226 REPERTORIO AMERICANO Dos poemas inéditos de Pablo Neruda Setiembre, barco Arica.
borradas vuestras manos, rotos los más ocultos cartilagos, callada: vuestras bocas, machacado hasta la destrucción vuestro silencio, pero surgis de pronto, en medio del torbellino, otra vez, otros, toda vuestra insondable, vuestra quemadora raza de corazones y raíces.
CANTO SOBRE UNAS RUINAS Querido Garcia Monge: Al casi pasar por sus tierras le mando un buen abrazo. Tuve oportunidad de iniciar y gestionar una gran protesta de intelectuales franceses en Paris. Creo que ya Ud. la conocerá.
También el Congreso de Escritores rindió a Ud. un homenaje.
Ahora voy a Chile porque tengo dificultad con mi Gobierno sobre mis actividades pro España. Viaja conmigo el argentino Raúl González Tuñón, magnifico poeta y hombre muy bien plantado; le he pedido alguna cosa para el Repertorio que si alcanzamos a copiar irá en esa carta con algo mío, todo inédito Su admirador y amigo de siempre PABLO NERUDA Senas: San Isidro 1068 Santiago de Chile se congrega, Alli dentro ANTITANQUISTAS Ramos todos de clásico nácar, aureolas de mar y cielo viento de laureles para vosotros, encinares héroes, antitenquistas.
Habéis sido en la nocturna boca de la guerra los ángeles del fuego. los temibles, los hijos puros de la tierra, Esto que fue creado y dominado, esto que fue humedecido, usado, visto, yace pobre pañuelo entre las olas de tierra y negro azufre.
Como el botón o el pecho levantan al cielo, como la flor que sube desde el hueso destruido. así las formas del mundo aparecieron. Oh párpados, oh columnas oh escalas!
Oh profundas materias agregadas y puras: cuanto hasta ser campanas, cuanto hasta ser relojes! Aluminio de azules proporciones, cemento pegado al sueño de los seres!
El polvo se la goma, el lodo, los objetos crecen y las paredes te levantan como parras de oscura piel humana, er blanco, en cobre, en fuego, en abandono los papeles crecían.
el llanto abominable, las prescripciones llevadas en la noche a la farmacia mientras alguien con fiebre, la seca sien mental, la puerta que el hombre ha construido para no abrir jamás Todo ha ido y caido brutalmente marchito.
Utensilios heridos, telas nocturnas, espuma sucia, orines justamente vertidos, mejillas, vidrio, lana, alcantor, circulos de hilo y cuero, todo, todo una rueda vuelto al polvo, al desorganizado sueño de los metales, todo el perfume, todo lo fascinado.
todo reunido en nada, todo caído para no nacer nunca.
Sed celeste, palomas con cintura de harina: épocas de polen y racimo, ved como la madera se destroza hasta llegar al luto, no hay raíces para el hombre: todo descansa apenas sobre un temblor de lluvia.
Ved como se ha podrido la guitarra en en la boca de la fragante novia: ved como las palabras que tanto construyeron ahora son exterminio: mirad sobre la cal y entre de mármol deshecho la huella ya con musgos del sollozo.
Así estabais, sembrados en los campos, oscuros como siembras, tendidos, esperando. ante el huracanado hierro, en el pecho del monstruo habéis lanzado, no sólo un trozo pálido de explosivo sino vuestro profundo corazón humeante, lätigo destructivo y azul como la pólvora.
por una Os habéis levantado finos, celestes, contra las montañas de la crueldad, hijos desnudos de la tierra y la gloria.
Vosotros nunca visteis antes sino la oliva, nunca sino las redes llenas de escama y plata, vosotros agrupasteis los instrumentos, la madera, el hierro.
de las cosechas y de las construcciones, en vuestras manos floreció la bella granada forestal o la cebolla matutina y de pronto estáis aqui cargados con relámpagos conquistando la gloria, estallando de poderes furiosos, solos y duros frente a las tinieblas.
Tres poemas inéditos de Raúl González Tuñón LOS ESCOMBROS De pronto por el frio de las colas del hambre centendres de voces nacen junto a la aurora.
Ya se han muerto los gallos y los perros esperan una muerte amarilla de perros. Silenciona.
La Libertad os recogió en las minas y pidió paz para vuestros arados, la Libertad se levantó llorando por los caminos, grito en los corredores de las casas, en las campiñas su voz pasaba entre naranja y viento llamando hombres de pecho maduro, y acudisteis, y aqui estáis, preferidos hijos de la victoria, muchas veces caídos, muchas veces De pronto un niño solo entre el acero por el viento cortado de una calle de obuses; y una desolación de letreros sin puerta, de muñeca con barro mutilada, olvidada, de balcones vacios colgando manos muertas.