Trotsky

REPERTORIO AMERICANO 107 Trotsky Por LUIS FRANCO Envío del autor. República Argentina. Enero de 1937 Elevación y alumbramiento, Inútil el cordón sanitario de los gritos de alerta tu sufrir, como el de la llama; o de amenaza indiferente al amago, la befa, la calumnia, la revolución no reconoce fronteras, y a la misma indiferencia: al igual de la brisa.
tú, cuyo biografia comienza a ser levadura del mundo y cuyo solo nombre imanta lo que hay de fierro en nosotros La razón no es invierno sino verano, Trotsky el pleno y tenso verano del hombre. El instinto es sólo una inexplorada provincia de su reino)
Tu domicilio de honor fué la cárcel, Razón, vanguardia arrojadiza, como hoy es el destierro tu patria natural exploradora sin miedo y sin sueño. Te recuerdo en Nicolaieu, comido por los piojos, De las iglesias a los códigos, tú, dandy de ademanes perfectos; todos los becerros de oro y estiércol, recuerdo tu casi astronómica fuga desde un arrabal del polo todos los dioses panzudos e hipócritas se irán.
a través de la nieve sin riberas como la sombra, Serán los servidores del hombre o tendrán que irse. casi oigo el resuello cansado de los renos incansables. te recuerdo en Alma Ata, mazmorra de cristal, No lo creen los que engordan con las sanies del oprobio, con frios que buscaban ganarle el alma tórrida.
ni los que suponen a la vida corona de adormideras.
Pero qué pobre casa deben ser las patrias Con el perro dinero el perro hambre será desterrado.
que asi tirilan de tu sola vecindad ahora.
Las fábricas no serán los templos donde obesos sacrificadores Amigo profundo de los hombres, alimentan con carne y espíritu de hombre al idolo Máquina.
cres como un recienvenido de la mar La propiedad no expropiará al hombre.
entre mediterráneos que nunca oyeron hablar de ella.
Experto en viejas sabidurías La higiene abolirá un dia ansioso de la más nueva, esos holocaustos malolientes que son las guerras la púrpura de tus días las que dejan sin pulso o sin figura a los mozos de veinte años es el traje de fiesta del querer humano.
para hacer del mundo un hospital cuidado por viejos.
Donde tú entras los relojes apresuran su marcha.
Pero tú sabes, adelantado de todo lo nuestro, Cuando amaneció Octubre para siempre, que lo moribundo debe morir el sol descendia a través de todos los cerrojos.
y que lo muerto debe ser enterrado: Momento cargado como una botella de Leyden, que falta aún la otra guerra, de lo venidero.
de parto no de muerte, Al fin de una preñez dolorosamente larga la que emancipará las manos y la mente del hombre.
las masas daban a luz una época nueva.
Libertador Natchalo! Novaia Jizsn! Natchalo!
y tus jornadas eran de veinticuatro horas terribles, Pero es sabiduria vedada Lev Davidovich.
esa que tú acrisolas y vives, como ninguno aún, Contra toda la Europa vieja hombre vertical entre todos, sobre catorce frentes se cambatió después, con el coraje de la mañana y un tren fantasma que cubrió doscientos kilómetros el más arduo, el de media noche, que espanta a los fantasmas.
era tu caballo de pelea, por ello no hay tierra firme, para ti, navegante, cepitán.
por ello eres el varón más solitario del mundo, tú, viento que alzas el amargo oleaje de las ansias revolucionarias.
Pero la vida es breve y la guerra es larga.
Todo lo que es caduco u oblicuo te odia, Sabes que somos un forcejeo todo lo que huele a cucaracha y a moho.
entre la conservación y la invención; y los que viven emparedados entre su corbata y su reloj.
sabes de la sirena llamada costumbre y los que doblan la rodilla o el espíritu como el camello para la carga, cuyo encanto es la muerte de la audacia y el mañana.
mientras tú anunciador de tormenta y arco iris, La vida no es remanso dices adiós al pasado con una mano sino rio en marcha.
inauguras con la diestra el porvenir hasta lo más distante.
Por eso tu ciencia y tu voluntad se llaman Tú, el ferviente, Revolución.
tienes fe en una criatura más pia y menos tonta, de veras, que los dioses que sacara de sus costados un día.
En verdad, Domesticador del mundo ya.
como un árbol primaveral se conmueve la humanidad sufrida. el hijo de la mujer es todavía el pasatiempo trágico de sí mismo. Todos los siglos podridos son su abono. Mas la economía, hada del mal de ojo, cederá al fin: Los pueblos van a colgar sus recuerdos inservibles, la necesidad abrirá sus puños, y echar a la basura, como zapatos rotos, y para el nuevo crecimento del hombre.
sus creencias de ayer y anteayer.
una matinal armonía será descubierta.
Los pueblos van a mudar todas sus plumas viejas.
Esa es tu fe y la mía, camarada.
cían sus adversarios que nadie lo de lo que valía. Era lo que lla do, en el fondo más admirado, el suquean con elogios y desnudan había visto sonreir, y era risueño, maban su petulancia. Pero era hombre que se discute que el hom. a la vista del público su pubertad.
después de sus congojas, de sus petulancia. Era sencillamente su bre a quien ciegamente se acepta. cantando a coro: nosotros somos grandes combates interiores. No culto a la verdad. Por esa verdad No podía con los jóvenes profe los jóvenes, los jóvenes, los jóvesoy frío. decía, rechazando la llegaba hasta imputación, este hombre que era Se defendía con desdenes, con querido convertir la juventud en Exageraba sin embargo, pero con todo ardor. Seré seco. agrega. sarcasmos, don palo, pero agra. una profesión y en un título, para una observación final encantadora, ba, este hombre que era todo ju deciendo al propio tiempo los ata tratar de imponer novedades, que cuando escribía: Hay que hacer go. Era modesto cuando reconocía ques, porque no quería ser admi muchas veces son vejeces o sandeces. poco caso a los jóvenes. Casi cosu grandeza. Se objetivaba. Habla rado sino discutido, consciente de Reia del acuerdo en que los tales dos hemos sido terribles cuando ba de él mismo con la seguridad que vale más y es más considera van contra lo establecido. se be jóvenes. Es decir, dicen que yo