Civil War

242 REPERTORIO AMERICANO armas de su evocación pura, no cuando éste va de visita a una chacra de las las delicadezas del idilio. María suele regar tenido en el libro. Los símiles del paisaje savecindades, repara en que se han dispuesto las mejores rosas en su baño oriental y sur ben enlazar el romántico idilio. La fraternal en el comedor, como el más fino de los a ge más seductora, cuando en su cabellera cas figura de Emma fortalece la confidencia. De dornos, algunos retablos quiteños.
taño oscura ha prendido una de las azucenas la plática de María, guardará Efrain la reNo han faltado quienes hablaran del ro que su Efrain, trayéndoselas para ella, las ha membranza de esas palabras que se le antojaban manticismo criollo, con una raíz propia en bía abandonado en el escrúpulo de sospechar pertenecer a otro idioma. del cual hace América y hasta se puede sentar, como in que no las querría. Cuando María sale del concusa, la teoría de que, para el gusto pai años que no regresó una sola frase. En ese baño, tiene el rostro pálido y rosado bajo su sajista del romantiscismos, fueron escogidos amor en creciente, azota la ventisca del inforcabellera de carey. Dormida, en sus párpados tunio y la enfermedad hereditaria de María, los campos de nuestro continente, como lo anchos, hay el color perlado del raso. Lloro coincide, en su primer anuncio, con el demuestra la obra de Chateaubriand. Ropaso sa o sonriente, no es menos bella que cuan del ave agorera. Hay que reabrir el libro, para manticismo criollo el de María, por la vida do se pone ligeramente severa. Efraín la besa renovar lo que, de la lectura antigua, dura americana de que está llena, su figura prin una sola vez, en la cabellera destrenzada, lar grabado en el contorno central de la novela.
cipal, conformada en las delicadezas que ga larga como la de Julieta, y ella se defien Se levanta de toda ella una veraz frescura y distinguieron a las Atalas, no se presenta con de la frente con las manos, contradictoriamen. una autenticidad difíciles de imitar, ya que menos autenticidad, pues que la niña de la te temerosa de los labios que tanto ama. no de superar, en las nuevas concepciones del novela de Isaacs se perfila con los ademanes La niña huérfana cuyo nombre bíblico. Es arte.
y los sentidos de la mujer andina.
ter, había de cambiarse por el cristiano de MaUna sutil progresión une a los jóvenes que ría, se impresiona para siempre en la memoria MARIA van a separarse para siempre. En el agosto va.
de Efraín. El se la acerca con enternecimientos cacional se aproximan en una promesa eterna, No hay un retrato acabado de Maria en cautivos y ella le recibe con tímideces de no pero las auras de setiembre, en son de otoñalas trescientas páginas de ese libro de amor. vicia. El romance dura lo que un viaje de da, han de traer los vientos de la distancia.
El romántico no alude, ni una sola vez, al palomas por el deslumbrado valle del Cauca Efraín es el que irá a contemplar los nuevos color de los ojos de la que solía llenar de y no obstante, se queda perdurablemente re paisajes, a concluir su carrera, y María, la que flores recién abiertas el vaso cristalino de su debe aguardar, desgranando las horas monoalcoba. En cambio la cabellera de su prima Que haya un árbitro tonas. y muriéndose. Las últimas páginas de le obsede en la memoria de su ala sedosa y la novela alcanzan la dolorosa tesitura de la la recuerda siempre como la sombre de aqueLa historia de las repúblicas italianas de elegía. Poco habrá, en las letras universales, lla frente de alabastro en la cual había de la Edad Media está ahí, para mostrar que son tan conmovedora sencillez como la desespeverse la translucidez de un pensamiento no incurables por el tiempo los vicios orgániracón del joven caleño, por no encontrar a contradicho ni amortiguado. Efraín la cocos de una Constitución política. Prósperas María a su regreso precipitado, después de anoció desde cuando contaba siete años. Hapor el comercio, la industria y las bellas arquella navegación por los ríos caucanos, asaltes, las repúblicas de Florencia, Génova, Pibía, según propia confesión, desdeñado los tada por la zozobra de las aguas detenida en juguetes que su padre le trajo de sus viajes.
sa. Luca y otras, perecieron por el sistema las posadas del tránsito que muestran la fiso por admirar a aquella niña tan bella, tan dulce de elecciones, con apelación a las nomía caliente del trópico, en el cual vigila y sonriente. Pero por no romper el encanto de parte del vencido. No habían creado un juez el ofidio y ronda el murciélago. Poco, asi.
complace en represen.
inapelable de elecciones, que jamás serán consi mismo, semejante a ese recibímiento de due tarla para que la veamos en nítida imagen.
deraas legitimas por los que caen vencidos; pe lo. cuando los padres de Efraín no aciertan a Se goza, más bien, en sugerirla vaporosa y ro una nación para vivir, para descansar, necesita revelarle la terrible verdad. arrancada de la como inasible, como a esos dones de cuya que haya un árbitro que constituya la legitivida la figura llorosa de la madre. la que, maravilla nos habló el labb más uncioso, midad del acto y termine el debate.
pese a su celo biológico, logra medir la fuga (De Sarmiento en el tomo XL de pero que no habremos de alcanzarlos. Mas de ese grande amor. Irrepetible, en fin, ese no por menos precisa, la figura de María.
Obras. Buenos Aires. 1900)
recorrido que hace Efraín por los sitios que como las de otras criaturas románticas, se ridos, así como su entrada oratorio, cuan diluye en el paisaje y si este se aclara en Granjas sí, latifundios no do el vigor cristiano comienza a quebrársetrazos móviles o se anima en la lírica presen Habría que suprimir el latifundio, que es le en la desolación exclamativa: Iba a petación de la naturaleza, es cuando el enamo feudo y estimular el establecimiento de la dírsela a Dos. ini el podía ya devolvérrado la persigue en los sitios habituales, cuangranja que es civilizador, porque despierta mela en la tierra. la minucia inquisido se inclina a buscar su pisada en la selva o un sentimiento de solidaridad dividiendo la tiva para saber de los últimos instantes de cuando, ya sin esperanza, busca sus manos tierra y acercando a los hombres, mientras María. la entrega de su guardapelo. el entre las azucenas ajadas.
aferrarse a las trenzas de su amada, como a que el latifundio estancia es expresión de El presentimiento, como en el ambiente di.
egoísmo y de desierto.
un despojo vital, a sus trenzas de un castaño fuso de tragedia nueva, repasa en el ro(Alfredo Palacios en El delito de oscuro, que siempre estuvieron adornadas mance de Isaacs, corporizándose en el buho opinión y la tradición argentina. Edicon las flores caucanas. el reencuentro de del chirrido siniestro, que no es el cínico par ciones Anaconda, Buenos Aires. 1937. la piedra de los coloquios. el tambaleanlante de la noche poeana, sino el que sabe te decurrir por la pieza mortuoria en la cual posarse, medroso, en la ventana del cuarto de El valor zaragozano quedara el lecho medio tendido, y en el María: volar, agitando sus alas metálicas, sovaso que supo de sus labios el color de la bre la esquiva pareja del coloquio: levantar Estos prodigios apenas pueden creerse, medicina postrera.
un viento frío y delgado, y alejarse después, cuando se piensa que Zaragoza no está de las orillas del abismo escribe Isaacs sin que sus ojos fosforescentes hubieran en fendida sino por un simple muro de recinto. cubierto por los rosales en cuyo fondo inseñado su luz rojiza, como la del carbón que y está enteramente dominada por alturas que forme y obscuro blanqueaban las tinieblas arde.
desde los primeros momentos cayeron en ma y tronaba el río, un pensamiento criminal El amante la sigue en el vaivén casi tran nos de los franceses. El marques habló de estanco por un instante mis lágrimas y enfrió quilo de la que está destinada a una estancia Agustina, aquella muchacha del pueblo, que frente. El también, como los persotan fugitiva y se dijera que al estudiarla sin el cogiendo la mecha que en la mano tenía un najes románticos, como el Jerusalen, como propósito, supo inmortalizar en ella el mo. octillero muerto y disparando ella misma el Werther germano, compareció ante la sima do resignado y desprendido, la suave actitud, cañón, salvó el Portillo en el momento en del suicidio. Pero una elástica voluntad quiso como inmerecedora y triste, de la melancolía. que los franceses iban a apoderarse de él. El detenerle en su rumbo ciego. He aquí como Tarde belladice Isacos de una de las del vizconde nombrá a la condesa de Bureta, el libro romántico pudo ser válvula propicia valle bella y transitoria como María fué que se batió como un simple soldado, y don para el desahogo de la desesperación. Danpara mi. Así, el contraste prepara desarro Miguel citó aquella altiva respuesta de Pa do salida al fantasma interior, el hombre caIla la impresión que ha de dejar el libro en lafox al general Verdier, que dueño ya de la si liberado, aliviado más bien, vuelve a su tre.
la sensibilidad de los lectores. Desde los co mitad de la población le intimaba a rendirse: cho cotidiano. Efrain quiere conocer la tummienzos advierte en la mejilla helada de su La guerra hasta el cuchillo.
ba de María. Es túmulo blanco sobre el prima, la primera sensación del dolor. El (Lo cuenta Carlos Dembowski en su ii. cual se levanta una cruz de hierro, a medias lenguaje de las miradas es de correspondencia bro Dos años en España y Portugal du oculta por las adormideras y en uno de cudiscreta frente a la severidad de los padres y rante la guerra Civil. 1838 1840. To yos brazos se ha posado, otra vez, el ave en el mutuo regalo de las flores, se trenzan mo Espasa Calpe, Madrid. del espantoso canto.