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REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXIII San José, Costa Rica 1937 Sábado de enero Num. Año XVIII No. 786 Jules Romains SUMARIO El vigésimo aniversario de la muerte de Emile Verhaeren Louis Pierard Llamamiento Soledades habitadas por Cernuda Lezama Lima Un cuento de Wilde Pérez Triana contra al autocracia Versos nuevos Poesias Luis Cernuda Siempre es lo mismo Primero, hay que abolir los piojos Chesterton Las milicias contra la Democracia El silencio de las planideras Félix Gordon Ordás Nota bibliográfica.
Chesterton Pedro Henriquez Ureña Los libros de la semana La cuestión de las Antillas. El Argentino a Hostos Lecciones de un Congreso inactual La ley de tierras, doctrina cristiana Ortiz Lozano Griegos Azofeifa Eduardo Mallea Juan del Camino Alberto Brenes Córdoba Juan Marinello Maria Rosa Lida El vigésimo aniversario de la muerte de Emile Verhaeren Por LOUIS PIERARD De La Prensa. Buenos Aires. XI 36 fines de noviembre se cumplirán veinte años de la muerte del gran poeta belga Emile Verhaeren, producida trágicamente en un horrible accidente de ferrocarril que ocurrió en la estación de Ruán uán (Francia. Viviase entonces en plena guerra mundial, y la brutal dese dolor inmese gran escritor vino a aumentar que suf sufría Bélgica, invadida desde el de agosto 1914.
Se produjo una coincidencia emocionante, una especie de siniestra ironía en las circunstancias en que Emile Verhaeren encontró la muerte. Se sabe que el autor de Forces tumul.
tueuses y de Villes tentaculaires fué uno de los primeros en exaltar líricamente las máquinas y las fuerzas del mundo moderno. Hay poemas suyos donde evoca la poesía misteriosa de las estaciones ferroviarias, de noche, en el momento de la partida de los trenes empenachados de humo.
Pues bien, el destino ha querido que Verhaeren muriera despedazado por un tren, ipor una de esas máquinas que él había cantado. He conocido los detalles más precisos del accidente, por boca de uno de los propios testigos del mismo, el pintor belga Víctor Gilsoul, que acompañaba a la ilustre victima en ese día fatal Verhaeren había ido a Ruán para pronunciar una conferencia en favor de una obra destinada a prestar ayuda a los soldados belgas. Se había fatigado mucho ese día.
pues había querido ver antes de dar su conferencia los principales monumentos de la hermosa capital de Normandía. debía regresar a París esa misma noche por el último tren que venía del Havre que, como la mayoría de los trenes de esa línea durante la guerra, marchaba atestado de pasajeros. El poeta temía no encontrar asiento y verse por ello obligado a viajar de pie basta París.
Gilsoul, que veía su nerviosidad, trataba inútilmente de calmarlo Cuando el tren proveniente del Havre entró en la estación de Allée Verte, se produjo en el andén una puja formidable del público que lo llenaba. Verhaeren corrió como todos y trató de subir al vehículo antes de que éste hubiese detenido completamente su Este flamenco, que como Maeterlincky tantos otros han ilustrado la lengua y la literatura francesas, había sido agasajado en Alemania como uno de los más grandes europeos. La mayoría de sus libros, traducidos por Stefan Zweig, babían sido editados magníficamente en dicho país. Uno de ellos. Les heures du soir, hasta apareció en francés en las ediciones del Insel Verlag de Leipzig antes de aparecer en París. resulta ahora que esa Alemania que él admiraba ha invadido el territorio de Bélgica, su patria, a la que trata duramente. Verhaeren, en numerosos escritos en verso y en prosa, manifiesta su execración por Alemania. Le dedicó epítetos de odio de singular violencia. La denominaba Alemania, hacedora de tinieblas. la aplastante y feroz Alemania. Cabe empero reconocer que, no obstante la sinceridad de tales imprecaciones donde se revela la amarga decepción de un hombre caído desde lo más alto de su sueñolas páginas de Ailes rouges de la guerre no se cuentan entre las mejores de VerEl poeta belga mantuvo durante la guerra un intercambio de correspondencia emocionante con Romain Rolland. Este, refugiado en Suiza, publicó Au dessus de la mélée.
donde trataba de hacer escuchar la voz de la razón y de la humanidad por encima de todos los gritos de odio, de la locura universal desencadenada. Se requería para ello, en semejantes momentos y de parte de un francés, un verdadero coraje. Romain Rolland fué cubierto por una ola de ultrajes lanzados por sus compatriotas.
Pues bien; Verhaeren, que estaba lejos de poseer la serenidad de aquél. le escribió varias cartas en las que le expresaba su odio por Alemania, odio que a él mismo le hacía sufrir. Romain Rolland contestó a esas cartas. nunca hubo, entre esos dos hombres diametralmente opuestos, una sola palabra enconada. Conservaron siempre el uno por el otro a través de esa controversia una alta y recíproca estima.
Luego del espantoso accidente de Ruán, el cuerpo mutilado de Verhaeren fué llevado a la haeren.
Emilio Verhaeren Aguafuerte de Bernier marcha. Perdió pie y cayó entre dos vagones. Las ruedas le cortaron las piernas a la altura de los muslos. El infortunado escritor, exangüe, sólo sobrevivió dos o tres minutos después de haber sido sacado, con el cuerpo destrozado, de entre las ruedas del tren. Se asegura que pudo aún pronunciar estas paSu esposa, que fue la admirable compañera de su vida y sólo vivió pocos años más.
me contó más tarde que ella se veía asediada con frecuencia por sombríos presentimientos causa de la nerviosidad que manifestaba Verhaeren desde el principio de la guerra.
El desencadenamiento de esta había sido para él, más que para cualquier otro. una espantosa desilusión: era el derrumbamiento total de ese gran sueño de concordia universal, de fraternidad internacional, de una humanidad mejor, que él había expresado en varios de sus poemas.