidio. Es el hombre que yace entre rejas quien le da el tono a su poesía. Así clama: con acentos de una sencillez inolvidable, va relatando una congoja, que entre rejas ha alcanzado su adultez. Es la voz de un ser al que se le ha limitado el horizonte. Es el acento, preñado de sobresaltos, de una mujer fuerte, se encara con su desolación, Escribe a puro requerdo, para sentir más cerca al hombre al que no puede consolar. En cada una de sus frases se siente latir el cariño, la obsesión, el deseo y la añoranza, a pesar de todo. Así dira. mientras las voces de mi alcoba duermen en sus silencios apiadados la insaciabilidad de tu recuerdo criatura hambrienta de siete añosse come los pedazos de mi sueño cual rebanadas de pan blanco.
ya sólo soy un haz de préstamos: hablo por gracia de alfabetos tuyos, miro a la luz de tus incendios, me muevo con ademanes únicos que sólo nacen de tus miembros. más adelante, su voz estriada de lágrimas, seguirá diciendo. La dulce paloma perseguida audacia de tu pañuelo blanco unta de tu presencia los caminos que bajan lentos de la cárcel.
Esas intromisiones del presidio y los recuerdos le inyectan corporeidad a su poesía. Al gunas dichas, por pasajeras más fundamentales, integran el destino de esta mujer, que se impregna de la diversa coloración de la ausen.
cia y del recuerdo. Todo el libro impresiona por su intimismo y por sus gestos tan humanos. Emma Pérez escribe para descargar su tension. Le habla al presidiaron 8962, Carlos Montenegro, su esposo. Su destino se resuelve en la insatisfacción, en la vigilia, en el anhelo inagotable. Una angustia de pobreza se deslie en el fondo de su boca. Mirándose al espejo. ofrece esta observación tan a.
tinada. estas caricias de mis dedos son los lentos viajes de tus manos acariciando mi recuerdo.
La justificación lógica de estos versos está vinculada fuertemente a la memoria del preso.
La poetisa escribe para hacer tangible el recuer.
do. La intensidad, la sufciente máxima in tensidad, se halla en la dificil armonía de vivir por la palabra en los vericuetos de la memoria.
Terriblemente inquieta, terriblemente sen.
sual, es la mujer que dice al amado: Somos dos ans as paralelas. He ahí el nudo de la tragedia: ser un ansia incolmable. eso conduce la mala organización del presidio. descontrolar dos economías psíquico biológi.
cas: la del preso, y la del ser femenino que se hace un nudo en la espera. He aquí también por donde estos poemas de la mujer del preso. rebasan al simple individuo para adquirir carácter de documento social. Emma Perez, al volcarse en este libro generoso, le ha dado a Cuba una pieza emocionante de dramaticidad de lirismo. Su poesía, de tan cálidas esencias, es la resultante de una acendrada y amorosa lealtad. es así como por virtud de un amor, más vivo por limitado en el silencio y en la angustia, la poetisa transforma su doliente historia de mujer de un preso, en un cántico lírico y dramático de san.
gres profundas y cordiales, que por ser de to En estos versos trémulos, consegu dos a fuerza de saturación, de una ardiente y sabia sa.
turación de la memoria, late implícita la doble tragedia de los hombres sin mujeres, y de la mujer que rompe su deseo en cuadriláteros de barrotes y ventanas. La cárcel es el motivo cicunstancial de su poesía. Pero la circunstan cia adquiere tal tensión, que a fuerza de pal.
parla, ha llegado la mujer a sentirse en pri.
siones, porque el recuerdo es la más terrible de las cárceles. Por lo demás, habiéndose logrado versos de tanta hondura en este libro, como cuando dice: los dedos de las noches metieron las piedras azules de mis ojos en hondos estuches enlutados.